"Nos han 'desconciliado' la vida"
Un instituto de Bilbao exige que el Gobierno vasco autorice la jornada continua - El Departamento de Educaci¨®n replica que no est¨¢n demostrados sus beneficios
Con el horario de este curso, Elizabeth, de 14 a?os, dice que ahora s¨®lo encuentra tiempo para estudiar de noche y agobiada. Alazne, de igual edad, extra?a la siesta que se pod¨ªa echar antes de ir a su clase particular de las cinco de la tarde. Otros alumnos del bilba¨ªno Instituto Ibaizabal quieren volver a tener todas las tardes para s¨ª mismos, aunque sea para ver la televisi¨®n. Despu¨¦s de tres cursos en horario continuo por las molestias que causaban unas obras pr¨®ximas, el instituto fue obligado en octubre pasado por el Departamento de Educaci¨®n del Gobierno vasco a recuperar la jornada partida que exige la normativa auton¨®mica. Y los padres no entienden por qu¨¦ deben renunciar a un horario respaldado por ellos mismos, los alumnos (de entre 12 y 16 a?os), los profesores y la direcci¨®n del centro.
"No hay estudios concluyentes que demuestren que la jornada continua beneficie el rendimiento acad¨¦mico", replica un portavoz de la consejer¨ªa, en manos de Eusko Alkartasuna (EA). "El horario de ma?ana y tarde fue pactado con los colectivos de padres y la norma est¨¢ para cumplirse. Son los padres los que nos piden que no mandemos a los ni?os por la tarde a casa porque es incompatible con sus horarios de trabajo. Un instituto no puede saltarse las reglas porque s¨ª", a?ade.
La Asociaci¨®n de Padres de Alumnos de la Escuela P¨²blica Vasca, de momento opuesta al horario intensivo, se muestra ahora m¨¢s receptiva y abrir¨¢ un debate en diciembre. Ese horario est¨¢ autorizado en todas las comunidades aut¨®nomas, salvo Euskadi y Catalu?a (que tienen jornada mixta), y de hecho es mayoritario en los de institutos de secundaria, seg¨²n un estudio de la Confederaci¨®n Espa?ola de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos, que tambi¨¦n reclama la jornada partida. "No queremos esperar a que haya debate. Los institutos no son un aparcamiento de ni?os. Llevamos tres cursos con esto y nos funciona. No pedimos que sea para todos. Pedimos flexibilidad para que cada centro tenga la libertad de elegir", explica Marisol, una de las madres que a?ora el horario de 8.30 a 14.40. En mayo pasado, tras un refer¨¦ndum entre familias, alumnos, profesorado y personal, 412 personas votaron a favor del horario continuo sobre un censo de 581 votantes. Los padres y los alumnos no claudican: recurrieron a manifestaciones e incluso a una huelga de alumnos por la tarde, que abandonaron ante la amenaza de ser denunciados por absentismo ante la Fiscal¨ªa de Menores.
"Los chavales est¨¢n m¨¢s atentos en clase sin tener que parar para comer. Para nosotros es mejor trabajar por la ma?ana, pero las que est¨¢n peleando son las familias y estamos con ellas", afirma un profesor del centro, que prefiere no ver publicado su nombre. Una de sus colegas incide en que muchos de los problemas de disciplina se produc¨ªan en esas ¨²ltimas horas de la tarde en que los alumnos ya est¨¢n con la mente en otro lugar.
La consejer¨ªa de Educaci¨®n reconoce que no quiere abrir la caja de Pandora, a sabiendas de que varios institutos alaveses pidieron lo mismo el pasado curso. Un argumento recurrente entre quienes se oponen al cambio es que los profesores son los instigadores de la protesta. "Estamos cansados de que o¨ªr cada vez que se plantea este debate cosas como '?Qu¨¦ jeta tienen los profesores; quieren currar a¨²n menos!", se?ala uno de la decena de directores alaveses que pidieron la jornada continua para su centro. "Tenemos 650 alumnos. Tenemos un horario para la ESO, otro para el Bachillerato y otro para los dem¨¢s. Tenemos que casar todo y no es f¨¢cil. Pedimos simplificar las cosas", agrega.
Los padres del Ibaizabal tambi¨¦n rechazan el argumento de que se acostumbra a los ni?os a trabajar menos. Calculan que el pasado curso ten¨ªan 510 minutos m¨¢s de clase que el actual con la jornada partida. Inciden en que el horario continuo les permite construir una educaci¨®n a la carta, dejando la tarde para las actividades extraescolares o clases de refuerzo. El cambio les resulta a¨²n m¨¢s irritante ya que tuvieron que improvisar retoques en los horarios de sus hijos con el curso ya empezado. "Si tanto hablan de conciliaci¨®n entre familia y trabajo, que sepan que, a nosotros, nos la han desconciliado", sentencia Marisol.
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