Tragicomedia fr¨¢gil (y f¨¢cil)
Son muy pocos los retratos cinematogr¨¢ficos que nos llegan del pasado o de la actualidad de esa isla tan exuberante como sufrida llamada Cuba. Si la mayor¨ªa de sus habitantes lo tiene complicado para sobrevivir con lo elemental, si la obligaci¨®n cotidiana impone eso tan fatigoso del buscarse la vida, se supone que lo de rodar pel¨ªculas es un lujo cercano a lo prohibitivo para los nativos, aunque mucho alumno for¨¢neo que estudi¨® en la escuela de cine de San Antonio de los Ba?os (Mariano Barroso, Benito Zambrano y Jaime Rosales, entre otros directores espa?oles) testifique su emocionado recuerdo de ese ejemplar aprendizaje.
Steven Soderbergh, un director atractivo y extra?o que ha logrado compaginar las arriesgadas y muy personales pel¨ªculas que desea hacer con los productos computerizados e impecables que le hacen millonario, recreaba hace poco tiempo con notable credibilidad en El Che. El argentino el nacimiento de la revoluci¨®n cubana, la fe y la convicci¨®n de gente tan sacrificada como reivindicativa de que se deb¨ªa y se pod¨ªa cambiar el corrupto y lamentable estado de las cosas.
EL CUERNO DE LA ABUNDANCIA
Direcci¨®n: Juan Carlos Tab¨ªo.
Int¨¦rpretes: Jorge Perugorr¨ªa, Enrique Molina, Paula Al¨ª, Vladimir Cruz, Mirtha Ibarra, Yoima Vald¨¦s.
G¨¦nero: comedia. Espa?a, Cuba, 2008.
Duraci¨®n: 108 minutos.
Juan Carlos Tab¨ªo nos describe en El cuerno de la abundancia lo que ha ocurrido 50 a?os despu¨¦s de la rebeli¨®n en la granja. Y aunque utilice la farsa y la f¨¢bula, nos hace pensar que en esa desgraciada tierra todo est¨¢ muy crudo, que se cae a pedazos, que se impone el trapicheo y el s¨¢lvese quien pueda para seguir tirando. Tambi¨¦n que so?ar es gratis y que supone un incombustible motor vital.
Como los compadecibles y tragic¨®micos habitantes de Villar del R¨ªo, los protagonistas de El cuerno de la abundancia tambi¨¦n esperan la inminente llegada de m¨ªster Marshall, aunque en su caso el milagro que les va a sacar de la permanente ruina sea la aparici¨®n de la mitol¨®gica y oculta herencia de unas supuestas familiares que vivieron en el siglo XVIII.
Ese descubrimiento ocurre gracias a Internet, invento que permite saber lo que ocurre en el ancho mundo a gente cuya ilusi¨®n puede estar concentrada en poseer un frigor¨ªfico lujoso y un dormitorio que permita intimidad.
Y se supone que Tab¨ªo est¨¢ utilizando la comedia costumbrista y el humor disparatado para pintar la vida misma, su complejidad, sus miserias, sus equ¨ªvocos y su ternura. Esa realidad funcionaba con dramatismo y comicidad en Fresa y chocolate y en Guantanamera, que codirigi¨® junto a Tom¨¢s Guti¨¦rrez Alea. Pero aqu¨ª el pretendido esperpento tiene escasa gracia, la iron¨ªa es burda, los personajes y las situaciones huelen a caricatura.
Es una pel¨ªcula que busca la inmediata complicidad con el receptor (qu¨¦ cansino ese recurso del narrador habl¨¢ndole en primer plano a los espectadores), con la que intento integrarme y disfrutar de su humor. En vano. Y va a peor de forma alarmante. La postrera secuencia de la boda es digna del cine de Mariano Ozores. En este caso, la necesidad de describir la realidad no ha conseguido ning¨²n milagro art¨ªstico.
![Vladimir Cruz (izquierda) y Jorge Perugorr¨ªa, en un fotograma de <i>El cuerno de la abundancia.</i>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XRBKRLGFFULHRAD7ZA6VIJENV4.jpg?auth=a2e18767bc2431bc6b46b7cb6f19736d2797bd22e31ed4072fe3374e6cdfba90&width=414)
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