Rushdie, encantador de serpientes
La novela empieza como empiezan los viejos relatos: un viajero llega a una corte y, presentado al Emperador, se dispone a narrar una historia. La estructura es, pues, la de historias encadenadas, historias dentro de historias; en definitiva, cuentos contados por un narrador m¨¢s o menos m¨¢gico para tener pendiente de sus palabras al Emperador y prolongar as¨ª su visita; de hecho, sabremos que lo que busca es ser aceptado en la corte. El lector reconocer¨¢ enseguida la procedencia de este modo de fabular, pues para los occidentales es la historia de Scheherazade y el califa Har¨²n al Raschid, que sirve de pretexto para hilar los mil y un relatos del cent¨®n recopilado por el orientalista franc¨¦s Jean Antoine Galland en el siglo XVIII y conocido hasta hoy con el t¨ªtulo de Las mil y una noches.
La encantadora de Florencia
Salman Rushdie
Traducci¨®n de Carlos Milla Soler
Mondadori. Barcelona, 2009
336 p¨¢ginas. 22,90 euros
Salman Rushdie fue reconocido mundialmente por su admirable novela Los hijos de la medianoche, traducida en Espa?a por Alfaguara en 1984, y recibi¨® en su d¨ªa los elogios de la cr¨ªtica anglosajona compar¨¢ndola con Cien a?os de soledad, es decir, clasific¨¢ndola dentro de lo que los cr¨ªticos han llamado "realismo m¨¢gico", aunque las referencias y gui?os que hay dentro de ella remiten tambi¨¦n a autores y libros muy variados, desde el mencionado Las mil y una noches hasta Tristram Shandy. En la solapa de la edici¨®n espa?ola se le¨ªa -y viene a cuento reproducirlo-: "Ser¨ªa imposible encontrar en ning¨²n otro libro una mezcla de especias tan sabrosa, un chutney tan bien elaborado de magia y humor, compromiso pol¨ªtico, fantas¨ªa y humanidad".
Esta receta constante ha sido la luz y la cruz de Salman Rushdie, que prosigui¨® con una novela de verdadera fuerza, Verg¨¹enza, pero que poco a poco lo ha ido convirtiendo en un manierista de s¨ª mismo.
En La encantadora de Florencia asistimos al encuentro y contraste entre dos mundos: la Florencia de los M¨¦dicis y el imperio Mogol. Un viajero rubio procedente de Europa y que se hace llamar el Mogol dell'Amore llega a la corte de Jalaluddin Akbar, el m¨¢s grande de los emperadores mogoles. La corte se encuentra en la ciudad de Fatehpur Sikri, pues Akbar quiso alejarla de Delhi, cosa que hizo hasta que falt¨® el agua y hubieron de evacuarla, lo que se cuenta al final de la novela. El Mogol dell'Amore se presenta como pariente del Emperador y empieza a narrar una intrincada historia para demostrarlo, lo que poco a poco hace prender un inter¨¦s creciente en el Emperador. El relato toma el aire fant¨¢stico y misterioso de los cuentos orientales y a trav¨¦s de ¨¦l vamos conociendo no s¨®lo c¨®mo se gesta el mayor imperio mogol de la Historia sino tambi¨¦n la turbulenta vida florentina a trav¨¦s de tres amigos cuyo destino es el hilo que une los dos reinos. Los tres amigos son Argalia, cristiano apresado por el turco y convertido en campe¨®n del imperio otomano; Nicol¨¢s Machiavelli, el Machia, ya ca¨ªdo en desgracia, y Agostino Vespucci, primo de Amerigho Vespucci. Estamos, pues, ante un relato de fondo hist¨®rico y la propuesta de Rushdie es darle forma a trav¨¦s de ese estilo chutney con un esfuerzo de imaginaci¨®n y erudici¨®n realmente notable. "Sabe que el mundo a¨²n entra?a misterios y la historia m¨¢s rara puede ser verdad".
El relato, como cabe esperar, es sinuoso, obliga a prestar una alta atenci¨®n, est¨¢ cargado de nombres y acontecimientos y salta de un lugar a otro en el tiempo cuando lo necesita, pero siendo los hombres el hilo conductor, es la presencia dominante y permanente de dos mujeres dotadas de poderes m¨¢gicos la que marca el destino de todos cuantos se ven envueltos en la compleja trama. Hay escenas magn¨ªficamente planteadas y narradas, como el momento en que el Emperador decide pasar del nos al yo, lo que hace ante su esposa Jadha sin que ¨¦sta se percate del sentido de tan extraordinario hecho; o el episodio de la soledad de Argalia en el mar abandonado por Andrea Doria en un bote con un cuerno para llamar la atenci¨®n de la escuadra turca; o la manera de introducirse en la historia de la Princesa Oculta... El problema surge por una exposici¨®n que se carga de engolamiento y abarrocamiento fantasiosos, pues el relato transcurre a gran velocidad, con un estilo acumulativo, hiperactivo, repetitivo incluso, como si tuviese la perentoria necesidad de embutir en trescientas p¨¢ginas toda la extensa bibliograf¨ªa final. El relato es muy din¨¢mico, demasiado din¨¢mico y demasiado enredoso por ello mismo.
Todo narrador debe proteger el sentido de su texto. En este caso, el sentido queda oculto por el estilo. Podemos hablar de contraste entre culturas como eje del relato; Akbar recuerda que una vez le dijo el Mogol dell'Amore: "La maldici¨®n de la raza humana no es que seamos distintos unos de otros, sino que seamos tan parecidos". El contraste de culturas tiene, claro est¨¢, todo que ver con la posici¨®n de Salman Rushdie que es, en la pr¨¢ctica, un angloindio y adem¨¢s est¨¢ en su obra desde el principio, pero creo que la pirotecnia verbal tapa una ausencia de sentido que, desde luego, no exist¨ªa ni en Hijos de la medianoche ni en Verg¨¹enza. La misma Versos sat¨¢nicos, que tanta desgracia personal le ha causado, mostraba ya esta tendencia al floreo anecd¨®tico y al exceso de verbalidad. Dir¨ªase que Rushdie, que no pierde ocasi¨®n de deleitarse en el detalle, se ha dejado enredar en ellos. Dicho lo cual, no ser¨¢ de extra?ar que el lector quede fascinado por la propia din¨¢mica del relato, sus centenares de frases brillantes y el aire de provenir de un encantador de serpientes, que es lo que le da fuelle. La lectura de este libro, tan sobrado de ingenio como escaso de enjundia o de sustancia (aunque tambi¨¦n se deja ver a ratos el mejor Rushdie), recuerda el dicho de que muchas veces los ¨¢rboles no dejan ver el bosque. Eso s¨ª, ¨¢rboles hay en cantidad y variedad. -
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