Donde la diosa Juno tuvo celos de Galicia
La Ribeira Sacra, entre Ourense y Lugo. Un profundo tajo en el cauce del r¨ªo Sil al que se asoman vi?edos y monasterios cargados de historia y de leyenda
Pregunta: ?c¨®mo se pueden unir la naturaleza en estado puro, la sabidur¨ªa popular para elaborar vino con vi?edos en lugares inconcebibles, el misticismo de los eremitas que desemboc¨® en el poder¨ªo de la Iglesia y un grupo colorista y ruidoso de turistas? Respuesta: recorriendo los ca?ones del Sil en catamar¨¢n. Dos horas y media de navegaci¨®n por 44 kil¨®metros de la Ribeira Sacra, una zona a caballo entre Ourense y Lugo en la que inicialmente se establecieron los romanos, y despu¨¦s, numerosos monasterios medievales de monjes procedentes de Francia que se hicieron los due?os del lugar y elaboraron espl¨¦ndidos vinos.
Durante todo el a?o, siempre que el caudal lo permita, se puede recorrer esa parte del Sil por nueve euros (el trayecto m¨¢s largo) a bordo de una moderna y silenciosa embarcaci¨®n de dos pisos y con un aforo de 114 plazas.
La excursi¨®n fluvial sit¨²a perfectamente al viajero en la espectacular orograf¨ªa. Es un extraordinario plano general de la zona, que necesita de excursiones complementarias a pie o en coche para hacerse una idea completa de la Ribeira y de sus 18 monasterios. Desde el barco se aprecian en todo su esplendor los enormes bosques de robles, abedules, alcornoques, pinos, madro?os y dem¨¢s variedades que llegan hasta el borde del agua. Se observa tambi¨¦n, y con asombro, la fertilidad de una tierra que hace crecer las vi?as en las escarpadas paredes rocosas. Bancales de vi?edos de la variedad de uva menc¨ªa que, seg¨²n se dice, los primeros en cultivarlas fueron los romanos en el siglo I. Y no s¨®lo en los bancales: bastan unos pocos metros cuadrados entre roca y roca para que aparezca alguna vi?a que, naturalmente, habr¨¢ de ser recogida a mano y transportada en barca, ya que es inaccesible para m¨¢quinas o veh¨ªculos.
Pero si el vino es el producto de la relaci¨®n entre el hombre y la naturaleza, la Ribeira Sacra no se concibe sin los eremitas y los monasterios. Es la relaci¨®n entre el hombre y el Ser Supremo. Los primeros restos arqueol¨®gicos del cristianismo en Galicia datan del siglo IV, varios cientos de a?os despu¨¦s de la presencia de los romanos, ¨¢vidos buscadores de oro, como corresponde a todo imperio que se precie. Probablemente por el clima -templado la mayor parte del a?o-, por la calidad de la tierra y por un paisaje que estimula la soledad y el aislamiento, los anacoretas encontraron en la zona el lugar propicio para su asc¨¦tica vida. Por los empinados montes y profundos valles surgieron peque?os eremitorios como el de San Pedro de Rocas, del siglo VI, en cuyo interior hay varias tumbas antropomorfas altomedievales que ponen los pelos de punta a quienes las contemplan.
El catamar¨¢n, por su parte, hace tiempo que sali¨® del embarcadero de Doade (Monforte, Lugo) rumbo al embarcadero de Chanc¨ªs, en el concello de Sober (Lugo), dejando en la otra ribera los concellos ourensanos de Castro Caldelas, A Teixeira, Parada do Sil y Nogueira de Ramu¨ªn. Los viajeros ya han escuchado los primeros datos de Jos¨¦ Manuel, el gu¨ªa: "Viajaremos por el Sil, del que el dicho popular dice, y dice bien, que el Mi?o lleva la fama y el Sil aporta el agua". Navegamos por un r¨ªo que en este tramo tiene una profundidad media de 70 metros. Con profesionalidad y paciencia nos se?ala el peque?o afluente, el Mao; la central el¨¦ctrica de Fenosa; las caprichosas formas de alguna de las rocas que necesitan m¨¢s del voluntarismo del espectador que de la realidad objetiva para aceptar que una de ellas es el obispo de Ourense; otra, el de Lugo, y una tercera, la de un monje leyendo. La paciencia, por su parte, es inevitable en un peque?o barco en el que viajan 60 o 70 adultos y 10 o 12 ni?os. C¨¢maras de v¨ªdeo por doquier, gorras, saludos a los viajeros de los catamaranes que vuelven cuando nosotros vamos, alguna reprimenda maternal, "ni?o, no te asomes tanto"... en fin, las cosas de la vida.
Santo Estevo
Volvamos al monte. Aquellos austeros eremitas se organizaron m¨¢s tarde en cenobios. La renovaci¨®n de la vida mon¨¢stica y el surgimiento de nuevas congregaciones durante la Edad Media explican la proliferaci¨®n de monasterios. Lo que resulta m¨¢s dif¨ªcil de explicar es c¨®mo se pudieron construir tales edificaciones en un terreno dificultoso de acceder hasta para las mulas. Probablemente el m¨¢s impresionante de todos ellos sea el de Santo Estevo de Ribas de Sil, fundado por los benedictinos en el siglo X y reconvertido hoy en parador.
Naturalmente, Galicia no ser¨ªa Galicia si no estuviera inmersa en numerosas y variadas leyendas. Lo legendario, m¨¢gico y misterioso es tan consustancial a esta tierra como el pulpo o los grelos, por m¨¢s que lo dicho suene a t¨®pico. La Ribeira Sacra, por supuesto, no es una excepci¨®n, y de ella se cuentan centenares de historias, entre otras la de que el dios J¨²piter qued¨® deslumbrado ante la belleza de Galicia y para poseerla la atraves¨® con un r¨ªo. Su esposa, la diosa Juno, indignada por la competencia de aquella desconocida, decidi¨® abrir en su faz una gran herida y conseguir as¨ª que J¨²piter repudiara a su nuevo amor. La enorme herida, que en algunos puntos alcanza casi los 300 metros de desnivel, es lo que hoy se conoce como los ca?ones del Sil.
Y de lo legendario a lo hist¨®rico: tras aceptar la traducci¨®n de la denominaci¨®n medieval de Rivoira Sacrata como Ribeira Sacra por la gran cantidad de conventos en la zona, ahora se discute el origen del top¨®nimo. Estudiosos como Manuel Vid¨¢n y Torquato de Souza creen que en la transcripci¨®n de fray Antonio de Yepes del primer documento que se conserva en el que se hace referencia a la mencionada denominaci¨®n hay un error, y donde Yepes transcribe Rivoira, el texto habla de Rovoyra. Dicho de otra manera: no se menciona una ribera, sino un robledal, y es bien sabido que el roble forma parte esencial de las tradiciones celtas: era el ¨¢rbol sagrado y guardi¨¢n del esp¨ªritu de la tribu. Lo cierto es que la Ribeira Sacra es, entre otras muchas cosas, un enorme robledal.
El catamar¨¢n ha llegado ya a las inmediaciones de Nogueira de Ramu¨ªn. Es el momento de iniciar el retorno. Los navegantes comienzan a sentir una cierta fatiga. Hace un d¨ªa espl¨¦ndido y en la cubierta superior de la embarcaci¨®n no hay lugar para una sombra misericordiosa. Alguno apoya sus hombros y cabeza en la barandilla en un vano intento de ocultar la evidente siesta ligera o cabezada. Los ni?os hace tiempo que no saben qu¨¦ hacer. Los mayores, por su parte, y ante la solanera que ya sienten en sus cuerpos, optan por cubrirse la cabeza con todo tipo de indumentarias a cual m¨¢s absurda: desde gorras de b¨¦isbol de colores chillones hasta gorros de pitufos o pa?uelos.
Mu¨¦rdago y druidas
En el viaje de vuelta, por estribor, el gu¨ªa llama la atenci¨®n sobre una peque?a torre que se divisa entre los ¨¢rboles que coronan una de las monta?as: es el monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil, de origen erem¨ªtico, fundado por los benedictinos en el siglo IX y que cuenta con una iglesia rom¨¢nica del siglo XII. Por babor se aprecia una modesta edificaci¨®n, un priorato, que perteneci¨® al benedictino monasterio de Santa Mar¨ªa de Montederramo, fundado por do?a Teresa de Portugal en 1124, en cuyo documento fundacional aparece por primera vez la expresi¨®n Rivoira Sacrata. Tiempo despu¨¦s, el convento pas¨® a ser de la orden del Cister. Su nombre alude, probablemente, al mu¨¦rdago que recog¨ªan los druidas, lo que apoya la versi¨®n de Robledal Sagrado.
Sobre el monasterio escribe Julio Anta en su Historia de Galicia: "Su incorporaci¨®n a la orden del Cister se produce entre los a?os 1155 y 1163; su cambio de advocaci¨®n a santa Mar¨ªa, en 1160. Durante estos a?os se produce el traslado desde Seoane hasta su ubicaci¨®n actual. En los siglos XII, XIII y XIV, el monasterio goz¨® de grandes privilegios, tanto de nobles piadosos como de reyes generosos. As¨ª, alcanz¨® un gran patrimonio y poder econ¨®mico parejo a su prestigio espiritual". Aquellos austeros anacoretas trajeron estos ricos e influyentes monjes.
El viaje est¨¢ llegando a su fin y no se puede concluir su relato sin hacer menci¨®n a los vinos tintos de la zona, que se conocen con el nombre gen¨¦rico de menc¨ªa, pues tal es la variedad aut¨®ctona de la uva que se utiliza en su elaboraci¨®n, sin despreciar, aunque en menor medida, la variedad de blancos conocida como godello. Un tinto afrutado y de gran presencia, muy recomendado para acompa?ar las carnes. Dicen que una de las variantes de este vino, el Amandi, se le hac¨ªa llegar al C¨¦sar desde la Gallaecia romanizada.
El catamar¨¢n atraca de nuevo en Doade. Han pasado dos horas y media de agua, sol, vi?edos, rocas y robles. Quiz¨¢ el oto?o sea la mejor ¨¦poca para navegar por estos parajes, cuando los ¨¢rboles ofrecen una mayor gama de colores y el ambiente roza la melancol¨ªa. Lo que es seguro es que la diosa Juno quiso salvaguardar el amor de J¨²piter, pero su rabia nos proporcion¨® a los mortales un gran espect¨¢culo de la naturaleza.
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Gu¨ªa
Cruceros
? Ruta de los Embalses (982 26 01 96; www.rutaembalses.com) ofrece la ruta Doade-Chanc¨ªs por 9 euros.
? Hemisferios (982 25 45 45; www.hemisferios.es) ofrece la ruta de ida y vuelta Santo Estevo-Rabacallos (hora y media) desde 13 euros y paquetes que incluyen crucero y alojamiento en casa rural por unos 70. Imprescindible reservar.
? Catamar¨¢n Ribeira Sacra (www.riosil.com; 988 21 51 00) tiene rutas de ida y vuelta Santo Estevo-San Fiz (hora y media) desde 12,50 euros.
Informaci¨®n
? Consorcio de Turismo Ribeira Sacra (988 20 10 23; www.ribeirasacra.org).
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