La desesperante pol¨ªtica econ¨®mica
A lo largo del fin de semana, The New York Times y otros peri¨®dicos publicaban detalles filtrados sobre el plan para rescatar a los bancos del Gobierno de Obama. Tim Geithner, secretario del Tesoro, ha convencido al presidente Obama para que recicle la pol¨ªtica del Gobierno de Bush, y m¨¢s concretamente, la propuesta "Dinero a cambio de basura" que present¨® hace seis meses el entonces secretario del Tesoro Henry Paulson y que despu¨¦s se abandon¨®.
Esto es m¨¢s que decepcionante. De hecho, me llena de desesperaci¨®n. Despu¨¦s de todo, acabamos de pasar por una tormenta de fuego con las primas de AIG, durante la cual los miembros del Gobierno afirmaban que no sab¨ªan nada, que no pod¨ªan hacer nada, y que de todos modos era culpa de otros. Por otra parte, la Administraci¨®n no ha resuelto las dudas de los ciudadanos acerca de qu¨¦ hacen los bancos con el dinero p¨²blico. Y ahora, por lo visto, Obama se ha decidido por un plan financiero que, en esencia, da por sentado que los bancos est¨¢n b¨¢sicamente saneados y que los banqueros saben lo que hacen.
El verdadero problema de este plan es que no va a funcionar
Es como si el presidente estuviera decidido a confirmar la impresi¨®n cada vez m¨¢s extendida de que ¨¦l y su equipo econ¨®mico han perdido el contacto con la realidad, y de que su visi¨®n econ¨®mica est¨¢ nublada por unos lazos excesivamente estrechos con Wall Street. Y es posible que para cuando Obama comprenda que necesita cambiar de rumbo, ya haya perdido su capital pol¨ªtico.
Centr¨¦monos por un momento en el an¨¢lisis econ¨®mico de la situaci¨®n. Ahora mismo, nuestra econom¨ªa se ve lastrada por un sistema financiero disfuncional, paralizado por las enormes p¨¦rdidas provocadas por los activos hipotecarios y otros activos.
Como bien pueden explicar los historiadores econ¨®micos, ¨¦sta es una vieja historia, no muy distinta de docenas de crisis similares a lo largo de los siglos. Y hay un procedimiento probado para lidiar con las repercusiones de la quiebra financiera generalizada, que es el siguiente: el Gobierno se asegura la confianza en el sistema garantizando muchas deudas bancarias (aunque no necesariamente todas). Al tiempo, asume el control provisional de los bancos verdaderamente insolventes, para limpiar sus balances. Es lo que Suecia hizo a principios de la d¨¦cada de 1990. Es tambi¨¦n lo que hizo EE UU tras la cat¨¢strofe de las cajas de ahorro en los a?os de Reagan. Y no hay raz¨®n para que ahora no podamos hacer lo mismo.
Pero al parecer, el Gobierno de Obama, al igual que el de Bush, quiere una salida m¨¢s f¨¢cil. El elemento com¨²n entre el plan de Paulson y el de Geithner es la insistencia en que los activos incobrables de los libros contables valen en realidad mucho, mucho m¨¢s de lo que cualquiera est¨¢ dispuesto a pagar por ellos en la actualidad. De hecho, su verdadero valor es tan alto que si se les adjudicara el precio que les corresponde, los bancos no tendr¨ªan problemas.
Y por ello el plan es usar fondos p¨²blicos para impulsar al alza el precio de los activos incobrables hasta que alcancen niveles "justos". Paulson propon¨ªa que el Gobierno comprase directamente los activos. Geithner, por el contrario, plantea un complejo plan seg¨²n el cual el Gobierno presta dinero a inversores privados, que lo usan para comprar esos activos. La idea, explica el principal asesor econ¨®mico de Obama, es usar "la experiencia del mercado" para establecer el valor de los activos t¨®xicos.
Pero el plan de Geithner propone una apuesta cuyo resultado ya se sabe de antemano: si el valor de los activos sube, los inversores se benefician, pero si baja, los inversores pueden escaquearse de su deuda. Por lo tanto, en realidad no se trata de permitir que los mercados funcionen. Es s¨®lo una forma indirecta y encubierta de subvencionar la compra de activos incobrables.
Dejando a un lado el probable coste para los contribuyentes, hay algo extra?o en todo esto. Seg¨²n mis cuentas, ¨¦sta es la tercera vez que el Gobierno de Obama presenta un plan que es esencialmente un refrito del plan de Paulson, y cada vez ha a?adido un nuevo conjunto de extras y afirmado que est¨¢ haciendo algo completamente distinto. Empieza a parecer obsesivo.
Pero el verdadero problema de este plan es que no va a funcionar. S¨ª, es posible que los activos problem¨¢ticos est¨¦n algo infravalorados. Pero el hecho es que los ejecutivos financieros apostaron literalmente sus bancos bas¨¢ndose en la creencia de que no hab¨ªa una burbuja de la vivienda, y en la creencia relacionada de que los ins¨®litos niveles de endeudamiento de las familias no eran un problema. Perdieron esa apuesta. Y ning¨²n abracadabra financiero -porque en el fondo eso es lo que es el plan de Geithner- va a cambiar ese hecho.
A lo mejor se preguntan por qu¨¦ no probar el plan y ver qu¨¦ pasa. Una respuesta es que el tiempo se est¨¢ agotando: cada mes que no atacamos la crisis, desaparecen otros 600.000 puestos de trabajo.
Sin embargo, lo m¨¢s importante es la forma en que Obama est¨¢ malgastando su credibilidad. Si este plan fracasa -como suceder¨¢ casi con toda seguridad- es improbable que consiga persuadir al Congreso de que apruebe m¨¢s fondos para hacer lo que deber¨ªa haber hecho desde el principio.
No todo est¨¢ perdido: los ciudadanos quieren que Obama tenga ¨¦xito, lo cual significa que todav¨ªa puede rescatar su plan para rescatar a los bancos. Pero se nos acaba el tiempo.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa en Princeton y premio Nobel de Econom¨ªa de 2008. ? 2009 New York Times News Service. Traducci¨®n de News Clips.
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