La estafa del ense?ar a ense?ar
La publicaci¨®n en EL PA?S de un Manifiesto Contra el Nuevo M¨¢ster de Formaci¨®n del Profesorado (ECI/3858/2007) ha sido respondida en estas p¨¢ginas por algunos pedagogos que lo defienden. Las pretendidas evidencias con que argumentan son, sin embargo, falsas. La tesis principal es que un profesor no s¨®lo debe conocer su materia, sino que debe tambi¨¦n aprender a ense?arla. Esto parece muy de "sentido com¨²n", pero es un sofisma con el que los "expertos en educaci¨®n" llevan muchos a?os abduciendo a las autoridades ministeriales. Los futuros profesores, se dice, deben "aprender a ense?ar" y los alumnos "aprender a aprender". Para conseguirlo, existe un cuerpo de especialistas (con sus propios intereses corporativos), cuya funci¨®n es "ense?ar a ense?ar". Ahora bien, para ello precisamente se confi¨® a los pedagogos el curso del CAP (Certificado de Aptitud Pedag¨®gica). Este curso jam¨¢s se ha sometido a una evaluaci¨®n objetiva entre los profesores de secundaria y bachillerato. Se sab¨ªa de sobra que los profesores no s¨®lo no avalar¨ªan su utilidad, sino que lo valorar¨ªan como una estafa o una impostura. ?Qu¨¦ soluci¨®n propone el ministerio? Nada menos que sustituir el quinto a?o de preparaci¨®n disciplinar espec¨ªfica por un M¨¢ster de Formaci¨®n del Profesorado que no es m¨¢s que un CAP m¨¢s largo y m¨¢s caro. Cualquier cosa menos preguntar a los profesores sobre la utilidad en las aulas de la formaci¨®n pedag¨®gica. Por lo visto, los ¨²nicos que saben lo que se necesita en las aulas son los que jam¨¢s han pisado un aula. Por lo mismo, los ¨²nicos que saben c¨®mo se ense?a matem¨¢ticas, gram¨¢tica o historia, son los que no saben ni matem¨¢ticas, ni gram¨¢tica, ni historia (pero son, en cambio, expertos en ense?ar a ense?ar c¨®mo se aprende a aprender).
La mejor prueba de que algo que uno cre¨ªa saber no lo sabe en realidad es que fracasa al ense?arlo
?Por qu¨¦ el CAP ha sido una estafa y una verg¨¹enza todos estos a?os? No porque fuera muy corto, sino porque es falso que quien no sabe matem¨¢ticas pueda ense?ar a ense?ar matem¨¢ticas. Y todav¨ªa es m¨¢s falso que haya un saber que no sea ni f¨ªsica, ni lat¨ªn, ni geograf¨ªa, y cuyo contenido sea el ense?ar en general para cualquiera de esas disciplinas. Un profesor debe saber captar la atenci¨®n de los alumnos ense?¨¢ndoles a amar el conocimiento, y para lograrlo no hay otra garant¨ªa que su propio amor por el conocimiento. Las matem¨¢ticas, la historia o el derecho procesal son apasionantes y la obligaci¨®n de un profesor es saber transmitirlo a sus alumnos. Ahora bien, su mejor arma, en realidad su ¨²nica arma, es saber matem¨¢ticas, historia o derecho procesal. ?Saber historia no significa saber ense?ar historia? Cualquier docente experimentado dir¨ªa que la cosa es exactamente al rev¨¦s: la mejor prueba de que algo que uno cre¨ªa saber no lo sabe en realidad es que fracasa al ense?arlo. Si no se sabe c¨®mo ense?ar algo es porque no se sabe suficientemente, y la consecuencia es que hay que estudiarlo m¨¢s y mejor. Estudiar m¨¢s f¨ªsica, matem¨¢ticas o lat¨ªn, no pedagog¨ªa. Por supuesto que siempre habr¨¢ grandes investigadores muy sabios que no amen la ense?anza y se nieguen a ejercerla. La figura del buen investigador y mal docente no cesa de blandirse como un argumento incontestable, pero es una falacia: los investigadores que no aman la ense?anza ense?an mal, no porque no sepan, sino porque no quieren hacerlo, y ning¨²n curso de formaci¨®n del profesorado les har¨¢ cambiar de opini¨®n. Por otro lado, licenciados que nunca han ense?ado no saben ense?ar, pero no porque les falte teor¨ªa pedag¨®gica (o psicopedag¨®gica), sino porque les falta pr¨¢ctica docente. El acceso a la profesi¨®n de profesor, como a la de juez o a la de m¨¦dico, no deber¨ªa hacerse sin haber superado un periodo de pr¨¢cticas seriamente concebido, tutelado, y remunerado. Y por cierto que s¨®lo una vez acreditada una formaci¨®n no b¨¢sica y generalista, sino avanzada y espec¨ªfica en un campo determinado de conocimiento. Es lo ¨²nico que solicita el denostado Manifiesto. Eso, y que se deje de tomar el pelo a la sociedad mientras se desmonta pieza a pieza el sistema de instrucci¨®n p¨²blica.
Andr¨¦s de la Oliva es catedr¨¢tico de Derecho de la Complutense de Madrid (UCM). Firman el texto otros 15 profesores de universidad o instituto, entre los que figuran Tom¨¢s Calvo, catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la UCM; Jos¨¦ Luis Pardo Tor¨ªo, catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la UCM; Alberto Fern¨¢ndez Liria, psiquiatra y profesor asociado de la Universidad de Alcal¨¢; Juan Jos¨¦ Fern¨¢ndez Parrilla, profesor de matem¨¢ticas de secundaria, y Silvia Porres Caballero, profesora de griego de secundaria.
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