La hora de la pol¨ªtica fiscal
El Dow Jones se dispara; no, se desploma; no, se dispara; no, se...
No importa. Mientras el maniacodepresivo mercado de valores domina los titulares, la historia m¨¢s importante son las l¨²gubres noticias que llegan sobre la econom¨ªa real. Ahora est¨¢ claro que rescatar a los bancos es s¨®lo el principio: la econom¨ªa no financiera tiene tambi¨¦n una desesperada necesidad de ayuda.
Y para proporcionar esa ayuda vamos a tener que dejar de lado algunos prejuicios. Est¨¢ pol¨ªticamente de moda despotricar contra el gasto estatal y pedir responsabilidad fiscal. Pero ahora mismo, un mayor gasto estatal es justo lo que el doctor receta, y las preocupaciones sobre el d¨¦ficit presupuestario deben ser dejadas en suspenso.
Todos los s¨ªntomas apuntan a un desplome econ¨®mico feo, brutal y largo
Hay que darle a la econom¨ªa la ayuda que precisa. No es momento de preocuparse por el d¨¦ficit
Antes de que llegue a eso, hablemos de la situaci¨®n econ¨®mica.
Esta misma semana hemos sabido que las ventas minoristas se han ca¨ªdo por un precipicio, al igual que la producci¨®n industrial. El desempleo est¨¢ a niveles de una brusca recesi¨®n y el ¨ªndice de manufacturas de la Fed de Filadelfia est¨¢ cayendo a su ritmo m¨¢s r¨¢pido en casi 20 a?os. Todos los s¨ªntomas apuntan a un desplome econ¨®mico que ser¨¢ feo, brutal y largo.
?C¨®mo de feo? La tasa de desempleo est¨¢ ya por encima del 6% (y mediciones m¨¢s amplias de subempleo est¨¢n en cifras de dos d¨ªgitos). Ahora es virtualmente seguro que la tasa de desempleo se ir¨¢ por encima del 7%, y bastante posiblemente por encima del 8%, haciendo de ¨¦sta la peor recesi¨®n en un cuarto de siglo.
?Y c¨®mo de largo? En realidad podr¨ªa ser muy largo.
Piensen lo que sucedi¨® en la ¨²ltima recesi¨®n, la que sigui¨® al estallido de la burbuja tecnol¨®gica de finales de los noventa. A primera vista, la respuesta de las autoridades pol¨ªticas a esa recesi¨®n parece una historia de ¨¦xito. Aunque se hab¨ªan extendido los temores de que Estados Unidos experimentara una d¨¦cada perdida al estilo japon¨¦s, eso no ocurri¨®: la Reserva Federal fue capaz de impulsar una recuperaci¨®n desde esa recesi¨®n bajando los tipos de inter¨¦s.
Pero lo cierto es que estuvimos pareciendo japoneses por un buen rato: la Fed lo pas¨® mal hasta lograr darle empuje a la econom¨ªa. A pesar de las repetidas rebajas de los tipos de inter¨¦s, que ocasionalmente rebajaron el tipo de los fondos federales a s¨®lo el 1%, la tasa de desempleo se mantuvo al alza; pasaron m¨¢s de dos a?os antes de que el panorama del empleo empezara a mejorar. Y cuando finalmente lleg¨® una recuperaci¨®n convincente, fue s¨®lo porque Alan Greenspan se las hab¨ªa arreglado para reemplazar la burbuja tecnol¨®gica con una burbuja inmobiliaria.
Ahora le ha llegado el turno de estallar a la burbuja inmobiliaria, dejando el paisaje financiero lleno de restos desparramados. Incluso si los esfuerzos en marcha para rescatar el sistema bancario y descongelar los mercados de cr¨¦dito funcionan -y aunque todav¨ªa es pronto, los primeros resultados han sido decepcionantes-, es dif¨ªcil imaginarse una recuperaci¨®n inmobiliaria en alg¨²n momento pr¨®ximo. Y no parece obvio que haya otra burbuja esperando su turno. As¨ª que a la Fed va a resultarle todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil esta vez darle empuje a la econom¨ªa.
En otras palabras, no hay mucho que Ben Bernanke pueda hacer por la econom¨ªa. Puede y debe rebajar los tipos de inter¨¦s todav¨ªa m¨¢s, pero nadie espera que eso haga m¨¢s que proporcionar un leve impulso econ¨®mico.
Del otro lado, hay mucho que el Gobierno federal puede hacer por la econom¨ªa. Puede proporcionar prestaciones ampliadas a los desempleados, lo que a la vez ayudar¨¢ a las angustiadas familias a arregl¨¢rselas y pondr¨¢ dinero en los bolsillos de gente que probablemente se lo gastar¨¢. Tambi¨¦n puede proporcionar ayuda de emergencia a los gobiernos estatales y locales, de modo que no se vean forzados a bruscos recortes de gastos que a la vez degraden los servicios p¨²blicos y destruyan empleos. Puede comprar hipotecas (aunque no a su valor nominal, como ha propuesto John McCain) y reestructurar los t¨¦rminos de los pr¨¦stamos para ayudar a las familias a seguir en sus casas.
Y ¨¦ste es tambi¨¦n un buen momento para embarcarse en algunas inversiones en infraestructuras importantes, que el pa¨ªs necesita miserablemente en cualquier caso. El argumento habitual contra las obras p¨²blicas como est¨ªmulo econ¨®mico es que tardan demasiado: para el momento en que consigues reparar ese puente o mejorar aquella l¨ªnea de ferrocarril, el desplome econ¨®mico ha quedado atr¨¢s y ya no hace falta el est¨ªmulo. Pues bien, ese argumento no tiene valor ahora, en la medida en que las probabilidades de que este frenazo se supere pronto son virtualmente nulas. As¨ª que pongamos esos proyectos en marcha.
?Har¨¢ la pr¨®xima Administraci¨®n lo que hace falta para lidiar el frenazo econ¨®mico? No si McCain logra la victoria. Lo que necesitamos ahora mismo es m¨¢s gasto p¨²blico, pero cuando le preguntaron a McCain en uno de los debates c¨®mo har¨ªa frente a la crisis, contest¨®: "Bueno, lo primero que tenemos que hacer es poner el gasto bajo control".
Si Barack Obama se convierte en presidente, no tendr¨¢ el mismo movimiento reflejo de oponerse al gasto. Pero tendr¨¢ que enfrentarse en Washington a un coro de personas a su alrededor dici¨¦ndole que tiene que ser responsable, que los grandes d¨¦ficits que el Gobierno tendr¨¢ el a?o pr¨®ximo si hace lo correcto son inaceptables. Obama debe ignorar ese coro. Lo responsable, ahora mismo, es darle a la econom¨ªa la ayuda que necesita. No es momento de preocuparse por el d¨¦ficit.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Econom¨ªa 2008. ? New York Times Service, 2008.
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