"De ni?a tuve pesadillas con 'Los fusilamientos? de Goya"
Siempre pol¨¦mica en sus teor¨ªas y declaraciones art¨ªsticas, Manuela Mena levanta ronchas, lo mismo cuando asegura rotunda que Goya no tuvo amores con la duquesa de Alba, y que ¨¦sta s¨®lo fue su musa, que cuando lanza una revolucionaria hip¨®tesis sobre Las meninas o desautoriza la autor¨ªa de cuadros, como El coloso, considerados aut¨¦nticos goyas durante d¨¦cadas. El dictamen sobre este cuadro provoc¨® hace unas semanas una tempestad en el mundillo de los historiadores de arte. Las cr¨ªticas de algunos especialistas ante la afirmaci¨®n de Mena, respaldada por el Museo del Prado, de que El coloso no hab¨ªa salido de la mano del pintor aragon¨¦s, no tardaron en llegar. Y fueron sonadas. Algunas hablaban de falta de seriedad y rigor del museo, y de obsesiones de Mena. Ella no se inmuta. ?No me preocupan lo m¨¢s m¨ªnimo. No tenemos la menor duda de lo que decimos?. Su nombre suele ir acompa?ado de calificativos como "la mayor experta en Goya", o "una de las mejores conocedoras de Goya en el mundo", algo que ella considera "excesivo".
Mena ha dedicado gran parte de su vida al Museo del Prado, del que fue subdirectora durante 16 a?os, y ahora es jefa de conservaci¨®n del siglo XVIII y Goya. Eterna candidata a la direcci¨®n del mismo, se suele repetir que su "car¨¢cter dif¨ªcil" lo ha impedido en distintas ocasiones. Ella desmiente ambas cosas. ?Por m¨ª nunca he sido candidata, no me consideraba preparada. Y soy estricta en lo profesional, pero no tengo mal car¨¢cter. Si alguien falla no grito, pero me gusta que sepa que ha hecho algo mal?. Quiz¨¢ por eso sus detractores no se esconden. Tampoco sus defensores, que alaban su sensibilidad y sus conocimientos de arte. De sensibilidad da muestras a lo largo de toda la entrevista, de conocimientos tambi¨¦n. Y de car¨¢cter. Cuando oye algo que no le gusta, Mena cambia el suave tono habitual de su voz y da golpecillos con la mano sobre la mesa.
A sus 58 a?os, reconocida como experta en pintura de los siglos XVII y XVIII -su nombre tiene m¨¢s de mill¨®n y medio de entradas en Google-, Mena se mueve con soltura en el ambiente muse¨ªstico internacional. La primera cita para esta entrevista tuvo que ser aplazada porque iba a acompa?ar al conocido pintor estadounidense Cy Twombly -que ahora expone en El Prado y en la Tate Gallery de Londres- en su periplo por el museo. Y unos d¨ªas despu¨¦s guiar¨ªa a Michael Kimmelman, cr¨ªtico de arte del diario The New York Times, en su visita a la exposici¨®n Goya en tiempos de guerra, de la que ha sido comisaria. Su aspecto, sin embargo, dista bastante del habitualmente sofisticado de los famosos curators de la escena internacional. El pelo recogido en una coleta, camisa larga y suelta marr¨®n oscura, y apenas maquillaje. Un estilo discreto que encaja mal con la bailarina que lleva dentro, en otros tiempos estudiante de ballet cl¨¢sico en Florencia y Estados Unidos, y disc¨ªpula de Mariemma. ?Me encanta bailar. Ya no bailo, pero el flamenco todav¨ªa me levanta de la silla?.
Creo que creci¨® visitando El Prado. Mis padres ven¨ªan al Prado todas las semanas desde que eran novios. Les gustaba much¨ªsimo la pintura. Y a m¨ª me tra¨ªan desde peque?ita, que recuerde, desde los tres a?os.
Pues a los ni?os los grandes museos les suelen aburrir bastante. No pienso para nada que fuera aburrido y recuerdo de esa ¨¦poca, peque?a, peque?a, algunos cuadros muy concretos. Por ejemplo, Las ninfas perseguidas por s¨¢tiros, de Rubens, que estaba en una sala que ya no existe. Me parec¨ªa maravilloso. Y otro cuadro que me impresionaba tambi¨¦n much¨ªsimo, en sentido contrario, muy mal, era Los fusilamientos del Tres de Mayo.
No me diga que ya desde tan peque?ita le impresionaba Goya. S¨ª, porque la altura de una ni?a de tres a?os estaba a la altura de las cabezas de los muertos en primer plano, que era lo pensado por Goya en realidad. Me produc¨ªa espanto pasar por delante de ese cuadro, pero como era peque?a, no me atrev¨ªa a decirlo. Y tuve pesadillas recurrentes en las que ve¨ªa montones de muertos cruzados unos encima de otros en las esquinas de mi calle. Yo ten¨ªa que subir por ella y encontrarme en cada esquina con los muertos, que eran los del cuadro.
Empez¨® pronto a so?ar con Goya? Es que es un cuadro terrible y puede hacer un efecto tremendo en todos los que lo vean, pero en los ni?os especialmente.
?De mayor, ha seguido so?ando con ¨¦l? Nunca. Sin embargo, s¨ª lo hice con Carlo Maratti, un artista italiano del XVII sobre el que hice la tesis. So?aba que encontraba una nueva carpeta de dibujos que no conoc¨ªa nadie, y era fant¨¢stico. Pero ya no sue?o con obras de artistas. Me gustar¨ªa so?ar con Goya, pero ya no sue?o.
Lleg¨® a la universidad en unos a?os muy conflictivos, ?corri¨® delante de los grises? Corr¨ª delante de los grises muchas veces. La llegada a la universidad fue para m¨ª abrir los ojos a otra posibilidad que llevaba dentro. Porque lo que m¨¢s recuerdo de mi padre es que, a mi hermano y a m¨ª, de peque?os, nos le¨ªa a Voltaire. Ten¨ªa todos los libros prohibidos. Pero, por otro lado, iba a un colegio de monjas y eso me produc¨ªa una esquizofrenia absoluta, hasta que encontr¨¦ el camino del centro. Nunca podr¨¦ agradecer bastante que me dieran la misma educaci¨®n que a mi hermano, pod¨ªa hacer o estudiar lo que me apeteciera, la idea de libertad era total.
No era muy habitual en aquellos tiempos que los padres espa?oles leyeran a sus hijos a Voltaire? Mi padre era una persona muy culta y ten¨ªa un sentido de la justicia que no le he vuelto a ver en nadie m¨¢s. Tan profundo, que iba m¨¢s all¨¢ de la izquierda o la derecha, pero que, en mi opini¨®n, es un sentido de la justicia m¨¢s de izquierdas. Y mi madre era una anarquista absoluta, muy inteligente, maravillosa. No pose¨ªa ning¨²n concepto de la jerarqu¨ªa. He vivido entre una madre guap¨ªsima e inteligente y unas hijas guap¨ªsimas e inteligentes. Y yo, en medio, nada de nada, me parece fant¨¢stico.
No sea tan modesta, personas que la conocen bien dicen que es culta, refinada, muy inteligente, muy segura, muy profesional, ambiciosa, elitista y con mucho car¨¢cter. Un retrato nada anodino? Una por dentro se ve siempre de otra manera, y yo respeto mucho que me vean as¨ª. Vamos a ver, puede que sea sensible y refinada, pero no soy elitista. Eso de que el museo es para unos pocos, no. Todo lo que he hecho en mi vida ha sido pensando en el pueblo, y cuando digo en el pueblo digo en todo el pueblo, es as¨ª. No soy elitista, no creo que el arte sea para unos pocos. S¨¦ de personas que los elitistas hubieran considerado escoria y que me han contado lo que fue para ellos abrir una ventana en Venecia, donde hab¨ªan ido a llevar unos cuadros, y ponerse a llorar de emoci¨®n ante tanta belleza? Me saca de mis casillas que digan que soy elitista, no. Y soy muy insegura, para m¨ª la duda met¨®dica es la base de toda persona que se dedica a una actividad profesional que implique conocimiento. No soy segura.
Pues en sus teor¨ªas y opiniones pict¨®ricas parece muy segura. Ha desatado fuertes pol¨¦micas con conocidos cr¨ªticos y expertos en arte. No me considero importante, ni una personalidad en este mundo, porque he conocido a las verdaderas personalidades y s¨¦ que me falta tanto para llegar? Si otros lo ven as¨ª? Cuando yo digo una cosa sobre pintura no lo digo yo. Desde hace 30 a?os trabajo en el Museo del Prado y eso significa que tengo un cuidado exquisito en no poner al museo en una situaci¨®n lamentable. Y por lamentable entiendo la ignorancia. Por tanto, cuando digo algo lo dice El Prado, lo decimos El Prado, porque el conocimiento que se adquiere aqu¨ª dentro no es individual, no es m¨ªo, est¨¢ en todos nosotros. A lo mejor la cara externa, por la posici¨®n que ocupo, es la m¨ªa, pero el conocimiento es de todos. No lo dice Manuela Mena, que es quien figura en la prensa, lo dice El Prado.
Pero despu¨¦s de la conferencia de prensa del pasado junio, en la que afirm¨® que ?El coloso? no era de Goya, las cr¨ªticas cayeron sobre usted. El especialista brit¨¢nico Nigel Glendinning dijo que todo estaba por demostrar, y que El Prado admit¨ªa cosas sin suficiente m¨¦todo cient¨ªfico. Eso no es verdad. Para empezar, el patronato del museo me solicit¨® en 2001 un informe, entregado en su momento, que tiene 150 p¨¢ginas de letra menuda y apretada. Es un informe acad¨¦mico de historia del arte, cient¨ªfico, con antecedentes, bibliograf¨ªa y lleno de notas. A todo eso se a?ad¨ªa que Jos¨¦ Luis D¨ªez, jefe del ¨¢rea del siglo XIX, identific¨® perfectamente unas iniciales, A. J., en la parte izquierda baja del Coloso, que corresponden a las iniciales del ¨²nico ayudante y disc¨ªpulo de Goya reconocido, Asensio Juli¨¢. Ese informe, con todas sus conclusiones, fue presentado el 23 de junio ante m¨¢s de 40 especialistas en Goya de todo el mundo, en una sesi¨®n que se dedic¨® al Coloso y a la que hab¨ªa sido invitado Glendinning, pero a la que no asisti¨®. No quiso participar, no quiso venir. Fue una reuni¨®n a puerta cerrada y alguien dio la informaci¨®n distorsionada a un medio de comunicaci¨®n. A ra¨ªz del enorme eco que tuvo, el patronato y la direcci¨®n del museo decidieron dar una conferencia de prensa donde comunicamos el resultado presentado a los especialistas, y anunciamos que se publicar¨¢ en un art¨ªculo.
Veo que no le preocupan las cr¨ªticas. No preocupan a nadie en El Prado. No hay la menor duda de lo que decimos porque tenemos la obligaci¨®n de saber lo que tenemos. Es una obligaci¨®n del museo hacia el Estado, sus bienes tienen que estar perfectamente catalogados. Y estamos diciendo la verdad, lo puedo asegurar. Glendinning es un especialista en literatura al que todos queremos mucho, un hombre ya mayor que ha trabajado toda su vida muy bien sobre influencias, cr¨ªtica o literatura en torno al pintor. Su libro m¨¢s importante es Goya y sus cr¨ªticos, ¨¦sa es su mayor aportaci¨®n. Nadie le reconoce como un especialista de museo, no lo es. Es como si usted tuviera mal el coraz¨®n y se fuera a operar a un callista? No se puede hablar por boca de los ?m¨¢ximos expertos? que encuentran los medios de comunicaci¨®n. A esos ?expertos?, el comercio del arte no les consulta, porque no hay nadie que tenga m¨¢s miedo a equivocarse que el comercio?
El especialista en pintura espa?ola del Siglo de Oro Jonhatan Brown mantiene que, con El coloso, ha habido una pelea de personalidades. ?Ha sido el remate final? Es el remate final, pero no ha habido una lucha de personalidades o expertos, nada de eso, el cuadro al final acaba hablando. Y a eso se llega a trav¨¦s de opiniones documentadas paso a paso, durante muchos a?os, en una instituci¨®n como ¨¦sta. No es eso de ?ahora digo que esto no es de Goya porque sale en el mundo entero?. Para conocer de verdad a un artista hay que ver muchos cuadros suyos en restauraci¨®n. En Goya, cuando hacemos una radiograf¨ªa sabemos lo que nos vamos a encontrar, la composici¨®n responde a lo que vemos, con alguna peque?a variaci¨®n. Por ejemplo, seg¨²n la perspectiva aut¨¦ntica, una de las torres de Los fusilamientos hubiera ca¨ªdo encima de la cabeza del personaje central, el que est¨¢ con los brazos abiertos. Entonces, Goya la corre a la derecha para que no coincida, y eso lo ves en la restauraci¨®n. Es una correcci¨®n para que la obra sea perfecta, porque Goya era perfecto. El artista busca la perfecci¨®n, su visi¨®n perfecta de las cosas. Nuestra forma de ver los cuadros es distinta a la del acad¨¦mico que estudia por fotos y s¨®lo en contadas ocasiones accede a las pinturas.
Goya parece un personaje fascinante por lo poli¨¦drico, ?le ha llegado a conocer? La verdad es que no s¨¦ todav¨ªa c¨®mo era. Lo que se deduce de sus cartas a Zapater es que era un hombre muy sencillo, humano y agradable, muy preocupado por las cosas cotidianas, sus amigos, la comida, la caza, pero son las cosas que hablaba con su amigo de la infancia.
Tambi¨¦n era un liberal que pintaba a reyes y nobles ?a Fernando VII, que mat¨® o encarcel¨® a sus amigos?, un ilustrado que pintaba temas religiosos? ?Contradictorio u oportunista? ?Y qu¨¦ iba a hacer, no pintar? ?l era un pintor y en aquella ¨¦poca el pintor no ten¨ªa un estatus de artista libre, independiente. Era un funcionario p¨²blico, y llegar a ser pintor de c¨¢mara era un honor. Trabajaba para la Corona, que le daba la posibilidad de pintar, porque los artistas lo que quieren es pintar. Y cuando no pod¨ªa pintar hac¨ªa dibujos y estampas porque no eran caros y pod¨ªa almacenarlos en su casa. Era un artista de su tiempo.
Hay muchos Goyas: genio, primer periodista de la historia, cr¨ªtico pol¨ªtico? Calvo Serraller dice que su impronta no tiene parang¨®n; y usted, que es como Miguel ?ngel. ?De ah¨ª surgen las contradicciones? ?l sab¨ªa que el disentir llevaba al exilio, a la c¨¢rcel y a la muerte. Hay una carta terrible de la condesa de Montijo al poeta Mel¨¦ndez Vald¨¦s, en 1800. ?ste, que hab¨ªa sido ministro, tiene que irse al exilio interior cuando vuelve Godoy. Le rehabilitan, pero la condesa le dice: ?Tenga usted mucho cuidado y no se le ocurra venir a Madrid, porque su vida est¨¢ en peligro. La rehabilitaci¨®n supone en muchos casos la trampa para la vuelta y la muerte?. Goya est¨¢ con ese grupo y lo sabe bien, era la muerte. Cuando ¨¦l critica, en la ¨¦poca de Fernando VII, lo hace ferozmente de esa forma moral y pol¨ªtica, pero no se le ocurre mostrar o publicar ninguna de esas obras, son totalmente privadas. Publica Los Caprichos, que son una s¨¢tira moral de la sociedad, pero nada de car¨¢cter pol¨ªtico, nada que sea una amenaza ni para Godoy, ni para el rey, al que sirve con toda lealtad.
Usted mantiene que no satiriz¨®, ni critic¨®, a la monarqu¨ªa y la nobleza en sus retratos. Lo digo despu¨¦s de estudiarlos mucho y compararlos con los de otros artistas. Esa especie, tambi¨¦n leyenda urbana, de que Goya retrataba muy bien a sus amigos y a sus enemigos muy mal no aparece por ninguna parte. Es una historiograf¨ªa a?os veinte, de sectores a los que gustaba mucho la palabra castizo, arte castizo. Pero eso no es historia del arte rigurosa, es literatura aplicada a la figura de un artista. Son esas ideas que se quedan plasmadas para siempre, como un sello, sobre la pobre figura de Goya, pero que cuando se analizan de forma diferente ?sacrilegio! La historia del arte y los artistas no son una verdad de fe, van cambiando seg¨²n aumentan los conocimientos. ?Vamos a repetir lo que se ha dicho, generaci¨®n tras generaci¨®n, cuando la historia del arte ha avanzado tanto?
?No hay intenci¨®n cr¨ªtica en ?La familia de Carlos IV?? Los idealiza, est¨¢n idealizados al lado de los retratos de Carnicero, Maella, Bayeu, los pintores de la familia real. Con su pincel hace lo que todos los artistas cortesanos, saca lo mejor de ellos. Cuando se pone delante de un modelo, y hablamos de retratos, saca lo que lleva dentro, y el otro est¨¢ indefenso. Goya es una especie de alien que se mete dentro del otro y le saca todo. Y lo pone en el lienzo. Y lo vemos desde los retratos infantiles llenos de melancol¨ªa inmensa, en los que notas que ese ni?o no va a llegar a nada porque en sus rasgos hay debilidad de car¨¢cter, demasiada dulzura.
El retrato de la condesa de Chinch¨®n, tan desvalida, ?no implica una cr¨ªtica a los amores de Godoy, su marido, con la reina? La condesa era una fr¨¢gil mental en realidad, y estaba indefensa. Estaba locamente enamorada de Godoy.
Pues confes¨® que le odiaba con todas sus fuerzas? Pero fue mucho m¨¢s tarde, todo cambia. Yo soy muy seguidora de Her¨¢clito, todo cambia, nada permanece? Hay una carta de la condesa a la reina en la que le agradece profundamente que le haya casado con Godoy, y le dice que no sabe qu¨¦ es lo que ¨¦l le ha dado para estar enamorada de esa forma. Y esa carita del cuadro est¨¢ subyugada por la persona a la que esta mirando, Godoy en un retrato. Luego salieron a la luz sus amores con la reina y las cosas cambiaron.
Jonathan Brown dice que una gran obra como ?Las meninas? necesita una revisi¨®n cada 25 a?os, ?le pasa igual a ?La familia de Carlos IV?? ?sa es la labor del historiador. No cada 25 a?os, cada los que haga falta; ?si una interpretaci¨®n es err¨®nea, la vamos a mantener en conserva?
Pero las nuevas interpretaciones requieren tiempo, estudio y mucha seguridad, ?no? La historia del arte no es una ciencia, y menos una ciencia fija, y la historia tampoco. Nos faltan tantos datos que no podemos hacer de ello una ciencia. Llegar a reconstruir el pasado, saber por qu¨¦ sucedieron las cosas, es casi imposible.
La ¨¦poca de Goya es relativamente reciente y hay documentaci¨®n. Muy poca, aparte de los cuadros, que son la documentaci¨®n m¨¢xima. Hay que estudiar much¨ªsima literatura, historia, pol¨ªtica, estar con aquellos personajes de la ma?ana a la noche, saber qu¨¦ pensaban, c¨®mo les afecta la Revoluci¨®n Francesa. La visi¨®n de Morat¨ªn del Par¨ªs revolucionario es atroz, est¨¢ espantado de las turbas, de las cabezas cortadas? A la vuelta, ?les cuenta eso a sus amigos o les habla de la enciclopedia de Diderot?
Entonces faltan cosas por descubrir de Goya. No est¨¢ trillado. La misma exposici¨®n Goya en tiempos de guerra ?ya clausurada? aporta su pintura religiosa, que hasta ahora ha sido una cenicienta, la hermana pobre. Y ¨¦l utiliza la pintura religiosa como campo de experimentaci¨®n, y la utiliza con absoluta libertad. La masa vociferante que hay al fondo de El prendimiento la pone por primera vez, y expresa la locura, la traici¨®n, todas las cosas que luego vemos en Los caprichos y en Los horrores de la guerra.
Por cierto, el boceto de El prendimiento parece una pintura expresionista. Es un boceto de luces, lo dem¨¢s apenas cambia, las figuras est¨¢n en su sitio, las actitudes m¨¢s o menos, lo que le interesa es la luz. Lo ¨²nico que cambia es la actitud de Cristo. En el boceto es convencional, est¨¢ con la cabeza baja aceptando su destino. En el cuadro, Cristo est¨¢ erguido y no acepta su destino. Hay un momento en que todo el mundo acepta la muerte, pero en el cuadro ¨¦l todav¨ªa no la ha aceptado. Eso es lo que me interesa de la pintura, estudiar cosas que me sirvan.
?Ha aprendido mucho con Goya? Pues s¨ª. El arte es una escuela de costumbres, de conocimiento, de filosof¨ªa, y eso es lo que creo que deber¨ªan aprender tambi¨¦n los ni?os y j¨®venes. A m¨ª no me importar¨ªa nada que mis hijas tuvieran pesadillas con los muertos del Tres de Mayo.
?Esas pesadillas enriquecen? Pues claro. Esas pesadillas te ponen delante ad¨®nde conduce la violencia extrema. Desde peque?as he ense?ado a mis hijas la realidad diaria en televisi¨®n.
?Cree que a Goya, que era un ilustrado a la espa?ola, le hubieran gustado los fastos, tan patrioteros, del reciente bicentenario de la guerra de la Independencia? ?Me quiere hacer entrar en terrenos movedizos?
S¨®lo me gustar¨ªa saber su opini¨®n. La exposici¨®n del Prado se ha centrado en los 25 a?os m¨¢s importantes de la vida de Goya. ?Le hubiera gustado esta celebraci¨®n? A todos los artistas les gusta que les expongan, que les hagan retrospectivas, les encanta, y creo que a Goya le hubiera gustado. No es que vivan para ello, pero parte del temperamento art¨ªstico est¨¢ en el reconocimiento. ?Le hubiera gustado estar dentro de un reconocimiento de patriotismo exaltado como se ha pretendido? No lo s¨¦. ?l fue siempre muy ecu¨¢nime y claro, y cuando le piden dos cuadros para conmemorar el Dos de Mayo en Madrid, pinta el Dos y el Tres de Mayo, el equilibrio.
Usted desmont¨®, el a?o pasado, otro de los mitos de Goya, los amores del pintor y la duquesa de Alba, dijo que era una ?leyenda urbana? y que la duquesa s¨®lo fue su musa. No s¨¦ si lo he desmontado? Lo de leyenda urbana lo dije a conciencia, aposta, pues era un calificativo que pod¨ªa atacar ese mito tan absurdo.
En la exposici¨®n o¨ª a una gu¨ªa francesa que, delante del retrato de ?La duquesa de Alba de negro?, dec¨ªa a su grupo: ?La duquesa acababa de enviudar y era amante de Goya?. S¨ª que parece que le va a resultar dif¨ªcil. En el pr¨®logo de mi libro La duquesa de Alba, musa de Goya dec¨ªa claramente lo que iba a pasar, ni la menor repercusi¨®n? Si a alguien le interesa la verdad, supongo que lo leer¨¢ y se convencer¨¢ o no. Desde luego, en Sanl¨²car de Barrameda la duquesa no est¨¢ con Goya, que viv¨ªa en C¨¢diz, est¨¢ con su primo-hermano Carlos Pignatelli, y est¨¢ rodeada por la familia del marido. Ser¨ªa impensable. El arte que ¨¦l hace con la duquesa est¨¢ dentro de las relaciones del artista con sus mecenas en esa ¨¦poca.
Robert Hughes dice que Goya estaba loco por la duquesa. Los poetas de la ¨¦poca dec¨ªan que ten¨ªa unos ojos que a quien miraba rend¨ªa? Pero lo que se sabe seguro es que ella y la duquesa de Osuna, cuando les acusan de estar cada una con un torero, se van al juez y denuncian a quien cantaba en el teatro la tirana ?canci¨®n? que les pon¨ªa en la picota. Y ganan el juicio. Nada de bromitas con toreros.
Con ?La maja desnuda?, Goya se anticip¨® a su tiempo, un desnudo civil, ni mitol¨®gico ni religioso, por el que la Inquisici¨®n le llam¨® a declarar. ?Por eso no pint¨® m¨¢s desnudos? ?l pinta La maja desnuda para Godoy, a finales del XVIII, que la encarga con una intenci¨®n muy concreta, ponerla al lado de las Venus de Vel¨¢zquez y de Tiziano que ten¨ªa en su casa. Y no corre ning¨²n peligro. La Inquisici¨®n le llama 15 a?os despu¨¦s, cuando requisa los cuadros a Godoy y pregunta de qui¨¦n eran los desnudos. Lo que pasa es que el pintor ten¨ªa muchos amigos y lo debieron de arreglar. Y, efectivamente, no volvi¨® a pintar desnudos nunca m¨¢s, los tiempos no estaban para bromas.
?Y fue o no fue la duquesa la modelo de ?La maja desnuda?? No se puede comprobar. Parece dif¨ªcil que fuera la duquesa, a no ser que fuera el a?o de sus amores, bastante documentados, con Godoy.
Casada con el historiador de arte ingl¨¦s Norman Rosenthal 'sir Norman' puntualiza, hasta marzo pasado director de arte y exposiciones de la Royal Academy of Arts del Reino Unido, la pareja tiene dos hijas, de 14 y 17 a?os, y vive entre Madrid y Londres. "En realidad nos da igual estar juntos que separados. Claro que estamos mejor juntos, y todav¨ªa me sigue pasando que, algunas veces, cuando nos separamos, lloro amargamente. Sigo sintiendo el tir¨®n de la separaci¨®n despu¨¦s de 25 a?os juntos. Pero una de las caracter¨ªsticas de nuestra vida es que no hacemos planes? Tenemos una tremenda comunicaci¨®n entre nosotros, y no es lo que pueda imaginar la gente, que estamos hablando todo el d¨ªa de Bacon o Goya?".
Parece que su marido y usted tienen mucho poder muse¨ªstico. ?Para nada! No somos una pareja art¨ªstica, jam¨¢s me he metido en sus cosas, ni siquiera s¨¦ lo que est¨¢ preparando, no lo he sabido nunca. Yo llego a las inauguraciones? Y lo mismo ¨¦l conmigo. No somos dos bueyes arando por el mismo surco, si tenemos fuerza ser¨¢ por separado.
El director de la National Gallery de Londres dec¨ªa hace poco que los grandes museos hacen con sus exposiciones muchas concesiones al espect¨¢culo. ?Qu¨¦ opina? No soy de esa opini¨®n. El museo tiene que ser atrayente para un p¨²blico amplio. Pensar en exposiciones que atraigan a la gente no es malo, hay personas a las que una exposici¨®n les ha cambiado la vida. Pueden ser muy atractivas y no estar re?idas con la calidad y el rigor.
Pero hay gente que s¨®lo va a las grandes exposiciones a hablar por el m¨®vil. Pero esa gente se gasta seis euros en la entrada? ?Por qu¨¦ no puede sacar su m¨®vil y hablar delante de una obra maestra, y s¨ª lo puede hacer el director de una multinacional que quiere darse el gustazo de cenar en El Prado delante de Las meninas y hablar por el m¨®vil? Todo el que va a una exposici¨®n, abra o no el m¨®vil, siempre se queda con algo.
No le he preguntado cu¨¢l es su Goya favorito. Ninguno, cada d¨ªa me gusta uno. Por ejemplo, ahora me tiene enloquecida Los can¨ªbales. En el cuadro hay dos figuras de espaldas, un hombre y una mujer, son dos enamorados, est¨¢n haciendo algo y est¨¢n pintados de una forma asombrosa. Y me hace ilusi¨®n pensar que si los otros personajes se van a comer el costillar y los muslos del descuartizado, ellos se van a comer el coraz¨®n. Es un momento precioso de amor, muy parecido a los amantes de La danza de la Muerte de Brueghel. Pero eso es una interpretaci¨®n literaria y yo soy historiadora?
Goya, un retrato, una novela
Manuela Mena (Madrid 1950), doctora en Historia del Arte. Especialista en pintura italiana de los siglos XVII y XVIII en la imagen, en Florencia, a los 22 a?os, cuando hac¨ªa su tesis doctoral y en Goya. Es autora de La caza en la historia del dibujo occidental, La familia de Carlos IV y La duquesa de Alba, musa de Goya. Afirma que cualquier retrato de Goya da pie a una novela. Su elegido ser¨ªa el de La marquesita de Montehermoso, la preciosa ni?a vestida de blanco que parece una bailarina de ballet y que tiene detr¨¢s un jard¨ªn de brillo fr¨ªo, lleno de melancol¨ªa y malos augurios. Ya ha investigado su vida, una tremenda novela.
Pintura actual. Se confiesa muy interesada en los j¨®venes pintores norteamericanos e ingleses. No dar¨¦ nombres, pero hay uno genial. Monta unos incre¨ªbles happenings con flores. Verle trabajar es maravilloso, un privilegio.
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