El genio que criaba ratas
El artista emergi¨® a la fama mundial tras una tortuosa infancia musical
Es apenas una nota a pie de p¨¢gina en la cr¨®nica del rhythm and blues de Los ?ngeles: en los a?os cuarenta, apareci¨® all¨ª un grupo musical procedente de Gary, Estado de Indiana. Se hac¨ªan llamar los Jackson Brothers y, efectivamente, eran hermanos y se apellidaban Jackson. Ten¨ªan energ¨ªa y fueron fichados por una sucursal de RCA. Se esperaban grandes cosas de los Jackson Brothers, pero un arresto por posesi¨®n de marihuana descarril¨® su carrera. Entonces, como ahora, las leyes contra las drogas serv¨ªan como instrumento de control social sobre las minor¨ªas incordiantes.
Dudo que Michael Jackson y su familia conocieran ese desdichado precedente. Pero eran muy conscientes de que la escalera hacia el ¨¦xito se presta a los resbalones. Hab¨ªan sobrevivido al rudo circuito para proletarios negros, en cuyos escenarios alternaban con strippers: Gary funcionaba como suburbio de Chicago y la mafia ten¨ªa esos caprichos. Tras pasar infructuosamente por un sello diminuto, llegaron a Motown, primera divisi¨®n del pop negro. Quiz¨¢s no les tomaron muy en serio: la prueba tuvo lugar en una fiesta al aire libre, junto a la piscina de Barry Gordy, capo de la compa?¨ªa. El cazatalentos fue Bobby Taylor, un empleado veterano no perteneciente al sancta sanctorum: tras un a?o de trabajar con los hermanos, le desplaz¨® un equipo de composici¨®n y producci¨®n m¨¢s moderno, con el intimidante nombre de The Corporation.
Los Jackson fueron fichados justo cuando la compa?¨ªa planeaba levantar el campamento: Berry Gordy abandonaba Detroit por Los ?ngeles, un trauma que dej¨® colgados a muchos hist¨®ricos de la discogr¨¢fica y acab¨® con su cacareado esp¨ªritu familiar. Sin lealtades previas, los Jackson aceptaron trasladarse a California. Al a?o siguiente, tomaban por asalto las listas: ?cuatro n¨²meros uno en 1970! Reviv¨ªan as¨ª un olvidado lema de Motown: "el sonido de la joven Am¨¦rica". De hecho, rejuvenecieron el perfil de los compradores: sol¨ªan ser ni?os, menores de edad en todo caso. El exuberante interludio de ABC explica su magnetismo, con un imperioso Michael gritando: "?Si¨¦ntate, chica! / Creo que te amo / ?No, lev¨¢ntate, chica! / ?Ens¨¦?ame lo que puedes hacer!". Se refer¨ªa a bailar pero la imaginaci¨®n juvenil es calenturienta.
De rebote, hab¨ªan establecido el prototipo de grupo para adolescentes: hasta los Osmonds quinteto de p¨¢lidos mormones cantarines- les imitar¨ªan en su One bad apple. Curioso que alguien tan astuto como Berry Gordy no apreciara aquel fil¨®n. Implicado emocionalmente con Diana Ross, consagraba sus energ¨ªas a transformarla en superestrella para adultos, con pel¨ªculas tramposas como El ocaso de una estrella. Los Jackson 5 daban m¨¢s beneficios pero quedaban relegados en t¨¦rminos de dedicaci¨®n creativa e inversi¨®n comercial.
Como casi todas las figuras de Motown, sufr¨ªan un contrato miserable: un porcentaje del 6%; cada miembro recib¨ªa medio centavo por single vendido o dos centavos por elep¨¦. De las royalties se descontaban los gastos de producci¨®n, con lo que andaban siempre en n¨²meros rojos: registraron 469 canciones, de las que se editaron 175, pero pagaron por todas. Romper con Motown era necesidad econ¨®mica y urgencia personal. Michael editaba discos bajo su nombre desde 1971, sin input en el producto final. Aunque nunca protest¨® por su grabaci¨®n m¨¢s embarazosa, Ben (1972), canci¨®n de amor de un ni?o a su mascota: una rata. El propio Michael criaba ratas.
Motown les exprimi¨®: se cobr¨® 354.000 euros en deudas y el derecho al nombre The Jackson 5. Hasta rompi¨® la formaci¨®n: Jermaine Jackson, casado con una hija de Gordy, se qued¨® en Motown y fue reemplazado por Randy. Pero vali¨® la pena: en 1976, CBS les dio 531.000 euros como fichaje, aparte de 354.000 para grabar cada ¨¢lbum y un porcentaje de entre el 27 y el 30%, seg¨²n ventas. CBS era la principal compa?¨ªa en rock y, en 1972, hab¨ªa encargado un estudio a la Harvard Business School, sobre las perspectivas comerciales del soul. Harvard recomend¨® que se asociaran con sellos negros y as¨ª se hizo.
Rebautizados como The Jacksons, terminaron con Kenny Gamble y Leon Huff, luminarias del suntuoso "sonido de Filadelfia". Dos discos con ese equipo les devolvieron a las listas y les permitieron, ya en 1978, el lujo m¨¢ximo: la autoproducci¨®n. Con Destiny, los hermanos demostraron su dominio de las baladas y los llenapistas (del calibre de Blame it on the boogie o Shake your body). Simult¨¢neamente, Michael maquinaba resucitar su carrera en solitario. Fue lo bastante prudente para ponerse a las ¨®rdenes de Quincy Jones: el mundo adulto no se fiaba de aquel veintea?ero socialmente virgen. Tim White, uno de los raros periodistas musicales que pudieron entrevistarle, le pill¨® durante el rodaje de El mago. Quedaron en un restaurante franc¨¦s de Nueva York, donde el chico se mostr¨® tan desconcertado por el men¨² como por la cuberter¨ªa; termin¨® comiendo con las manos.
A partir de Off the wall (1979), la historia de Michael es patrimonio de la humanidad. Se suele acentuar la aportaci¨®n de Quincy Jones pero conviene afinar. Las maquetas demuestran que Michael ya manejaba el concepto global: ecos de la disco music, soul vibrante, funk impecable, pop empalagoso, gotitas de rock, hasta alg¨²n exotismo (Wanna be startin' something plagiaba Soul makossa, del camerun¨¦s Manu Dibango). Para todos los p¨²blicos y empaquetado con el perfeccionismo de los estudios californianos, sin reparar en gastos: si BAD requer¨ªa unas frases de Hammond B3, se convocaba al organista supremo, Jimmy Smith.
En la jerga musical, la jugada de Michael se llama crossover: el salto del mercado especializado al gran p¨²blico. No fue tan suave como parece: CBS necesit¨® presionar seriamente a la cadena MTV, que vetaba los videos de artistas negros. El proceso pas¨® por momentos delicados, cuando el p¨²blico comprob¨® que Michael dilu¨ªa sus rasgos raciales. Hab¨ªa mucho de hipocres¨ªa: en los barrios negros son populares los ung¨¹entos para decolorarse la piel o cambiar la textura del cabello. Michael dio un paso m¨¢s all¨¢, al someterse a la cirug¨ªa facial. Fue su gran gesto de libertad: romp¨ªa el mandamiento que te obliga a quedarte en el grupo racial o sexual que te toc¨® en la loter¨ªa gen¨¦tica.
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