La lista negra de Txeroki
El 'jefe militar' de ETA ten¨ªa una relaci¨®n con "disidentes" fieles a Thierry - La investigaci¨®n revela una banda resquebrajada
Los datos recopilados por las polic¨ªas espa?ola y francesa a lo largo de las semanas en las que vigilaron a Garikoitz Aspiazu, Txeroki, revelan que la brecha interna abierta en el n¨²cleo dirigente de ETA alcanz¨® la dimensi¨®n y profundidad de una aut¨¦ntica fractura. Entre la informaci¨®n operativa que los servicios policiales captaron durante el seguimiento y control de las comunicaciones efectuadas por Txeroki en ese tiempo, figura un nutrido listado de activistas "disidentes" y "no fiables" por estar en sinton¨ªa con las posiciones del antiguo jefe pol¨ªtico Francisco Javier L¨®pez Pe?a, Thierry.
Seg¨²n fuentes policiales, ambos bandos han estado enzarzados desde hace dos a?os en una pugna, inicialmente soterrada, que en los ¨²ltimos tiempos hab¨ªa llegado a manifestarse abiertamente en campa?as de mutuo descr¨¦dito. L¨®pez Pe?a hab¨ªa difundido entre militantes de su confianza un informe en el que se caracteriza de irracional y desleal al responsable de los aparatos militar y log¨ªstico (Txeroki). Del mismo modo, el brazo militar reparti¨® un escrito en el que se acusaba al "aparato pol¨ªtico y financiero" dirigido por L¨®pez Pe?a de haber intentado ahogarles econ¨®micamente.
Txeroki cre¨ªa que Thierry intentaba ahogar a los suyos econ¨®micamente
La divisi¨®n hizo que Batasuna recibiera mensajes contradictorios
Thierry fue arrestado el pasado 20 de mayo en Burdeos junto con otros tres integrantes del llamado aparato pol¨ªtico, Ainhoa Ozaeta, Igor Suberbiola y Jon Salaberria.
La sospecha de que Thierry ha puesto parte del dinero de la tesorer¨ªa en manos de activistas de su confianza es la raz¨®n, seg¨²n las mismas fuentes, de que haya sido suspendido provisionalmente de militancia junto a Ozaeta y Suberbiola, a la espera de que la organizaci¨®n adopte una decisi¨®n definitiva. Precisamente, seg¨²n las mismas fuentes policiales, esa decisi¨®n le corresponde, entre otros, y pese a su condici¨®n de encarcelado, al propio Salaberria. El antiguo dirigente de las juventudes de Jarrai y Batasuna serv¨ªa de enlace entre los dos aparatos enfrentados.
Todo parece indicar que ETA ha vivido durante la pasada tregua y a lo largo de estos dos a?os bajo dos direcciones simult¨¢neas, lo que explicar¨ªa los mensajes contradictorios recibidos en ese periodo por las organizaciones de su trama civil. El punto de m¨¢ximo desconcierto tuvo lugar a primeros de este a?o, cuando la direcci¨®n de Batasuna recibi¨® instrucciones antag¨®nicas entre s¨ª sobre la actitud a adoptar ante las elecciones generales de marzo. El hecho de que Batasuna secundara finalmente la abstenci¨®n y el boicot activo propugnados por la facci¨®n de Txeroki resultaba ya entonces indicativo de la posici¨®n de fuerza alcanzada por este sector. Con todo, la pugna y el malestar interno se mantuvieron con mucha intensidad hasta el arresto de L¨®pez Pe?a y del resto de los integrantes del aparato pol¨ªtico y financiero.
La actitud chulesca, desafiante, mostrada por Thierry en la reuni¨®n de diciembre de 2006 con el Gobierno espa?ol (la ¨²ltima de la tregua) y el hecho de que acudiera a ese encuentro en solitario, sin la compa?¨ªa del hasta entonces considerado jefe pol¨ªtico de ETA, Jos¨¦ Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, llev¨® a los analistas a interpretar, err¨®neamente, que L¨®pez Pe?a reun¨ªa en su persona la double casquette (las dos gorras, las jefaturas pol¨ªtica y militar), y hab¨ªa sido el elemento determinante de la ruptura. Esa impresi¨®n no se modific¨® pese a que tras el atentado al aparcamiento de la T-4 de Barajas (Madrid), ese mismo mes, Thierry eludi¨® responsabilizarse de esa acci¨®n e inst¨® a los representantes del Ejecutivo espa?ol a continuar por la v¨ªa del di¨¢logo. Su postura fue considerada entonces una a?agaza m¨¢s para conseguir que el Gobierno volviera a sentarse a negociar a pesar de los dos muertos y las p¨¦rdidas millonarias producidas por el atentado.
En las semanas siguientes, algunas voces de Batasuna insinuaron que el aparato militar de Txeroki hab¨ªa precipitado la ruptura, no s¨®lo porque se sent¨ªa fuerte, sino tambi¨¦n porque estaba convencido de que la negociaci¨®n ya hab¨ªa dado de s¨ª todo lo que pod¨ªa dar y hab¨ªa que abortar la "deriva derrotista" que percib¨ªa en la organizaci¨®n. Investigaciones posteriores llevaron a los analistas a la convicci¨®n de que la detenci¨®n de L¨®pez Pe?a en esas circunstancias de divisi¨®n de ETA hab¨ªa sido un error en la medida en que deshac¨ªa el enfrentamiento interno y dejaba el campo expedito a un Txeroki que ha intentado recrear una organizaci¨®n a su medida y asentarse como "hombre fuerte", incorporando incluso a j¨®venes de la kale borroka ya quemados policialmente.
Con Thierry fuera de la circulaci¨®n, el jefe militar se hizo efectivamente con el control de la direcci¨®n y trat¨® de legitimarse ante las bases reabriendo la "asamblea" interna (valoraciones y propuestas escritas sobre un texto base entregado a la militancia) y planteando propuestas tan rompedoras como la de empezar a atentar en Francia o ampliar los objetivos militares a determinadas personalidades del PNV. En los ¨²ltimos cuatro a?os, Txeroki se ha erigido en el genuino representante de los activistas surgidos de la kale borroka, j¨®venes y ya no tan j¨®venes de escasa formaci¨®n que creen ciegamente en el poder de la violencia y valoran muy relativamente las consecuencias pol¨ªticas de los atentados. "Hay que abrir la puerta de la lucha armada en Francia y hacerles ver que son un Estado opresor del mismo nivel que el espa?ol", escriben.
Parecen ignorar que sus simpatizantes vascofranceses, que desempe?an un papel clave en la red de acogida, dif¨ªcilmente entender¨ªan acciones terroristas en su suelo. Y es que muchos de los que "comprenden", justifican o celebran los atentados de ETA cometidos en Espa?a, se escandalizaron del asesinato de dos guardias civiles en Capbreton (1 de diciembre de 2007).
Planteadas bajo el prop¨®sito formal de pulsar la opini¨®n de las bases, las "asambleas" (no presenciales) de ETA han servido siempre para amortiguar las diferencias y reagrupar a los militantes en torno a los planteamientos de la facci¨®n dominante. Pero pese a todo, y de acuerdo con las 115 "aportaciones" incautadas por la polic¨ªa, las bases militantes, particularmente los encarcelados -"secuestrados", se dicen ellos-, rechazaron el ataque frontal al Estado franc¨¦s. S¨®lo admitieron atentados excepcionales contra personalidades del PNV susceptibles de ser acusadas de corrupci¨®n o de animadversi¨®n hacia ETA. No pocos activistas, adem¨¢s, particularmente en las c¨¢rceles, se mostraron sumamente inquietos por el incremento de las detenciones y desconfiados ante la capacidad real de su organizaci¨®n de volver a sentar al Gobierno a negociar.
A la vista de estas reacciones, Txeroki hab¨ªa decidido abrir una nueva "asamblea" interna sobre la estrategia a seguir, a partir de nuevo texto base que sustituyera al elaborado por la oficina pol¨ªtica de Thierry. El hecho de que desde septiembre de 2007 no hayan sacado a luz un nuevo zutabe (bolet¨ªn interno de ETA que sol¨ªa aparecer con una periodicidad trimestral o cuatrimestral) da una idea del marasmo y la confusi¨®n pol¨ªtica en el que se encuentran. Desde la ruptura de la tregua, ninguna de las dos facciones ha sido capaz de imponer una l¨ªnea pol¨ªtica, con lo que todo quedaba a la espera de las conclusiones resultantes del debate interno.
Adem¨¢s de intentar legitimar sus planteamientos por la consulta pretendidamente "democr¨¢tica" y de purgar a sus cr¨ªticos, Txeroki se ha volcado en la reorganizaci¨®n interna, y no s¨®lo de los aparatos de su competencia (militar y log¨ªstico).
El seguimiento a que ha sido sometido hasta su arresto muestra un acusado inter¨¦s en investigar el estado real de la tesorer¨ªa de ETA porque, por lo visto, no le cuadraban las cuentas administradas por Thierry hasta su detenci¨®n. Asimismo, ha puesto de manifiesto que el personaje, obsesionado por la seguridad hasta l¨ªmites paranoicos, era tambi¨¦n muy capaz de actuar de forma temeraria -por ejemplo, acudir a despedir a los del comando Nafarroa en Hendaya-, llevado por el activismo fren¨¦tico y la ansiedad de quien pretende estar en todas partes.
Aunque hay mucha gente de vuelta que ver¨ªa con alivio el final de esta pesadilla sangrienta, la divisi¨®n en el n¨²cleo de ETA responde, b¨¢sicamente, a la diferencia cl¨¢sica entre fan¨¢ticos criminales maximalistas y fan¨¢ticos criminales menos maximalistas, presente en el medio siglo de historia de esa organizaci¨®n terrorista. El problema surge con la ruptura del equilibrio entre corrientes, generaciones, actitudes y temperamentos, que se produce antes incluso que la declaraci¨®n de tregua. Desestabilizada por los golpes policiales que se suced¨ªan a uno y otro lado de la frontera y amenazaban con anular su capacidad de reacci¨®n, la mayor¨ªa de la direcci¨®n de ETA y de la ilegalizada Batasuna vieron en la llegada de Rodr¨ªguez Zapatero al Gobierno la oportunidad de poner en pr¨¢ctica el programa de tregua y negociaci¨®n que los entonces diputados en la C¨¢mara vasca Josu Ternera y Arnaldo Otegui hab¨ªan hilvanado laboriosamente en sus conversaciones con el presidente del PSE-EE, Jes¨²s Eguiguren, entre otros.
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