La trampa de la liquidez
Todos estamos entre agobiados y saturados ante tantos an¨¢lisis de lo que est¨¢ pasando. Es cierto que los que predijimos, hace ya mucho tiempo, lo que se nos ven¨ªa encima, tenemos ahora el muy dudoso consuelo de haber tenido raz¨®n. Y que los que opinaban lo contrario han hecho, literalmente, el rid¨ªculo. Y que se ha perdido much¨ªsimo, demasiado, tiempo.
Alternando latinajos en lenguas vivas y muertas: "anyway" y "alea jacta est". En castizo: esto es lo que hay y se acab¨® la presente historia. Y a ver qu¨¦ hacemos.
Y, hoy por hoy, el debate va mucho m¨¢s all¨¢ de las "tradicionales" crisis inmobiliarias y del sector de la construcci¨®n, o, incluso, de las menos recurrentes crisis derivadas de shocks de oferta, en virtud de incrementos sustanciales y s¨²bitos de las materias primas y, en particular, de las energ¨¦ticas.
Est¨¢ en juego el pilar sobre el que descansa el sistema capitalista: el mecanismo de creaci¨®n de dinero
El debate se centra, cada vez m¨¢s, en una in¨¦dita crisis financiera global, que va, insisto, much¨ªsimo m¨¢s all¨¢ de una crisis burs¨¢til, como la de 1987, y que supera, con creces, crisis financieras compartimentadas, tanto desde el punto de vista sectorial (las crisis de las compa?¨ªas puntocom) o geogr¨¢fico (las crisis del sureste asi¨¢tico en 1997, el efecto tequila o la suspensi¨®n de pagos de Rusia, por poner diferentes ejemplos inmediatos).
Esto es claramente otra cosa. Y much¨ªsimo m¨¢s grave.
Porque lo que est¨¢ en juego es, nada m¨¢s y nada menos, el pilar b¨¢sico sobre el que descansa el sistema capitalista: el mecanismo de creaci¨®n de dinero, m¨¢s all¨¢ del dinero material que genera el Banco Central (antes el Banco de Espa?a y ahora el Banco Central Europeo), y, por lo tanto, el multiplicador que permite, desde la base monetaria, determinar la cantidad de dinero existente en el sistema, a trav¨¦s del negocio bancario. Dicho de otro modo: lo que se est¨¢ poniendo en tela de juicio es, nada m¨¢s y nada menos, lo que conocemos por multiplicador del cr¨¦dito. Es decir: la confianza.
Palabras clave, pues: cr¨¦dito y confianza. Y, a nuestros efectos, sin¨®nimos. Sin confianza, no hay cr¨¦dito. Y sin cr¨¦dito, no hay confianza. Ni nada. Sin cr¨¦dito, el sistema capitalista muere y la econom¨ªa de mercado deviene puro trueque sin posibilidad de generar crecimiento y prosperidad.
Por ello, todo lo que est¨¢ pasando es tan sumamente grave. Porque la p¨¦rdida de la confianza es tal que la consecuencia es terrible: ha desaparecido el cr¨¦dito. Y ha desaparecido no s¨®lo de los bancos a los particulares y las empresas, sino lo que me parece todav¨ªa peor, entre los bancos entre s¨ª: ?ha desaparecido, pr¨¢cticamente, el mercado interbancario!
La pregunta es obvia: ?por qu¨¦? ?Qu¨¦ ha pasado para que lo que ha funcionado, no ya durante d¨¦cadas, sino durante siglos, hoy no funcione? Y la respuesta es, asimismo, bastante obvia. Nunca antes se hab¨ªan generado tantas dudas sobre la calidad real de los activos que soportan los riesgos que asumen nuestros sistemas financieros. Y eso es as¨ª por la globalizaci¨®n de esos riesgos y, sobre todo, por la excepcional "sofisticaci¨®n" de los mismos, hasta el punto de que no podemos saber cu¨¢l es la contrapartida real de los compromisos que se han asumido.
Como dice Buffet, los "derivados" se han convertido en aut¨¦nticas "armas de destrucci¨®n masiva...". Y no porque sean malos en s¨ª mismos, sino porque se han convertido en algo incontrolable por las autoridades monetarias y de supervisi¨®n. Sin coordinaci¨®n global de las capacidades de supervisi¨®n y control, todo lo que se ha hecho en los mercados financieros internacionales nos puede llevar -y, de hecho, as¨ª est¨¢ siendo- al desastre.
Y, en este contexto, la teor¨ªa -expresada en t¨¦rminos muy cautelosos y excepcionales por Keynes, hace tres cuartos de siglo- sobre la demanda infinitamente el¨¢stica de dinero, sea cual sea su precio, recobra toda su actualidad. Probablemente Keynes jam¨¢s pens¨® en esa eventualidad -la trampa de la liquidez- m¨¢s all¨¢ de un momento puntual. Y su receta era clara: "C¨¦bese la bomba" desde el sector p¨²blico y los agentes econ¨®micos recuperar¨¢n la confianza, crecer¨¢ la demanda efectiva y la demanda de dinero volver¨¢ a ser una curva de pendiente negativa en funci¨®n del tipo de inter¨¦s.
Todo un poco demasiado simplista hoy.
Pero quisiera recuperar una magn¨ªfica y muy sobrada cita de Keynes, del pr¨®logo de su Teor¨ªa general: "La dificultad reside no en las ideas nuevas, sino en rehuir las viejas que entran rondando hasta el ¨²ltimo pliegue del entendimiento de quienes se han educado en ellas, como la mayor¨ªa de nosotros".
Vayamos, pues, a ello.
Hoy estamos ante la "trampa de la liquidez". Es decir, se inyecta dinero -much¨ªsimo- al sistema, y nadie presta. Todo se atesora. Demasiados a?os de pol¨ªticas fiscales y monetarias expansivas. Sobre todo en Estados Unidos. Combinaci¨®n letal entre Bush y Greenspan.
?Y si rompemos moldes, como nos ped¨ªa, hace sesenta a?os, Keynes?
?Y si, en lugar de crear fondos p¨²blicos para comprar "activos t¨®xicos", como prev¨¦ el llamado plan Poulsen en Estados Unidos, o para comprar activos especialmente "sanos", como prev¨¦ el a¨²n ambiguo e indefinido plan Solbes, en Espa?a, o para adquirir acciones "preferentes" de los bancos, como plantea el Reino Unido (y cada vez m¨¢s pa¨ªses europeos), nos planteamos qu¨¦ hacer para que los bancos, antes de dar confianza a los agentes econ¨®micos, conf¨ªen entre s¨ª?
Por ello, avalar los pr¨¦stamos interbancarios es mucho mejor -y mucho menos costoso- para el sector p¨²blico -y para los contribuyentes- que hacer otras operaciones dudosas.
Si los bancos conf¨ªan entre s¨ª, aunque sea con el aval del sector p¨²blico, todo ser¨ªa mucho m¨¢s f¨¢cil.
Si hay confianza interbancaria, la liquidez volver¨¢ a los mercados. Y volver¨¢ el bendito cr¨¦dito. Y se ver¨¢ la luz al final del t¨²nel.
Josep Piqu¨¦ es economista y ex ministro.
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