?ltima sesi¨®n en el Palacio de la M¨²sica
El emblem¨¢tico cine de la Gran V¨ªa, casi vac¨ªo, baj¨® ayer el tel¨®n para siempre
Los trabajadores ya est¨¢n cantando en la puerta, celebrando el fin, cuando llega Jer¨®nimo Garc¨ªa, apresurado. "Una para la sala uno", pide. Bego?a, la taquillera, se la da. ?l es el ¨²ltimo. Despu¨¦s, ya nadie volver¨¢ a pisar la moqueta roja, desplegar una de las sillas mullidas de terciopelo, tambi¨¦n rojo, y esperar a ver c¨®mo se apagan las luces, se descorre el tel¨®n y empieza la pel¨ªcula. A sus 36 a?os, Jer¨®nimo prob¨® por primera y ¨²ltima vez las delicias de la sala m¨¢s grande y una de las m¨¢s se?oriales de Madrid. El Palacio de la M¨²sica (Gran V¨ªa, 35) cerr¨® definitivamente ayer, con Antes que el diablo sepa que has muerto, de Sidney Lumet, en la sala grande; 88 minutos, de Jon Avnet, en la sala dos y 21: Black Jack, de Robert Luketic, en la tres. A su despedida acudieron solamente 125 personas. Con el cierre del hist¨®rico cine, s¨®lo quedan ya en la Gran V¨ªa tres salas: el Palacio de la Prensa, el Capitol y el Callao.
En la misma calle s¨®lo quedan el Capitol, el Palacio de la Prensa y el Callao
Los trabajadores de la sala que cierra se recolocar¨¢n en empresas del grupo
"He venido a despedirme del cine", afirm¨® una mujer
El adi¨®s fue soso. A las siete y cuarto de la tarde entraron 60 personas a ver alguna de las pel¨ªculas. A las diez y cuarto, no fueron m¨¢s de 30. El cine muri¨® sin pena ni gloria. Despu¨¦s del verano, seg¨²n fuentes de la empresa, es probable que empiecen las obras que convertir¨¢n sus casi 4.000 metros cuadrados en un auditorio, aunque los compradores, la Fundaci¨®n Caja Madrid, y los propietarios, con el constructor valenciano Juan Bautista Soler a la cabeza, a¨²n est¨¢n pendientes de una ¨²ltima reuni¨®n, el pr¨®ximo lunes, para cerrar definitivamente la compra. Cu¨¢nto pagar¨¢ la Fundaci¨®n Caja Madrid por los cines es una inc¨®gnita que nadie quiere desvelar. Los Soler a¨²n son propietarios de los cines Acte¨®n, de los Morasol y de los teatros Amaya.
Desde que naciera, en 1924, han pasado ya 84 a?os por el Palacio de la M¨²sica. En ese tiempo se han forjado historias personales profundas. Como la de los 13 trabajadores (ocho acomodadores, dos operadores y tres taquilleras), que son una peque?a familia.
Ellos fueron ayer los que m¨¢s homenajearon al vetusto edificio. Se plantaron, c¨¢mara en mano, incluso los que ya no trabajan ah¨ª, para retratarse en ¨¦l. Pero falt¨® David, que lleva, literalmente, la mitad de su vida trabajando en el Palacio de la M¨²sica. Tiene 34 a?os y empez¨® en el cine a los 17. ?l sabe c¨®mo funciona todo, pero, m¨¢s que nada, los cinemat¨®grafos."El de la tres es como en Cinema Paradiso, tienes que estar pendiente para que no te salte porque entonces se te enreda toda la cinta", explica. El resto son autom¨¢ticas. David tiene mucho apego al Palacio. Entr¨® a trabajar porque su padre tiene un bar al lado y conoc¨ªa al encargado. En el cine se cri¨®, y tambi¨¦n en ¨¦l conoci¨® a la que es hoy su mujer. Ella era la taquillera; David, el acomodador. Precisamente por eso ayer no quiso asistir a la ¨²ltima sesi¨®n. "Menos mal que estar¨¦ de vacaciones, porque fijo que me pongo a llorar", explic¨® unas semanas antes de la ¨²ltima sesi¨®n.
En estos d¨ªas, David, adem¨¢s de hacer de operador, de representante y de jefe de personal, se ha visto obligado a atender las llamadas de los medios de comunicaci¨®n porque una asociaci¨®n de "amigos del teatro", AMITE, extendi¨® el bulo entre los medios de que el 28 de mayo era el ¨²ltimo d¨ªa. La ma?ana siguiente m¨¢s de un peri¨®dico dio por bueno el cierre, dedic¨¢ndole su portada al cine. Los propietarios tampoco se dieron mucha ma?a en deshacer el entuerto, lo que provoc¨® que el Palacio, con una audiencia ya de por s¨ª exigua, viera mermar el n¨²mero de espectadores en el mes que ha seguido abierto. Entre semana, en un d¨ªa bueno, suelen pasar unas 100 personas; unas 40 un d¨ªa normal, y uno regular, que es como vienen siendo todos los d¨ªas desde que lo dieron por cerrado, no entran m¨¢s de 30 personas.
Lourdes, de 37 a?os, fue una de las personas que crey¨® que el cine ya no funcionaba. "Al verlo abierto, he dicho: Me vengo", cont¨® ayer la mujer, abanic¨¢ndose por el calor y con el cabello recogido en un mo?o. No ten¨ªa ni idea de que, esta vez s¨ª, era el ¨²ltimo d¨ªa. Tampoco lo sab¨ªan Mari Carmen, de 73 a?os, ni Adri¨¢n, de 24, ni Gema, de 26, ni Antonia, de 82, ni Gloria, de 79... De todas las personas con las que habl¨® ayer EL PA?S, s¨®lo una mujer, "con un a?o menos que el cine", seg¨²n sus propias palabras, acudi¨® "a despedirse". Del brazo de su hermana, recordaba ayer sus d¨ªas en el cine: "Ven¨ªamos por cinco pesetas. Nos sent¨¢bamos en el gallinero y s¨®lo cuando nos tra¨ªan nuestros padres nos ¨ªbamos abajo, que val¨ªa el doble". Para ella, un gran estreno fue Raza, de Francisco Franco.
Antonio tambi¨¦n acudi¨® expresamente al cine, a pesar de tener fiesta. Es acomodador. Tiene 47 a?os y lleva trabajando en el Palacio desde los 19. El mi¨¦rcoles empezar¨¢ en el Acte¨®n, tambi¨¦n de los Soler. Con gafas, pantal¨®n de pinza y camisa, esperaba hace unas semanas el cierre, bastante tranquilo. "Son muchas horas y es muy aburrido", dec¨ªa, mientras ojeaba una revista frente a la sala dos, delante del bar. La planta baja estaba completamente vac¨ªa, con las m¨¢quinas de hacer palomitas paradas y la barra desordenada, con latas tiradas por el mostrador. Ayer domingo, ¨²ltima sesi¨®n, la imagen era pr¨¢cticamente la misma. S¨®lo dos personas se compraron algo de picar.
El cine, que un d¨ªa fue uno de los m¨¢s exitosos de la Gran V¨ªa, ha cambiado mucho con el paso de los a?os. Antonio habla de una ¨¦poca donde se daban propinas. "Con La bella y la bestia llenamos. Entrar val¨ªa unas 150 pesetas. Si acomodabas, te daban 20 pesetas de propina". La entrada el ¨²ltimo d¨ªa del cine Palacio de la M¨²sica vali¨® siete euros. De propinas, "ni hablar", se r¨ªe Antonio.
Entre sus recuerdos est¨¢ tambi¨¦n, aunque s¨®lo de o¨ªdas, el esc¨¢ndalo que supuso Gilda, "porque se quitaba el guante". Pero la mejor historia de todas de las que ¨¦l ha vivido sucedi¨® cuando unos espectadores llamaron a los bomberos y a la polic¨ªa porque pensaban que se ca¨ªa el cine. Tiene grabados todos los detalles: fue con Sommersby, de Jon Amiel, en la sesi¨®n de las diez y media, "con el cine a tope", el 18 de marzo de 1993. "Una rubia con los pantalones blancos y la camisa colorada se puso a chillar como una loca. Dec¨ªa que se ca¨ªa el cine. Cuando subimos estaban ya los bomberos, la polic¨ªa...". Lo que pas¨® es que cay¨® un poco de polvo de una de las compuertas del techo, que hab¨ªan abierto porque hac¨ªa un poco de calor. "Un mes antes en los cines Fuencarral hubo un incendio, por eso se pusieron as¨ª", recuerda Antonio, ri¨¦ndose.
El hist¨®rico Palacio, antes de acabar s¨®lo como cine, ten¨ªa una sala de conciertos, una pista de patinaje en la planta baja... Y hasta un ambig¨² en la primera planta, donde la gente se sentaba a beberse un whisky y a pasar el rato. Lo quitaron en el 94 y pusieron una barra para vender palomitas. Ayer luc¨ªa desolada, con cartones esparcidos por el mostrador, una caja registradora vieja desconectada y llena de polvo y una m¨¢quina de hacer palomitas oxidada.
Los que llevan desde siempre en el cine y seguir¨¢n ah¨ª aunque se reconvierta en un auditorio son los fantasmas. Seg¨²n los acomodadores, el Palacio de la M¨²sica, como todo cine que se precie, tiene dos: una mujer mayor vestida de negro y Martuko. "Yo la he visto. Un d¨ªa, bajaba de cambiarme de las taquillas y me la vi ah¨ª sentada. Con un mo?o, con el pelo blanco y vestida toda de negro", cuenta Jos¨¦, tambi¨¦n acomodador, muy serio. Jes¨²s, otro de los hist¨®ricos, que lleva 17 a?os en el cine, tambi¨¦n dice haberla visto. A Martuko nadie le ha visto, pero Jos¨¦ asegura que les ha hablado y que un d¨ªa encendi¨® un fluorescente, que estaba escacharrado. "Hecho pedacitos", asegura David.
Bego?a, Carmen y Aurora son las tres taquilleras del cine. Ellas no hablan de fantasmas. De hecho, s¨®lo Carmen, que tiene 55 a?os y lleva 13 en el cine, explic¨® c¨®mo se siente con el cierre. "Tenemos mucha pena", dijo. Ni ella, ni ninguno de los ayer reunidos entraron a la ¨²ltima sesi¨®n. "Queremos irnos en cuanto acabe, y punto", bisbise¨® Carmen.
Antonio, tambi¨¦n acomodador, comparte la postura de la mujer. ?l es el veterano. Lleva 32 a?os trabajando en el Palacio de la M¨²sica. Pero a diferencia del resto, ¨¦l no se recolocar¨¢ en ninguna empresa del grupo. "Ya tengo 63 a?os y medio. Prefiero cogerme el paro y vivir de una paga", explic¨® ayer el hombre, apoyado en el quicio de la puerta y embobado, mirando a la calle. "Si esto acaba a las doce, a las doce y diez echaremos la llave y adi¨®s, muy buenas".
Los cierres
- 18 cines han sido cerrados en el centro de Madrid en los ¨²ltimos cuatro a?os.- En el a?o 2000 hab¨ªa 13 cines en la Gran V¨ªa.- En esa gran avenida quedan ahora tres: el Capitol, el Palacio de la Prensa y el Callao.- El cine Avenida, tambi¨¦n de la familia Soler, fue el ¨²ltimo en cerrar, el a?o pasado.
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