La pena razonable
En 1956, durante la ¨²ltima fase de su carrera, Fritz Lang dirigi¨® un thriller de demoniaco punto de partida y puesta en escena ejercitada con el piloto autom¨¢tico, en el que un periodista se incriminaba como el asesino de una mujer con la que nada ten¨ªa que ver, s¨®lo para poner en tela de juicio la existencia de la pena de muerte a trav¨¦s de la introducci¨®n del concepto de la "duda razonable". M¨¢s de 50 a?os despu¨¦s, la sociedad estadounidense parece haber ido marcha atr¨¢s en algunos aspectos, puesto que la nueva versi¨®n de M¨¢s all¨¢ de la duda, dirigida por el habitualmente insulso Peter Hyams, ni siquiera se plantea tal reconversi¨®n ¨¦tica y legal. Estamos ante un caso de denuncia de corrupci¨®n individual, de un elemento podrido en forma de fiscal del distrito, dentro de un sistema punitivo que parece funcionar.
M?S ALL? DE LA DUDA
Direcci¨®n: Peter Hyams.
Int¨¦rpretes: Jesse Metcalfe, Michael Douglas, Amber Tamblyn, Sewell Whitney.
G¨¦nero: thriller. EE UU, 2009.
Duraci¨®n: 105 minutos.
Como en la pel¨ªcula original, se aprovecha para denunciar el papel de ciertos medios de comunicaci¨®n en la fabricaci¨®n de ciertas noticias (all¨ª, la prensa; aqu¨ª, la televisi¨®n), y se mejora respecto a aqu¨¦lla en el crescendo psicol¨®gico, algo que a Lang no parec¨ªa importarle y que adem¨¢s se acrecentaba por la sempiterna actuaci¨®n imperturbable de Dana Andrews. Adem¨¢s, los autores del nuevo gui¨®n resultan m¨¢s honestos respecto del desenlace. As¨ª, y sin dar m¨¢s datos de los debidos, en esta versi¨®n se ofrecen un par de pistas visuales y verbales a lo largo del metraje que devuelven al juego limpio a un gui¨®n que, en 1956, se sacaba de la manga un giro final tan inesperado como rocambolesco.
Sin embargo, tras el p¨¢rrafo de las mejoras, habr¨¢ que concluir que Hyams es incapaz de rescatar a su M¨¢s all¨¢ de la duda de la categor¨ªa del thriller convencional de aspecto televisivo y vuelo raso. Jesse Metcalfe, de gran parecido f¨ªsico con Andrews, tampoco enriquece demasiado su impavidez y, sobre todo, la pel¨ªcula es la palpable demostraci¨®n de la cobard¨ªa en materia de derechos sociales de buena parte del cine americano de hoy. A finales de los a?os cincuenta, Hollywood fabricaba pel¨ªculas como Doce hombres sin piedad, ?Quiero vivir!, Senderos de gloria y M¨¢s all¨¢ de la duda, todas ellas visibles recomendaciones hacia un replanteamiento legislativo en materia penal. Rescatar una cinta como la de Lang para luego obviar lo mejor de ella s¨ª que no parece razonable.
Babelia
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