Multiculturalismo s¨ª, pero hasta aqu¨ª
Espa?a es m¨¢s diversa que nunca - Tradiciones como las bodas de ni?os o la ablaci¨®n resultan inaceptables - ?Hasta d¨®nde cabe el respeto?
Un juez saud¨ª rechaz¨® recientemente y en dos ocasiones anular la boda de una ni?a de ocho a?os con un hombre de 50. El padre la vendi¨® a un amigo para saldar sus deudas en contra de la opini¨®n de la madre. S¨®lo despu¨¦s de una larga negociaci¨®n y con la mediaci¨®n de un nuevo juez, el abogado de la ni?a consigui¨® llegar a un acuerdo con el marido. Mientras el juez saud¨ª se lo pensaba, un tribunal espa?ol condenaba a 17 a?os de c¨¢rcel a la madre de una adolescente mauritana residente en C¨¢diz por obligarla a casarse y mantener relaciones con un hombre de 40, sobre el que recay¨® una pena de 13 a?os.
Lo que la ley saud¨ª ni se plantea (condenar al progenitor), no se discute entre los juristas espa?oles. Sin embargo, s¨ª que hubo debate en el Tribunal Supremo al deliberar hace unas semanas sobre el caso de un ecuatoriano de 23 a?os que mantuvo relaciones consentidas durante un a?o con una ni?a de 11. El Supremo confirm¨® una condena de dos a?os de c¨¢rcel, pero con el voto particular de dos jueces que pidieron la absoluci¨®n porque el procesado se hab¨ªa criado en la selva y, aunque llevaba siete a?os en Espa?a, no sab¨ªa que lo que estaba haciendo era delito.
El problema surge cuando un delito es visto como una costumbre
Un 5% de la poblaci¨®n espa?ola profesa una religi¨®n distinta a la cat¨®lica
Los casos extremos perjudican a los musulmanes que desean integrarse
Hay empresas que ya permiten pausas para rezar o salir antes en el Ramad¨¢n
Algunos plantean la poligamia o la poliandria como opciones l¨ªcitas
El velo es para algunas un s¨ªmbolo cultural, pero no les impide trabajar
?stos y otros casos que han saltado a los medios en los ¨²ltimos meses dejan una pregunta: ?d¨®nde hay que situar la frontera de la tolerancia del Estado ante determinadas tradiciones culturales o religiosas? Los expertos coinciden en la necesidad de impulsar el respeto por todas las tradiciones y creencias. "Pero existe un l¨ªmite: los derechos fundamentales de las personas", afirma Pablo Santolaya, catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares y autor de varios estudios de los derechos de los extranjeros en Espa?a.
Casos como el de la familia mauritana de C¨¢diz o el de ni?as inmigrantes que son llevadas a su pa¨ªs para someterlas a una ablaci¨®n de cl¨ªtoris sobrepasan por mucho esa barrera del multiculturalismo, seg¨²n Santolaya. Los compatriotas de la menor mauritana consideran, sin embargo, que ni la sociedad ni los jueces espa?oles deben inmiscuirse en sus costumbres. "No se est¨¢n respetando nuestras tradiciones. En nuestro pa¨ªs es muy normal casarse con ocho o nueve a?os", lamenta Brahim Sall Oulddick, un mauritano que lleva una d¨¦cada en Espa?a y es amigo de los padres condenados. En su opini¨®n, hay un malentendido: "Aqu¨ª se le llama violaci¨®n y nosotros le llamamos casamiento".
Para Estrella Rodr¨ªguez, directora general de Integraci¨®n de los Inmigrantes esa presunta colisi¨®n entre las costumbres de unos y otros es "un falso debate". "Una cosa es hablar de interculturalidad, de buscar espacios de encuentro, que siempre son positivos, y otra es hablar de costumbres que en nuestro pa¨ªs son delito. Ah¨ª hay que ser firmes". Lo mismo opina Kaman Rahmouni, presidente de la asociaci¨®n de trabajadores marroqu¨ªes Atime: "Las fronteras est¨¢n claras: los principios constitucionales de Espa?a y las leyes en vigor. Dentro de esto puede caber cualquier costumbre. Fuera no cabe nada".
Casos extremos como ¨¦ste perjudican a la imagen de los musulmanes en general, tambi¨¦n a los que desean la integraci¨®n y rechazan la barbarie. El presidente de Atime asegura que su asociaci¨®n "nunca" defender¨ªa un caso como el de la ni?a de C¨¢diz. "A veces podemos estar en desacuerdo con algunos aspectos de algunas leyes, pero hay que respetarlas. Y esto hay que hac¨¦rselo ver a los inmigrantes". Pero Rahmouni cree que, al margen de esta barrera infranqueable, la integraci¨®n completa de las culturas que hoy conviven en Espa?a es "un tema pendiente de resolver". "Tanto los que vienen de fuera como la sociedad espa?ola tienen que hacer un esfuerzo".
Los musulmanes que viven en Espa?a, m¨¢s que con "problemas" para seguir aqu¨ª sus costumbres, se encuentran a veces con "dificultades", apunta Rahmouni, que pone como ejemplo la celebraci¨®n del Ramad¨¢n. "Ya hay muchas empresas que permiten que el trabajador pueda salir un poco antes ese mes y luego recuperar las horas, pero en otras todav¨ªa es dif¨ªcil".
Este tipo de conflictos ha sido objeto recientemente de un proyecto piloto del Observatorio Espa?ol del Racismo y la Xenofobia, mediante el que un centenar de empresas han hecho un autodiagn¨®stico sobre su forma de gestionar la diversidad cultural. La directora general de Integraci¨®n reconoce que el ¨ªndice ha salido "bajo", pero hay razones para el optimismo: estas empresas han dado muestras de querer mejorar en esta tarea.
El catedr¨¢tico Santolaya alude tambi¨¦n a la dificultad de la sociedad espa?ola para ir "adapt¨¢ndose" a una realidad cada vez m¨¢s plural. Tres leyes dictadas el 10 de noviembre de 1992 desarrollan los acuerdos firmados entre el Estado espa?ol y la Federaci¨®n de Entidades Religiosas Evang¨¦licas, la Federaci¨®n de Comunidades Israelitas y la Comisi¨®n Isl¨¢mica. El art¨ªculo 12 de esta ¨²ltima, por ejemplo, recoge que los musulmanes podr¨¢n solicitar la interrupci¨®n de su trabajo para el rezo obligatorio de los viernes desde las 13.30 hasta las 16.30, as¨ª como la conclusi¨®n de la jornada laboral una hora antes de la puesta de sol durante el mes de ayuno. Estas leyes tambi¨¦n permiten a los fieles de estas confesiones pedir que sus fiestas religiosas sustituyan a las establecidas por el Estatuto de los Trabajadores.
Brahim Sall Oulddicklia, el mauritano amigo de la familia condenada por casar a su hija adolescente, admite que en este punto la sociedad espa?ola es "cada vez m¨¢s respetuosa". ?l trabaja como guarda en una obra y asegura no tener problemas para seguir el Ramad¨¢n ni rezar cuando debe. Otros han tenido menos suerte y han acabado llevando el asunto a los tribunales. El ¨²nico pronunciamiento del Tribunal Constitucional, por lo que se considera la doctrina vigente, fue contrario a los intereses del trabajador, en este caso, una mujer que se hab¨ªa convertido a la Iglesia Adventista del S¨¦ptimo D¨ªa, entre cuyas creencias est¨¢ el cese de toda actividad desde la puesta del Sol del viernes a la del s¨¢bado. La mujer pidi¨® en su empresa un cambio de r¨¦gimen de su descanso semanal y al no conseguirlo, dej¨® de ir a trabajar y fue despedida. La afectada solicit¨® en los tribunales que el despido fuera declarado nulo por entender que estuvo basado en motivos religiosos, pero el Constitucional no le dio la raz¨®n.
Los expertos consultados coinciden en que en Espa?a a¨²n queda mucho camino por recorrer. Santolaya pone como ejemplo el caso de Estados Unidos, con mucha m¨¢s tradici¨®n de diversidad religiosa. All¨ª se ha generado ya una amplia jurisprudencia que se conoce como Sabbation cases (en referencia al Sabbath jud¨ªo) y que reconoce un derecho de los trabajadores y una obligaci¨®n para los empresarios la b¨²squeda de un acomodo entre los intereses de ambos.
El problema radica, seg¨²n Fernando Arias, jefe del ¨¢rea de proyectos de la Fundaci¨®n Pluralismo y Convivencia, en que, durante mucho tiempo, la sociedad espa?ola se ha diferenciado entre cat¨®licos y agn¨®sticos. "Ahora ha aumentado mucho la diversidad religiosa y hay un 5% de personas que pertenecen a otras confesiones". Adem¨¢s de las leyes espa?olas que recogen los derechos de musulmanes, jud¨ªos y evang¨¦licos, el Estado reconoce el arraigo de otras tres confesiones: budistas, mormones y testigos de Jehov¨¢. Sus fieles tienen unos derechos que no colisionan con las leyes espa?olas pero que, seg¨²n Arias, a veces les resulta complicado ejercer, como tener un lugar de culto o recibir educaci¨®n religiosa.
"Es muy importante que las personas de otras confesiones puedan sentirse tan espa?oles como cualquiera", cuenta Arias, que pone como ejemplo un atropello con el que se encuentran a menudo las mujeres musulmanas que deciden llevar velo: la ley espa?ola les reconoce el derecho a figurar con ¨¦l en la foto del DNI siempre que se les vea bien la cara. "Pero en algunas oficinas de DNI se lo impiden", afirma Arias.
El velo es una de las cuestiones que m¨¢s debate suscita entre los expertos. "Ah¨ª no hay que ser tajante. Para muchas mujeres tiene un sentido religioso y en Espa?a no les impide trabajar ni hacer nada", se?ala Caridad Ruiz de Almod¨®var, profesora de la Universidad de Granada especialista en derecho de pa¨ªses ¨¢rabes y miembro del consejo asesor de la Casa ?rabe.
Menos apoyo genera la negativa de algunos padres musulmanes a que sus hijas adolescentes vistan pantal¨®n corto o ba?ador en las clases de educaci¨®n f¨ªsica. "Entiendo que este tipo de costumbres no deben permitirse. Ah¨ª debe primar la educaci¨®n del menor", advierte Ruiz de Almod¨®var.
?ste es uno de los pocos asuntos en los que se muestra inflexible Jos¨¦ Manuel Morales, secretario general de Andaluc¨ªa Acoge, una asociaci¨®n de ayuda al inmigrante. Coincide con los dem¨¢s en que la frontera la marcan los derechos fundamentales, pero se muestra partidario de "debatir cambios". Morales se atreve incluso a plantear el caso de los matrimonios m¨²ltiples (poligamia o poliandria). "En Espa?a hace mucho tiempo que la pareja dej¨® de ser estable para toda la vida. Siempre que no entre en colisi¨®n con los derechos fundamentales, ¨¦ste es un tema en el que se podr¨ªa ver hasta qu¨¦ punto es posible evolucionar en el marco legal".
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