El rastro de un creador
Los regalos de este libro llegan sobre todo al final, porque all¨ª ha decidido poner la editora, In¨¦s Blanca, dos cosas que han circulado poco: un diario que apareci¨® en la prensa alemana justo cuando andaba muy a la gre?a con Jorge Herralde (y acababan de darle un premio importante a Mar¨ªas) y la extensa entrevista en The Paris Review encabezada por un delantal excelente de Sarah Fay. En ambos lugares va mucho del Mar¨ªas que se dispersa y exalta en los art¨ªculos que re¨²ne el volumen pero va de otra manera: en un g¨¦nero raro en ¨¦l, como el diario, y de viva voz, como en la entrevista. El escritor de estos art¨ªculos es, con pocas excepciones (una evocaci¨®n de Benet o alg¨²n otro art¨ªculo m¨¢s extenso), otro distinto del novelista: el periodo se hace m¨¢s breve, la sentenciosidad no se corrige con la duda o la iron¨ªa y la gracia reflexiva y meditabunda de su mejor narrador queda aqu¨ª atrapada en la an¨¦cdota o la observaci¨®n sin despliegue. La ventaja es la precisi¨®n y la exactitud de los datos: el lector que quiere a Mar¨ªas quiere saber tambi¨¦n qui¨¦n era y por qu¨¦ se aficion¨® y cu¨¢ndo a Aliocha Coll, y estar¨¢ encantado de saber de d¨®nde viene a su vida esa Soria a la que ha vuelto en los ¨²ltimos a?os y le gustar¨¢ releer las p¨¢ginas en que medita sobre sus 19 a?os de muchacho novelista y sin duda se engolfar¨¢ en varios de los art¨ªculos para rastrear el parentesco con Jess Frank, la deuda con su madre Lolita o qui¨¦nes eran esas abuelas y esas t¨ªas de las familias con muchos miembros y algunos remotos.
Aquella mitad de mi tiempo. Al mirar atr¨¢s
Javier Mar¨ªas
Edici¨®n de In¨¦s Blanca
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2008
408 p¨¢ginas. 23 euros
La rareza de este volumen es tambi¨¦n su gracia: la editora ha seleccionado aquellos que tratan directa e indirectamente de asuntos de su propia biograf¨ªa, de sus amigos personales y literarios, evocaciones, recuerdos, semblanzas o episodios vividos. Y es ah¨ª, en ese ¨¢mbito de la memoria que es literatura (recreaci¨®n y fabulaci¨®n), donde el articulismo de Javier Mar¨ªas funciona mejor: cuando apenas aflora el cascarrabias o el mani¨¢tico de esto o aquello, donde menos propende a la derogaci¨®n del presente y sus fallas morales, o donde menos se inclina a la censura de poco con alguna excesiva solemnidad o acritud desproporcionada. De manera que el libro volver¨¢ a ser una fiesta para los lectores de Pasiones pasadas, Literatura y fantasma o Mano de sombra porque reencontrar¨¢n algunos de los mejores art¨ªculos de esos libros y llegar¨¢n a sentir la ficci¨®n de estar en otra forma m¨¢s de autobiograf¨ªa del autor. Los esbozos de personajes a veces son magistrales, incluso si cede por contagio al bondadoso teatro de las visitas a Aleixandre, porque a cambio se encontrar¨¢n cosas de m¨¢s sustancia, como las m¨²ltiples evocaciones de Juan Benet o las reivindicaciones con formalidad y resentimiento de su padre, Juli¨¢n Mar¨ªas, pero tambi¨¦n algunas de las m¨¢s hermosamente sentimentales, como las de sus amigos de Oxford o la historia del Reino de Redonda y hasta los rastros de los amigos que han ido desapareciendo o los que est¨¢n explosivamente vivos, como Luis Antonio de Villena o Vicente Molina Foix o Fernando Savater.
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