Avalancha final en los cursillos para ejercer como profesor
El programa pedag¨®gico desaparece en 2009 tras una muerte anunciada hace tiempo - Ser¨¢ sustituido por un 'master' que llega envuelto en pol¨¦mica
En la Universidad de Alicante han tenido que levantar aulas prefabricadas para poder atender la avalancha de titulados que se han matriculado para obtener el Certificado de Aptitud Pedag¨®gica (CAP), necesario para que cualquier licenciado (en matem¨¢ticas, filolog¨ªa, f¨ªsicas, historia...) pueda ejercer como profesor de secundaria. La demanda se les ha duplicado de un a?o para otro (de 1.000 a 2.000). En Zaragoza tambi¨¦n se ha duplicado. En Sevilla, la matr¨ªcula ha aumentado un 50% respecto al curso anterior, y desde que el Gobierno dijo oficialmente el mes pasado que ¨¦ste ser¨ªa el ¨²ltimo curso en que se imparte el CAP (despu¨¦s de d¨¦cadas criticado hasta la saciedad, se sustituye por un posgrado), en la hispalense reciben un "goteo diario de solicitudes fuera de plazo", dice Luis Mart¨ªn, responsable del curso en el campus sevillano.
En Alicante han instalado barracones para atender la demanda
El sistema actual requiere unos pocos meses y en el futuro ser¨¢ un a?o
El certificado se critica desde los ochenta por su ineficacia
Seg¨²n expertos, se ha mantenido porque es "c¨®modo y barato"
Parece claro para los que dirigen el CAP que la ¨²ltima oportunidad para hacer este cursillo que se resuelve en unos pocos meses (suelen ser tres), con poca carga de pr¨¢cticas, que se puede compaginar f¨¢cilmente, en muchos casos, con otras actividades, y que cuesta en torno a los 200 euros, ha animado a muchos titulados universitarios que prefieren esta opci¨®n a la que la sustituye: un master de un a?o, con unas pr¨¢cticas m¨¢s largas y rigurosas, dif¨ªcilmente compatible, por ejemplo, si se est¨¢ trabajando, y m¨¢s caro (aunque s¨®lo sea porque es m¨¢s largo).
En la Universidad de Barcelona ya lo empezaron a notar en a?o pasado, cuando ya exist¨ªa un borrador del nuevo posgrado de secundaria: de 1.880 alumnos en 2006-2007 pasaron a 2.466 al a?o siguiente y a 2.525 este curso, explica Miguel Mart¨ªnez, de la universidad catalana. En la Complutense, tradicionalmente el principal centro donde se estudiaba el CAP por un modelo muy flexible en horarios y exigencias, se redujo mucho la matr¨ªcula hace unos a?os porque aumentaron esas exigencias y sobre todo, porque cerraron la puerta a titulados de fuera de Madrid. Aun as¨ª, este a?o la matr¨ªcula ha aumentado un 50% hasta rebasar los 5.000.
Aunque puede haber otros factores (Mar¨ªa Isabel Vera, responsable del CAP en Alicante, habla de gente que se ha apuntado tras perder el trabajo por la crisis), el hecho es que siempre que se ha visto cerca el final del CAP, ha habido un fuerte repunte de la matr¨ªcula. Y eso ha ocurrido muchas veces con este cursillo que naci¨® a principios de los setenta y que se empez¨® a cuestionar abiertamente a mediados de los ochenta, por considerarlo un mero tr¨¢mite. "A m¨ª me llamaron para dirigir el CAP en el curso 1991-92, cuando estaba de profesor de instituto, y me dijeron: 'Hombre, vente, si es s¨®lo para un a?o, porque luego lo quitan", cuenta entre risas Luis Mart¨ªn, que a¨²n dirige el CAP en Sevilla.
El Ejecutivo socialista dise?¨® una alternativa a mediados de los noventa y el del PP, otra en los primeros a?os de este siglo, ambas presuntamente frustrados por el cambio de Gobierno. Pero, ?c¨®mo ha conseguido sobrevivir casi cuatro d¨¦cadas un cursillo condenado a muerte durante m¨¢s de la mitad de su vida? ?C¨®mo ha logrado mantenerse tanto tiempo si ha estado tan clara su insuficiencia y se ha proclamado tantas veces la importancia de la formaci¨®n inicial del profesorado para mejorar el sistema educativo (el informe Pisa lleva machacando conciencias desde 2001)?
B¨¢sicamente, porque era un sistema c¨®modo, sencillo y barato, coinciden los responsables del CAP. "Nadie ha tirado del carro. Hab¨ªa que dedicarle m¨¢s tiempo, m¨¢s dinero y m¨¢s profesores, y se tem¨ªan resistencias de los alumnos", dice Mart¨ªn. "Es una clara muestra de irresponsabilidad institucional", a?ade ?scar Barber¨¢, responsable del CAP en la Universidad de Valencia. Una lectura muy parecida hace Miguel Mart¨ªnez, de la Universidad de Barcelona, y Juan Miguel Belmonte, de la Complutense, o Mar¨ªa Isabel Vera, de Alicante. Adem¨¢s, esa constante sensaci¨®n de provisionalidad, ese pensar que cada a?o era el ¨²ltimo, tambi¨¦n ha lastrado cualquier posibilidad de exprimir al m¨¢ximo, aunque fuera con sus carencias, estos cursillos.
Pero ahora, por fin parece que va a desaparecer: la semana pasada, el director general de Universidades, Felipe P¨¦triz, asegur¨® taxativamente en una reuni¨®n de los responsables de los institutos de ciencias de la educaci¨®n de las universidades que el cambio ya no tiene vuelta atr¨¢s. Aunque los hay que siguen esc¨¦pticos. "No es la primera vez que se publica en el Bolet¨ªn Oficial del Estado la desaparici¨®n del CAP", dice Barber¨¢.
Las facultades tienen de plazo hasta el pr¨®ximo mes de febrero para presentar los planes de estudio de los masters de secundaria para que los eval¨²e la agencia de calidad de las universidades, Aneca, y puedan ofrecerlos el pr¨®ximo curso.
Pero despu¨¦s de tanto tiempo, el CAP no est¨¢ dispuesto a morir sin hacer ruido, ya que el master est¨¢ contando con algunas resistencias. Los alumnos antibolonia (la reforma de las universidades para adaptarlas a Europa que cambiar¨¢ la ordenaci¨®n de las carreras), lo han incluido entre sus quejas al sumarse al manifiesto de la Facultad de Filosof¨ªa de la Complutense, en contra del posgrado. Lo consideran una "ampliaci¨®n del CAP", y creen que le hurta formaci¨®n espec¨ªfica a los futuros docentes.
Por su parte, los defensores del master se defienden asegurando que, efectivamente, los profesores deben dominar bien su materia, pero que los problemas de los docentes de secundaria no se dan por no dominarla bien, sino por no encontrar la mejor manera de transmitirla, no contar con las herramientas necesarias para manejar una clase, atender las dificultades de sus alumnos o tratar a las familias, por ejemplo. Adem¨¢s, recuerdan que el 40% del posgrado se dedica a la did¨¢ctica de la materia concreta que se vaya a ense?ar. Al menos otro 25% ser¨¢ pr¨¢cticas en un instituto y el resto, de formaci¨®n en pedagog¨ªa, psicolog¨ªa y sociolog¨ªa.
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