La velocidad de la tribu neoyorquina

Ya no salgo de viaje sin mi libreta. Y si me la olvido, lo primero que hago al aterrizar es comprarme una", asegura Miguel Gallardo (Lleida, 1955), historietista bien conocido tanto por las aventuras gamberras de Makoki, el personaje que concibi¨® junto a Juan Mediavilla hace ya m¨¢s de dos d¨¦cadas, como por su ¨²ltimo libro publicado, Mar¨ªa y yo (Astiberri, 2007), la divertida y conmovedora cr¨®nica de unas vacaciones en Gran Canaria en compa?¨ªa de su hija autista de 12 a?os. Este tebeo, uno de los m¨¢s aplaudidos en Espa?a en 2008, se puede considerar el segundo diario de viaje de Gallardo tras la publicaci¨®n de Tres viajes (De Ponent, 2006). A estas dos bit¨¢coras se suma ahora su proyecto m¨¢s inmediato; compilar en un volumen sus nuevas aventuras a lo largo y ancho del globo.

Como aperitivo, el historietista brinda a los lectores de El Viajero un buen pu?ado de vi?etas que resumen su ¨²ltimo periplo por Nueva York. "Los consejos y experiencias que se ven en estas p¨¢ginas son fruto de la experiencia. En mi primer viaje, hace ya varios a?os, pude certificar la existencia del espacio vital que rodea a todo neoyorquino y que hay que procurar no invadir o esa cara de susto que ponen cuando te dispones a plantarles dos besos". Esas vivencias que ahora relata con humor le han curtido como viajero, aunque en su momento sintiera ganas de volverse a casa nada m¨¢s aterrizar. "Me sent¨ª muy perdido. No sab¨ªa ni una palabra de ingl¨¦s y encima me toc¨® una habitaci¨®n calamitosa en un albergue del YMCA [Asociaci¨®n Cristiana para J¨®venes], casualmente el que est¨¢ en la Calle 63 Oeste, el mismo en el que se inspiraron los Village People para su famosa canci¨®n", recuerda.

Su ¨²ltimo aterrizaje en la Gran Manzana, el verano pasado, ha sido mucho menos traum¨¢tico. "Nos hospedamos en casa de unos amigos que viven en un piso fant¨¢stico en Chelsea. Nos pateamos el barrio, sus galer¨ªas, y disfrutamos mucho de su Flea market, un mercado de pulgas divertid¨ªsimo que se hace los domingos en la Calle 25 Oeste. Tienen un mont¨®n de trastos cutres, vestidos de los a?os cincuenta, cer¨¢micas...".

"Nueva York hay que pate¨¢rsela entera", reza una de las vi?etas que ilustran esta p¨¢gina. "Es el consejo", a?ade el autor, "que te dar¨ªa cualquiera que haya estado alguna vez en la ciudad". Sin esta m¨¢xima, el dibujante no habr¨ªa descubierto un buen pu?ado de rincones que no se suelen destacan en las gu¨ªas. "Dimos con sitios como Pearl (308, Canal Street), una tienda de material art¨ªstico donde venden hasta un bol¨ªgrafo de la NASA que sirve para escribir en el espacio. Tambi¨¦n dimos con Printed Matter (en el 195 de la D¨¦cima Avenida), donde se puede encontrar cualquiera de los cientos de fanzines y publicaciones independientes y art¨ªsticas que ven la luz cada d¨ªa en esta ciudad". Y no hay que dejar de ir a The Strand (828, Broadway; 00 1212 473 14 52), seg¨²n cuenta, una librer¨ªa legendaria con libros de segunda mano de cualquier tema imaginable. Para hacerse una idea, su cartel anunciador reza: 18 millas de libros. Y a¨²n hay m¨¢s hallazgos: "La Neue Galerie (en el 1.048 de la Quinta Avenida; www.neuegalerie.org) es un peque?o y encantador museo de arte alem¨¢n y austriaco, que exhibe desde pinturas de Gustav Klimt, Egon Schiele o Max Beckmann, hasta muebles y dise?os industriales de la Bauhaus", apostilla Gallardo, que para rematar la faena recomienda visitar el Showman's Bar (375, Calle 125 Oeste) un local para escuchar blues, jazz o soul en Harlem, mientras se disfruta de una copa "sin masificaci¨®n ni precios abusivos".

Gallardo conoce bien el terreno, aunque su inter¨¦s tiende m¨¢s a la elaboraci¨®n de un mapa humano que f¨ªsico. "Ante todo, me interesa la gente, es la manera de ver c¨®mo funciona de verdad una ciudad". Cuando se le pregunta por un retrato robot del neoyorquino, responde: "Es un ser r¨¢pido, en¨¦rgico, asertivo. Tambi¨¦n sabe re¨ªrse de s¨ª mismo y se muestra orgulloso de contribuir a esa gran obra colectiva que es Nueva York".

Un g¨¦nero en alza

El cuaderno de viaje ilustrado parece gozar de una excelente salud; cada vez m¨¢s artistas procedentes del c¨®mic y de la ilustraci¨®n optan por publicar sus diarios vacacionales, como es el caso de Gusti y su Ecuador 2006. Cuaderno de viaje (Factor¨ªa K) o Joaqu¨ªn L¨®pez Cruces, con Por el camino yo me entretengo (De Ponent), ambos publicados en 2008. Sin embargo, a diferencia de aquellos autores que elaboran estos libros trabajando a vuelapluma o que pasan largas horas dibujando escrupulosamente un escenario, Miguel Gallardo opta por plasmar en el papel las experiencias o las reflexiones viajeras que le ha deparado la jornada casi siempre antes de acostarse. "No me siento a gusto par¨¢ndome en la calle a dibujar, prefiero dejar la libreta en casa

y luego ilustrar las situaciones, y no tanto los lugares, m¨¢s rese?ables. Hago un dibujo menos meticuloso, m¨¢s narrativo y muchas veces encuadrado en vi?etas, con un enfoque que le resulte divertido al lector, incluso aunque el viaje sea un desastre".

?ste fue su modus operandi cuando viaj¨® a Tel Aviv hace a?os. "Como no hago muchas fotos, fotocopi¨¦ el cuaderno y se lo envi¨¦ a los amigos", recuerda. Esta traviesa historieta tuvo un ¨¦xito inesperado entre sus conocidos, y as¨ª, sumando sendas visitas a Tur¨ªn y Buenos Aires, surgi¨® Tres viajes.

Al a?o siguiente, Gallardo dibuja durante sus vacaciones Mar¨ªa y yo, que se centra en reflejar el mundo de su hija autista y su relaci¨®n con los que la rodean. Sin embargo, eso no quita para que el leridano trace un divertido escenario vacacional colmado de turistas alemanes que, "protegidos por la pulserita, pueden deambular por cualquier parte del complejo sin miedo a ser mordidos por los nativos".

"Las experiencias junto a Mar¨ªa son las que m¨¢s me han espabilado como viajero. Ahora lo disfruto m¨¢s que nunca. Y a la hora de dibujar, hasta me entretengo cuando el vuelo lleva retraso: los aeropuertos son escenarios maravillosos", cuenta el dibujante. Unas recientes vacaciones en N¨¢poles tambi¨¦n figurar¨¢n en el libro. "Es una ciudad con una idiosincrasia ¨²nica en el mundo", dice. "Muchos rincones est¨¢n te?idos de un extra?o humor negro: en las paredes de las calles pegan, unos juntos a otros, los carteles de propaganda electoral y los de las necrol¨®gicas del barrio. Es retorcido, lo s¨¦, pero da la impresi¨®n de ser un aviso: 'Pol¨ªtico, esto es lo que te aguarda como se te ocurra ir por libre", recuerda Gallardo, que logr¨® extraer material de primera incluso en una visita a las cercanas ruinas de Pompeya. "En uno de los anfiteatros dimos con un grupo de japoneses. Su gu¨ªa, tambi¨¦n nip¨®n, se puso a entonar O sole m¨ªo a grito pelado para que el resto comprobara la ac¨²stica del recinto. Cuando termin¨® todos le aplaudieron con una efusividad tremenda. Desde luego, no esperaba encontrarme con un espect¨¢culo tan exc¨¦ntrico en un lugar como Pompeya". Aunque para espect¨¢culos, los viajes de infancia del autor: "A¨²n me veo con varios amigos, apretujado en el Bisc¨²ter para ir a la playa. Adem¨¢s estuve 11 a?os estudiando con los maristas. Cr¨¦ame, eso dar¨ªa para hacer una antolog¨ªa".

Nueva York aprende a 'brujulear'