Somos agua
La franja de Gaza es uno de los lugares m¨¢s densamente poblados del mundo. M¨¢s de un mill¨®n y medio de palestinos conviven en un pasillo de tierra ¨¢rida que tiene apenas 40 kil¨®metros de largo y entre 6 y 12 de ancho. El agua vital de la que dependen desde tiempos b¨ªblicos corre debajo de sus pies gracias a un acu¨ªfero subterr¨¢neo que se extiende unos 120 kil¨®metros a lo largo de la costa mediterr¨¢nea. Gaza es una zona en permanente conflicto, pero hay quiz¨¢ un aspecto m¨¢s desconocido de la vida de los palestinos. "En t¨¦rminos de contaminaci¨®n de agua, su situaci¨®n es probablemente de las peores del mundo", explica a El Pa¨ªs Semanal Andy Vengosh, profesor asociado de la Divisi¨®n de Ciencias de la Tierra y el Oc¨¦ano de la Universidad norteamericana de Duke, en Durham (Carolina del Norte). Vengosh ha diagnosticado sobre el terreno la salud de las aguas subterr¨¢neas en esa franja, y, aparte de algunos pozos contaminados por nitratos o residuos, ha llegado a la conclusi¨®n de que la mayor¨ªa escupen agua cada vez m¨¢s salada. Los m¨¢s viejos del lugar recuerdan tiempos en los que el agua sab¨ªa mucho m¨¢s dulce. En un trabajo publicado en la revista Ground Water, Vengosh concluye que menos del 10% de las aguas subterr¨¢neas que se beben en Gaza son aptas para la salud para una poblaci¨®n en la que m¨¢s de la mitad son menores de 15 a?os.
En Gaza, como en Israel y todo Oriente Pr¨®ximo, llueve poco; m¨¢s gente significa m¨¢s agua. A la larga, los recursos subterr¨¢neos se ven condenados a la sobreexplotaci¨®n. Los palestinos extraen cada a?o 150 millones de metros c¨²bicos de estos pozos insalubres, una cantidad que es 10 veces mayor que la que bombean los israel¨ªes de la parte m¨¢s suroriental del acu¨ªfero. Lo cierto es que la hidrogeolog¨ªa le ha jugado adem¨¢s una mala pasada a Gaza. La conclusi¨®n a la que ha llegado Vengosh es que la salinidad de los pozos no se debe a las intrusiones del Mediterr¨¢neo, sino que se produce debido a un flujo de aguas saladas subterr¨¢neas que fluyen fundamentalmente desde Israel hasta la costa. "El origen es natural", asegura este experto. "No se debe a contaminaci¨®n humana hecha en Israel ni a ninguna otra actividad. Lo que propusimos en este estudio fue la creaci¨®n de una l¨ªnea de pozos que bombeasen esta agua salina para enviarla a una planta desaladora, de forma que se pudiera revertir este proceso y hacer que llegue m¨¢s purificada a la franja de Gaza".
Una planta as¨ª, funcionando en el borde entre Israel y los territorios palestinos y gestionada por ambos, podr¨ªa cambiar totalmente la vida diaria de los palestinos, que disfrutar¨ªan de un agua de una calidad sin precedentes. "Algunos creen que el agua puede ser una causa para los conflictos, ya que, al ser escasa, se organizan guerras en torno a sus recursos", dice Vengosh. "Otros pensamos que el agua puede servir como un instrumento para establecer la cooperaci¨®n".
Los conflictos por el agua no son nada nuevo, nos recuerda Michael Coe, profesor del Instituto Oceanogr¨¢fico Woods Hole, en Massachusetts (EE UU): basta recordar la disputa entre Turqu¨ªa y sus vecinos Irak y Siria por la presa turca de Ataturk para controlar el flujo del ?ufrates, o "las amenazas de Egipto sobre los planes de Sud¨¢n de construir una presa en el Nilo para regad¨ªos, lo que reducir¨ªa de forma significativa el flujo de agua a Egipto". Ah¨ª est¨¢n tambi¨¦n las conversaciones por la paz que iniciaron el mes pasado Israel y Siria, y que se centran en los altos del Gol¨¢n y en el acceso al agua. Gaza no es m¨¢s que un exponente -dram¨¢tico- de una crisis mundial. Las cifras dan pinceladas temibles: m¨¢s de 1.200 millones de personas no tienen acceso a agua potable, y unos 2.400 millones sufren enfermedades al beber agua insalubre. En la pr¨®xima media hora morir¨¢n 180 ni?os en pa¨ªses en desarrollo precisamente por culpa del agua contaminada.
La comida y el agua son otro asunto grave. El 10% de todos los alimentos en el mundo, el ganado y las cosechas, se consigue extrayendo aguas subterr¨¢neas de acu¨ªferos que se est¨¢n agotando a un ritmo m¨¢s r¨¢pido del que se pueden recuperar. El regad¨ªo en agricultura consume el 75% del agua en el mundo y proporciona el 40% de los alimentos, explica Coe. Pero en el norte de China, India, el norte de ?frica, Asia central, la parte central de Estados Unidos, el norte de M¨¦xico y Australia, los niveles fre¨¢ticos bajan entre uno y dos metros cada a?o. "En ciertas partes de India central pueden quedarse sin agua subterr¨¢nea en la pr¨®xima d¨¦cada o en la siguiente. Es un caso cr¨ªtico", dice Coe. En las escuelas se nos ha ense?ado que el agua de nuestro planeta se renueva, y algunos c¨¢lculos sugieren que cada a?o los oc¨¦anos evaporan la inconcebible cantidad de 495.000 kil¨®metros c¨²bicos a la atm¨®sfera; pero pr¨¢cticamente nada se pierde en el espacio, y esa agua retorna para incorporarse a un circuito sin fin: el siguiente vaso de agua puede en teor¨ªa contener mol¨¦culas de agua que en su d¨ªa fueron bebidas por Napole¨®n.
Los mares cubren las dos terceras partes de la superficie planetaria -un 97% del agua es salada-, y el resto es agua dulce, contenida en los casquetes polares, las aguas subterr¨¢neas, los r¨ªos y los lagos. El problema es que los seres humanos tenemos ac-ceso a menos de un 1% de toda el agua dulce existente. Seg¨²n el Consejo Mundial del Agua, en el siglo pasado, la humanidad se triplic¨®, pero el uso de aguas renovables se ha multiplicado por seis. Stephen Carpenter, profesor de Zoolog¨ªa de la Universidad de Wisconsin, en Madison, y presidente de la Sociedad Ecol¨®gica de Am¨¦rica, lo explica as¨ª: "Ahora hay muchas m¨¢s personas que nunca y, adem¨¢s, la media de consumo por cada individuo nunca ha sido tan alta". Si a?adimos que ahora no hay m¨¢s agua disponible que en el pasado, y que la contaminaci¨®n est¨¢ arruinando muchos recursos h¨ªdricos y reservas de agua dulce que antes s¨ª estaban disponibles, la conclusi¨®n es evidente. "Lo que estamos experimentando es una escasez mundial sin precedentes".
La tecnolog¨ªa de tratamiento de aguas en los pa¨ªses desarrollados permite paliar en parte el problema, haciendo potables aguas contaminadas o desalando el agua marina. Ocurre en Europa, en Estados Unidos y en los pa¨ªses m¨¢s pr¨®speros de Oriente Pr¨®ximo, que pueden dedicar los recursos financieros derivados del petr¨®leo a este fin. "El problema es m¨¢s acuciante en los pa¨ªses pobres, ya que no disponen de esta tecnolog¨ªa para producir agua potable. Hay un buen n¨²mero de organizaciones que trabajan en estos pa¨ªses para desarrollar procedimientos de potabilizaci¨®n de bajo coste, pero la situaci¨®n es complicada", asegura Kenneth Reckhow, profesor de Recursos H¨ªdricos de la Universidad de Duke.
En Espa?a, el estr¨¦s por falta de agua afecta sobre todo al sur de la Pen¨ªnsula, Levante y la costa catalana. Los n¨²meros dicen que Espa?a es un pa¨ªs lluvioso en comparaci¨®n con otros, lo que resulta a priori chocante. "La media de lluvias en Espa?a es de las m¨¢s altas, de unos 660 litros por metro cuadrado", dice Ferm¨ªn Villarroya, profesor de Hidrogeolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid. "Lo que ocurre es que es una media enga?osa, que resulta de dividir los muchos litros que caen en la cornisa cant¨¢brica y los pocos que llegan al sureste". Esta desigualdad pluviom¨¦trica podr¨ªa explicar la costumbre hist¨®rica del Estado espa?ol de trasvasar aguas de un lugar a otro. La radiograf¨ªa hidrol¨®gica presenta a Espa?a como el tercer pa¨ªs en el mundo en n¨²mero de embalses (unos 1.300), un devorador anual de alrededor de 30.000 hect¨®metros c¨²bicos de agua dulce -no necesariamente potable- y cuya agricultura se lleva el 85% de los recursos.
La gran asignatura pendiente, asegura Villarroya, es la gesti¨®n de las aguas subterr¨¢neas, que riegan un tercio de los cultivos espa?oles. No hay un control suficiente sobre los pozos; hay casos evidentes de sobreexplotaci¨®n, como el del acu¨ªfero 23 de La Mancha, que ha puesto al borde del abismo el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. Adem¨¢s, en Espa?a, el agua sigue resultando barata. "En la actualidad, es m¨¢s rentable bombear un metro c¨²bico de agua subterr¨¢nea a la superficie que comprar un metro c¨²bico a una planta desaladora". La Directiva Europea del Agua del a?o 2000 establece que, a partir de 2010, los espa?oles tendremos que empezar a pagar el precio real del agua que usamos y bebemos -actualmente es de un euro por mil litros-, lo que supondr¨¢ probablemente duplicar o triplicarlo en el futuro. Ahora, el precio m¨ªnimo del agua est¨¢ subvencionado por la mayor¨ªa de los ayuntamientos. Villarroya cree que un agua m¨¢s cara, junto con medidas de reutilizaci¨®n y fomento del ahorro, nos conducir¨¢ hacia el uso sostenible.
Y hoy ese camino pasa, c¨®mo no, por Zaragoza, que atraer¨¢ la atenci¨®n del mundo gracias a la Exposici¨®n Internacional Agua y Desarrollo Sostenible, a partir del pr¨®ximo 14 de junio. Durante 93 d¨ªas, sus organizadores pretenden mantener lo que anuncian como "la mayor fiesta del agua del mundo": una reuni¨®n internacional de artistas, cient¨ªficos e intelectuales que debatir¨¢n en torno a este elemento y que ir¨¢ acompa?ada de 4.500 espect¨¢culos, entre los cuales, los visitantes podr¨¢n experimentar la fuerza de las aguas extremas en la simulaci¨®n de un tsunami. La exposici¨®n va a ser un term¨®metro para comprobar cu¨¢l es la sensibilidad real de los espa?oles respecto al agua. Su director, el mexicano Eduardo Mestre, rebosa optimismo. Se?ala que estamos lejos de gestionar el agua como en Finlandia o Canad¨¢, pa¨ªses que tienen m¨¢s recursos h¨ªdricos (los canadienses tienen un sentido m¨¢s estricto del ahorro a pesar de que disponen de 60.000 metros c¨²bicos al a?o por habitante, veinte veces m¨¢s que por cada espa?ol). Sin embargo, "el espa?ol no es un derrochador", asegura este experto, que ha participado en proyectos de gesti¨®n del agua en Nepal, Sri Lanka, Costa de Marfil y varios pa¨ªses de Suram¨¦rica. Incluso no salimos mal comparados con California, cuna del movimiento conservacionista en el mundo. "Un habitante de Madrid emplea al d¨ªa 125 litros; un californiano llega a los 450".
El agua no s¨®lo es el elemento esencial sobre el que se vertebr¨® la vida en nuestro planeta. Representa un factor emocional, significa comercio y tambi¨¦n es cultura, ha sido origen de conflictos y tambi¨¦n de alianzas. Mestre prefiere inclinarse hacia el lado m¨¢s positivo. "El agua une a los pueblos", asegura. La reflexi¨®n hist¨®rica est¨¢ llena de ejemplos como el que nos muestra ?ngel Poveda, profesor de Historia Econ¨®mica de la Universidad de Alicante, siglos atr¨¢s: "En Al ?ndalus, a trav¨¦s del califato, el agua fue un elemento vertebrador y de progreso tecnol¨®gico. Sirvi¨® para convertir a Espa?a en un vergel".
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