Memoria de dos vidas fraudulentas
La secretaria de Madoff habla de su jefe y ven la luz unas memorias sobre Ponzi
Hace casi 90 a?os, Estados Unidos descubri¨® con horror que un inmigrante italiano llamado Charles Ponzi hab¨ªa estafado a cientos de ciudadanos a trav¨¦s de lo que desde entonces se conoce como esquema Ponzi. Fue precisamente uno de sus hombres de confianza, William H. McMasters, su relaciones p¨²blicas, quien ayud¨® a difundir los excesos de aquel criminal de guante blanco.
Bernie Madoff, el brillante sucesor de Ponzi, autor del mayor fraude financiero de la historia, nunca tuvo un relaciones p¨²blicas. No lo necesitaba. Su carisma y su reputaci¨®n intachable le bastaban. Sin embargo, s¨ª ten¨ªa una secretaria que val¨ªa su peso en oro, Eleanor Squillari, que al igual que McMasters ha resultado esencial en la investigaci¨®n que empez¨® el pasado diciembre. Entonces se descubri¨® que Madoff hab¨ªa construido su propio esquema Ponzi defraudando a personas e instituciones por 65.000 millones de d¨®lares (47.977 millones de euros). La casualidad ha querido que esta semana se conozca, por un lado, el afilado retrato que Eleanor Squillari ha hecho de sus 20 a?os a la vera de Madoff a trav¨¦s de un art¨ªculo publicado en Vanity Fair, y por otro, la existencia de un libro de memorias titulado The Ponzi story, firmado por McMasters, que arroja nueva luz sobre la personalidad de Ponzi y el papel que McMasters jug¨® en el descubrimiento del fraude.
"Pod¨ªa ser generoso y absolutamente horrible", dice la empleada de Madoff
Estas memorias acaban de ser catalogadas por el Jay John College of Criminal Justice de Nueva York y est¨¢n dentro de un paquete adquirido justo antes de que se destapara el esc¨¢ndalo Madoff, con m¨¢s de 2.000 manuscritos y documentos relacionados con fraudes y timos hist¨®ricos.
Si hay alguien que conoce bien a un hombre de negocios, ¨¦sa suele ser su secretaria. Pese a ello, Squillari, al igual que los miles defraudados por Madoff, no ten¨ªa ni idea del negocio paralelo que su jefe gestionaba dos pisos m¨¢s abajo.El relato de Squillari en Vanity Fair arranca en los meses previos al arresto de Madoff, cuya sentencia se conocer¨¢ el 16 de junio, para despu¨¦s viajar hacia atr¨¢s y visitar los tiempos de gloria del estafador. Hace hincapi¨¦ en el car¨¢cter eg¨®latra y coqueto de un hombre que ten¨ªa en su agenda m¨¢s de 20 masajistas, a las que visitaba a menudo en plena jornada laboral, y que ejerc¨ªa un poder irresistible sobre las mujeres. Todas, incluida ella, le adoraban, y eso que no s¨®lo ha resultado ser Dr. Jekyll y Mr. Hyde en los negocios, sino tambi¨¦n en su vida diaria. "Pod¨ªa ser incre¨ªblemente generoso y absolutamente horrible", escribe Squillari, quien relata c¨®mo Madoff le regal¨® 4.000 d¨®lares (2.950 euros) cuando estuvo necesitada y c¨®mo era capaz de mortificarla verbalmente cuando estaba de mal humor. Tambi¨¦n cuenta que ella misma pas¨® de la incredulidad al enfado y, finalmente, a sentirse responsable hacia el p¨²blico y a querer colaborar con el FBI. Hay paralelismos con el relaciones p¨²blicas de Ponzi, quien sinti¨® que le hab¨ªa hecho un favor a la humanidad destapando el esc¨¢ndalo, y en sus memorias, ingenuamente, escribi¨®: "No creo que otro Charles Ponzi vuelva a aparecer en el futuro".
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