Dinero a cambio de nada
El 15 de julio de 2007, The New York Times publicaba un art¨ªculo con el titular 'Los m¨¢s ricos entre los ricos, orgullosos de una nueva ?poca Dorada'. Entre los "nuevos titanes", el que destacaba m¨¢s prominentemente era Sanford Weill, ex presidente de Citigroup, que insist¨ªa en que ¨¦l y sus hom¨®logos del sector financiero hab¨ªan obtenido su inmensa fortuna gracias a sus aportaciones a la sociedad.
Poco despu¨¦s de que se publicara dicho art¨ªculo, el edificio financiero que Weill se congratulaba de haber ayudado a construir se ven¨ªa abajo, y provocaba con su ca¨ªda inmensos da?os colaterales. Aunque consigamos evitar que se repita la Gran Depresi¨®n, la econom¨ªa mundial necesitar¨¢ a?os para recuperarse de esta crisis.
Todo esto explica por qu¨¦ deber¨ªa preocuparnos que las remuneraciones en los bancos de inversi¨®n, tras bajar el a?o pasado, vuelven a dispararse, hasta los niveles de 2007. ?Por qu¨¦ es esto preocupante? D¨¦jenme contarles los motivos. En primer lugar, ya no hay raz¨®n para creer que los magos de Wall Street realizan de hecho una aportaci¨®n positiva a la sociedad, y mucho menos una aportaci¨®n que justifique esas n¨®minas desmesuradas.
Recu¨¦rdese que el dorado Wall Street de 2007 era un fen¨®meno bastante nuevo. Desde la d¨¦cada de 1930 hasta aproximadamente 1980, la banca era un negocio sobrio y aburrido que, de media, no pagaba mejor que otros sectores, pero hac¨ªa que las ruedas de la econom¨ªa siguieran girando.
Entonces, ?por qu¨¦ algunos banqueros empezaron a acumular enormes fortunas? Era, se nos dec¨ªa, una recompensa por su creatividad, por la innovaci¨®n financiera. A estas alturas, sin embargo, es dif¨ªcil pensar en una gran innovaci¨®n financiera reciente que de hecho ayudase a la sociedad, y que no fuera una forma nueva y mejorada de provocar burbujas, evadir normas y crear de facto pir¨¢mides financieras.
Recordemos un discurso reciente de Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal, en el que intent¨® defender la innovaci¨®n financiera. Sus ejemplos de innovaciones financieras "buenas" eran: (1) las tarjetas de cr¨¦dito, que no son precisamente una idea nueva; (2) la cobertura de descubiertos, y (3) las hipotecas subprime. (No me lo invento). ??stas son las cosas por las que pagaban tanto a los banqueros?
Aun as¨ª, se podr¨ªa alegar que tenemos una econom¨ªa de libre mercado, y que es el sector privado el que debe decidir cu¨¢nto valen sus trabajadores. Pero esto me lleva a mi segundo razonamiento: Wall Street ya no forma parte, en un sentido real, del sector privado. Es un pupilo del Estado, tan dependiente de la ayuda p¨²blica como los receptores de la Asistencia Temporal a Familias Necesitadas. No hablo s¨®lo de los 600.000 millones de d¨®lares ya asignados del TARP. Est¨¢n tambi¨¦n las enormes l¨ªneas de cr¨¦dito de la Reserva Federal; el pr¨¦stamo a gran escala efectuado por los bancos federales hipotecarios; los finiquitos de los contratos de AIG financiados por los contribuyentes; la enorme expansi¨®n de los avales del Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos (FDIC en sus siglas en ingl¨¦s), y, m¨¢s en general, el apoyo impl¨ªcito proporcionado a todas las empresas financieras consideradas demasiado grandes, o demasiado estrat¨¦gicas, para quebrar.
Se puede argumentar que es necesario rescatar a Wall Street para proteger la econom¨ªa en su conjunto, y estoy de acuerdo. Pero teniendo en cuenta el dinero de los contribuyentes que hay en peligro, las empresas financieras deber¨ªan comportarse como las de servicios p¨²blicos, y no volver a las pr¨¢cticas y remuneraciones de 2007.
Es m¨¢s, pagar cantidades ingentes a embaucadores no s¨®lo es indignante; tambi¨¦n es peligroso. A fin de cuentas, ?por qu¨¦ asumieron los banqueros riesgos tan excesivos? Porque el ¨¦xito -o incluso la apariencia temporal de ¨¦xito- ofrec¨ªa unas recompensas gigantescas: hasta los ejecutivos que hac¨ªan saltar por los aires sus empresas pod¨ªan largarse con cientos de millones de d¨®lares y lo hac¨ªan. Ahora estamos viendo que se ofrecen remuneraciones parecidas a gente que puede jugar sus arriesgados juegos con respaldo federal.
?Qu¨¦ est¨¢ pasando aqu¨ª? ?Por qu¨¦ van las n¨®minas camino de la estratosfera una vez m¨¢s? Las afirmaciones de que las empresas tienen que pagar estos salarios para conservar a sus mejores profesionales no son veros¨ªmiles: si el empleo en el sector financiero se est¨¢ desplomando, ?ad¨®nde va a ir toda esa gente?
No, la verdadera raz¨®n por la que las empresas financieras vuelven a pagar tanto es sencillamente porque pueden. Est¨¢n ganando dinero otra vez (aunque no tanto como afirman), ?y por qu¨¦ no? Al fin y al cabo, consiguen pr¨¦stamos baratos, gracias a todos esos avales federales, y prestan con unos tipos de inter¨¦s mucho m¨¢s elevados. As¨ª que comen, beben y son felices, porque a lo peor ma?ana les regulan.
O a lo mejor no. La sensaci¨®n palpable en la prensa financiera es que la tempestad ha pasado: las Bolsas suben, la ca¨ªda en picado de la econom¨ªa podr¨ªa estar nivel¨¢ndose, y es probable que el Gobierno de Obama deje a los banqueros irse de rositas con nada m¨¢s que unos cuantos discursos severos. Con raz¨®n o sin ella, los banqueros parecen creer que las cosas est¨¢n a punto de volver a ser lo que eran.
S¨®lo podemos desear que nuestros l¨ªderes les demuestren que est¨¢n equivocados, y lleven a cabo una verdadera reforma. En 2008, unos banqueros demasiado bien pagados que asumieron grandes riesgos con dinero de otros pusieron de rodillas a la econom¨ªa mundial. Lo ¨²ltimo que necesitamos es darles la oportunidad de volver a hacerlo.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel de Econom¨ªa en 2008. ? 2009 New York Times Service. Traducci¨®n de News Clips.
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