Palabras de despedida
En una ocasi¨®n se public¨® que despu¨¦s de Cervantes, Cor¨ªn Tellado era la autora m¨¢s le¨ªda en espa?ol. Mario Vargas Llosa le dedic¨® palabras de respeto hacia su obra y la expansi¨®n que de nuestro idioma habr¨ªa conseguido esa prol¨ªfica obra. La conoc¨ª en Oviedo, durante una entrevista para el programa La Ventana. Lleg¨® acompa?ada de familiares, peque?a estatura pero imponente presencia; un abrigo de pieles, unos ojos incisivos, un acento de otra ¨¦poca, un andar de Agatha Christie y una sombra rode¨¢ndola: esa sensaci¨®n de que a pesar de ser el nombre m¨¢s asociado a la escritura que generaciones y generaciones de latinoamericanos hemos conocido, el mundo literario siempre levant¨® murallas para impedirle acceso.
Esas murallas son responsables de limitar el universo literario de Cor¨ªn Tellado a lo que se llama novelita rom¨¢ntica. En mi casa de Caracas, nuestra tata Victoria Lorenzo aprendi¨® a leer con esas novelas de Cor¨ªn Tellado publicadas mensualmente en la revista Variedades. Y fue ese milagro, el que mi tata abandonara el analfabetismo, lo que me llev¨® a leerlas tambi¨¦n. Pronto descubr¨ª que Tellado escrib¨ªa siempre sobre amores imposibles, mujeres enga?adas por hombres peligrosos, aunque tambi¨¦n planteaba, a su manera, conflictos contempor¨¢neos como el ascenso profesional de una mujer que siendo secretaria sab¨ªa que pod¨ªa influir en las grandes decisiones de una empresa, a riesgo, claro, de enamorar al presidente de la compa?¨ªa, por lo general casado con otra mujer que desde?aba cualquier compromiso profesional.
Comprendo que mi tata encontraba en ellas una universalidad del sentimiento que sus obras manejan sin ning¨²n pudor y que muchas veces se le ha intentado encarcelar en la desde?osa palabra cursi. Cuando nos conocimos en esa entrevista radial, se sonri¨® mir¨¢ndome a los ojos: "No es que lo cursi sea malo, es que la gente le tiene miedo". Bajo esa premisa intent¨¦ leer alguna de sus m¨²ltiples novelas. Y encontr¨¦ una asombrosa habilidad para ofrecer algo nuevo en cada historia y surcar todas las emociones humanas.
Sus mujeres se enfrentan al aborto, a ser madres solteras, ad¨²lteras castigadas o triunfadoras, besan o conocen la frigidez, "un tema en el que he sido pionera". Toda pasi¨®n aparece en sus p¨¢ginas. Al leerlas uno puede descifrar la impecable estructura: planteamiento, desarrollo, final feliz, en muchos casos, o final abierto, en las obras de la d¨¦cada del setenta para ac¨¢. Cada historia tiene precisi¨®n matem¨¢tica: nunca m¨¢s de 76 p¨¢ginas. Y es esa extensi¨®n lo que contribuye a observar sus obras como modernas. "Yo escribo para que me lean y esa actividad sea como un secreto, un misterio entre mis lectores y yo". Una vez hablamos por tel¨¦fono por algo que hab¨ªa escrito sobre ella. "Quiero agradecerte tu respeto", me dijo y lament¨¦ entender que esa palabra le fuera tantas veces negada por el mundo editorial en espa?ol.
Boris Izaguirre es autor de Y de repente fue ayer.
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