Amigos, aliados, enamorados y, a veces, odiados
Defender el inter¨¦s nacional sin irritar a Washington ha sido la pauta con EE UU
Muchos a?os antes del previsto encuentro actual entre Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y Barack Obama, y apenas seis meses antes del fallecimiento de Francisco Franco, el presidente norteamericano Gerald Ford recorri¨® Madrid acompa?ado por el dictador espa?ol. El diplom¨¢tico encargado de traducir la charla de bienvenida durante aquel viaje oficial, el 29 de mayo de 1975, se acomod¨® en el trasport¨ªn del Rolls Royce Phantom IV, justo entre los dos mandatarios.
Gerald Ford, amable, pretend¨ªa asegurar los privilegios estadounidenses en la anticomunista Espa?a ante los rumores de que el anfitri¨®n estaba desahuciado y su sucesi¨®n era incierta. "Hace un d¨ªa luminoso", coment¨® el presidente. "Excelencia, dice que hace un d¨ªa luminoso", tradujo el diplom¨¢tico. Franco no respondi¨®. Vino otro: "Se ven edificios muy modernos". "Excelencia, dice que se ven edificios muy modernos". Franco, ni caso. Despu¨¦s de tres o cuatro comentarios de circunstancias, Ford prob¨® con el de la suerte: "Hay muchos j¨®venes por las calles, ?no?". Entonces, Franco reaccion¨®: "S¨ª, pero los est¨¢ envenenando la prensa".
Gonz¨¢lez apag¨® los temores de Reagan ante el primer Gobierno socialista
Aznar cambi¨® la pol¨ªtica seguida por Espa?a en los ¨²ltimos 200 a?os
La an¨¦cdota, evocada por un funcionario que la conoci¨® de cerca, se produjo en el ¨²ltimo viaje de un gobernante estadounidense a Espa?a durante el franquismo, sumiso ante la mayor¨ªa de las exigencias de Washington a cambio de reconocimiento, modernizaci¨®n militar y ayuda econ¨®mica.
Casi todos los inquilinos de la Casa Blanca pisaron Espa?a en alguna ocasi¨®n y sus contactos con Franco fueron relativamente fluidos. El primero en llegar fue el general Dwight Eisenhower, en 1959, en plena guerra fr¨ªa, cuyo abrazo con el aut¨®crata de El Ferrol, un posible fotomontaje seg¨²n el historiador Paul Preston, fue portada. "Al menos es general", agradeci¨® Franco al conocer la victoria electoral de Ike.
Pero no todo fueron muestras de cari?o en las relaciones bilaterales, apasionadamente antiamericanas en Espa?a durante la p¨¦rdida de Cuba en 1898 a manos de los independentistas locales y de las ca?oneras yanquis. El abrazo no siembre fue posible, pese al convencimiento del ex presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar (1996-2004) de que a trav¨¦s de su ¨ªntima alianza con la primera potencia mundial, cambiaba la pol¨ªtica seguida por Espa?a en los ¨²ltimos 200 a?os. Su entendimiento con George W. Bush (2001-2009), el abrupto cambio de los formatos y contenidos, quedaron rubricados en la fotograf¨ªa de ambos, distendidos y acordes, con las piernas encima de una mesita de sal¨®n. Tras la victoria de Zapatero, ¨¦ste retir¨® a las tropas de Irak hace cinco a?os... y Bush le retir¨® la palabra.
Independientemente de las coincidencias sin precedentes entre el tejano y el vallisoletano, los v¨ªnculos entre los presidentes espa?oles y estadounidenses, en ocasiones distantes ideol¨®gicamente, se caracterizaron por el deseo espa?ol de preservar los intereses nacionales sin irritar a Washington, pero sin rendir vasallaje. El trato de la mayor¨ªa fue m¨¢s correcto que r¨ªspido, a caballo de las coincidencias o los desacuerdos. El presidente Adolfo Su¨¢rez (1977-1981) convivi¨® con James Carter, dem¨®crata, (1977-1981), quien fue uno de los primeros en felicitar su triunfo electoral; Felipe Gonz¨¢lez (1982- 1996), lo hizo con Ronald Reagan (1981-1989) y George H. Bush (1989-1993), ambos republicanos, y con el primer mandato del dem¨®crata Bill Clinton, (1993- 2001). Los interlocutores de Aznar fueron Clinton, y Bush hijo.
El di¨¢logo de Felipe Gonz¨¢lez y Ronald Reagan durante una cena en Washington, conocido por este periodista, certific¨® la habilidad del ex presidente espa?ol con el florete dial¨¦ctico. "?C¨®mo es posible que usted, un verdadero dem¨®crata, tenga tratos con la dictadura cubana?", vino a decirle Reagan. La ir¨®nica respuesta de Gonz¨¢lez fue, m¨¢s o menos, ¨¦sta: "Son las contradicciones de la pol¨ªtica. Yo tambi¨¦n me pregunto c¨®mo puede tener usted tratos con el partido comunista m¨¢s grande del planeta (China)". El lance concluy¨® en un amigable cambio de tercio.
Pese al temor de EE UU a las eventuales brusquedades del primer Gobierno socialista, Gonz¨¢lez maniobr¨® para evitar encontronazos. Redujo la presencia militar del Pent¨¢gono, y finalmente apoy¨® la entrada de Espa?a en la OTAN, contra el criterio de un sector del PSOE. Con el tiempo, habr¨ªa de pronunciar una frase probablemente ovacionada en la Casa Blanca: "Prefiero morir de una pu?alada en el metro de Nueva York que vivir en las calles seguras de Mosc¨²". La negociaci¨®n del convenio de defensa concluy¨® salvando las dos grandes bases: Rota y Mor¨®n. Gonz¨¢lez preserv¨® su relaci¨®n con Bush padre al participar en la Operaci¨®n Tormenta del Desierto (1990-1991) con buques de guerra y apoyo log¨ªstico.
Las relaciones personales entre presidentes nunca se interrumpieron y casi todos los jefes norteamericanos de los setenta en adelante viajaron a Espa?a en visita oficial: Richard Nixon en 1970, Gerald Ford, cinco a?os despu¨¦s; Carter, en 1980; Reagan, en 1985; Bush padre, en 1991; Clinton, en 1995 y en 1997, y George Bush hijo, en 2001.
Adolfo Su¨¢rez viaj¨® en 1977 y 1980, y suscribi¨® con Carter la condena de la invasi¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n y la futura entrada de Espa?a en la Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte (OTAN). Felipe Gonz¨¢lez visit¨® EE UU en 1983, 1985, 1990, 1992 y 1993, y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, todos los a?os desde 1997 a 2004.
Las relaciones entre Aznar y Clinton no fueron a gritos. El marido de la actual secretaria de Estado, Hillary Clinton, dijo que "el Gobierno espa?ol es un amigo leal de Estados Unidos", y durante su encuentro con Aznar en Washington, en mayo de 1997, con sus respectivas esposas, regal¨® al espa?ol una edici¨®n de 1932 del libro de Hemingway Muerte en la tarde, que aquel correspondi¨® con un bronce toledano. Clinton ser¨ªa recibido en Madrid dos meses despu¨¦s. Los educados v¨ªnculos de entonces se tornaron en incondicionales con la investidura de George W. Bush, cuyo primer viaje a Europa, en 2001, empez¨® en Espa?a.
Queda por ver si la reuni¨®n entre Zapatero y Obama rompe con el pron¨®stico del diplom¨¢tico Carlos Alonso Zald¨ªvar, expuesto en un trabajo publicado por el Real Instituto Elcano en 2003: "Por bueno que sea el entendimiento con el Gobierno norteamericano, mientras la actitud del Gobierno sea rechazado por la mayor¨ªa de los espa?oles, Espa?a se encontrar¨¢ en situaci¨®n de debilidad frente a EE UU, y el Gobierno de Washington, en el fondo, no podr¨¢ confiar en el de Madrid".
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