Turismo de la miseria
Al igual que su compatriota Michael Winterbottom, Danny Boyle podr¨ªa convertirse en ejemplo perfecto para ilustrar el concepto de la denominada autor¨ªa l¨ªquida: frente al modelo de cine de autor europeo instituido en los sesenta -que sol¨ªa estar asociado a una reconocible impronta estil¨ªstica y a la continuidad de discurso-, los autores l¨ªquidos de la posmodernidad parecen consagrados al extenuante empe?o de la reinvenci¨®n constante, mudando caligraf¨ªas visuales con la misma fluidez con que saltan de un registro gen¨¦rico -y, por consiguiente, de un discurso- a otro.
Autor de una de las pel¨ªculas clave de la sensibilidad del cambio de milenio -la poderosa Trainspotting (1996)-, Danny Boyle parece condenado a no poder rebasar jam¨¢s el list¨®n de atrevimiento y radicalidad de ese relevante t¨ªtulo: su carrera, bajo la imponente sombra de ese segundo largometraje, siempre ha tenido algo de huida hacia delante, una huida sin norte aparente, con ocasionales atisbos de talento y casuales sincron¨ªas entre obras dispares. Millones (2004), su extra?a pel¨ªcula infantil con ni?o bondadoso y santos demasiado humanos, se cerraba con una estampa que parec¨ªa la exasperaci¨®n -aparentemente al borde de lo ir¨®nico- de lo que podr¨ªa llamarse la po¨¦tica de ONG: la redentora construcci¨®n de un pozo en un poblado africano, bajo los irritantes sones new age del tema Nirvana de El Bosco.
SLUMDOG MILLIONAIRE
Direcci¨®n: Danny Boyle.
Int¨¦rpretes: Dev Patel, Anil Kapoor, Saurabh Shuykla, Freida Pinto.
G¨¦nero: comedia. Estados Unidos.
Reino Unido, 2008.
Duraci¨®n: 120 minutos
Su creador logra que los vistosos ¨¢rboles del filme no dejen ver el bosque
Cuatro a?os despu¨¦s, una sensibilidad no muy distinta parece haber dado origen a esta cinta, Slumdog millionaire, que se dir¨ªa destinada no s¨®lo a ser la pel¨ªcula sorpresa (es decir, el ¨¦xito coyuntural) del a?o, sino tambi¨¦n, el caballo ganador por excelencia de la temporada.
Adaptaci¨®n de la novela de Vikas Swarup ?Qui¨¦n quiere ser millonario? -que tambi¨¦n fue llevada a la radio y a los escenarios teatrales-, Slumdog millionaire, codirigida por una Loveleen Tandan que ha pasado de responsable de casting a coautora meramente testimonial, se sirve de tres niveles narrativos -la participaci¨®n del protagonista en un concurso televisivo, un posterior interrogatorio policial y los flash-backs que van reconstruyendo su biograf¨ªa seudopicaresca- para describir el largo y tortuoso camino del joven Jamal K. Malik de la miseria a la catarsis material y amorosa. La estructura narrativa, esclava del mec¨¢nico tr¨¢nsito entre esos tres niveles, no es la mejor ayuda para que el espectador reticente al especiado -y enga?oso- carisma de la propuesta se sumerja en la historia.
M¨¢s cerca del remezclador de im¨¢genes en una rave multi-culturalista que del cineasta con din¨¢mico sentido del montaje, Boyle logra que los vistosos ¨¢rboles de Slumdog millionaire no dejen ver el bosque, donde se esconden los rastros del sentido de culpa colonial y la mirada reprobable que delata al turista de la miseria ajena.
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