Intervencionismo conservador
Llegados a esta fase de la lucha mundial contra la recesi¨®n, viene bien pararse a pensar en hasta qu¨¦ punto son conservadoras las medidas que han puesto en marcha los bancos centrales, los departamentos de Hacienda y las oficinas nacionales de presupuestos del mundo. Casi todo lo que han hecho -incrementos del gasto, subvenciones fiscales, recapitalizaci¨®n de bancos, compras de activos arriesgados, operaciones de mercado abierto y otras ampliaciones de la oferta de dinero- ha seguido una senda pol¨ªtica de casi 200 a?os de antig¨¹edad que se remonta a los primeros d¨ªas de la revoluci¨®n industrial y, por consiguiente, a los primeros coletazos del ciclo econ¨®mico.
Un buen sitio para empezar es 1825, cuando los inversores nerviosos quer¨ªan invertir su dinero en met¨¢lico seguro en lugar de en empresas arriesgadas. Robert Banks Jenkinson, segundo duque de Liverpool y primer ministro de Hacienda del rey Jorge IV, suplic¨® a Cornelius Buller, gobernador del Banco de Inglaterra, que interviniera para impedir que se hundieran los precios de los activos financieros. "Creemos en la econom¨ªa de mercado", razonaba lord Liverpool, "pero no cuando los precios que produce la econom¨ªa de mercado llevan a un desempleo masivo en las calles de Londres, Bristol, Liverpool y Manchester".
El Gobierno de Obama y autoridades fiscales de todo el mundo est¨¢n actuando de modo muy conservador
El Banco de Inglaterra actu¨®: intervino en el mercado y compr¨® bonos a cambio de efectivo, lo cual impuls¨® al alza los precios de los activos financieros y ampli¨® la oferta de dinero. Prest¨® dinero a bancos en apuros exigiendo pocos avales. Anunci¨® su intenci¨®n de estabilizar el mercado y advirti¨® a los especuladores a la baja de que tuvieran cuidado.
Desde entonces, siempre que los Gobiernos se han mantenido en gran medida al margen y han dejado que los mercados financieros salieran por s¨ª mismos de las situaciones de p¨¢nico -me vienen a la mente 1873 y 1929 en Estados Unidos- las cosas han salido mal. Pero siempre que un Gobierno ha intervenido o ha delegado en un banco de inversiones privado para que sostenga el mercado, las cosas parecen haber ido mucho menos mal.
Por ejemplo, el Gobierno de Estados Unidos b¨¢sicamente autoriz¨® a JP Morgan a hacer las veces de banco central del pa¨ªs en la ¨¦poca que sigui¨® a los p¨¢nicos de 1893 y 1907, cre¨® la Resolution Trust Corporation a principios de la d¨¦cada de 1990 y, junto con el FMI, intervino para ayudar a M¨¦xico en 1995 y a las econom¨ªas del este de Asia en 1997 y 1998.
Pocos Gobiernos, como mucho, est¨¢n ahora dispuestos a dejar que los mercados financieros se curen por s¨ª mismos. Hacerlo ser¨ªa un paso verdaderamente radical.
Por consiguiente, la Administraci¨®n de Obama y otros bancos centrales y autoridades fiscales de todo el mundo est¨¢n, en cierto sentido, actuando de modo muy conservador, aunque se embarquen en planes de gasto deficitario, aumenten el volumen de bonos del Estado, garanticen deuda privada arriesgada y compren empresas automovil¨ªsticas.
Entiendo lo que tratan de hacer, y me siento un tanto reacio a juzgarles a posteriori. Todos ellos lo est¨¢n haciendo lo mejor que pueden, y s¨¦ que si estuviera en su lugar estar¨ªa cometiendo errores m¨¢s gordos que ellos; errores diferentes, probablemente, pero seguro que m¨¢s gordos.
Sin embargo, tenga una gran duda. El Gobierno de Estados Unidos, sobre todo, pero tambi¨¦n otros Gobiernos, se han involucrado de lleno en la pol¨ªtica industrial y financiera durante esta crisis. Y lo han hecho sin construir instituciones tecn¨®cratas como la Reconstruction Finance Corporation de la d¨¦cada de los treinta y la RTC de los noventa, que desempe?aron un papel importante a la hora de permitir que episodios anteriores de intervenci¨®n gubernamental extraordinaria en los entresijos industriales y financieros de la econom¨ªa salieran relativamente bien, sin un grado abrumador de corrupci¨®n y b¨²squeda de beneficios.
En crisis anteriores, el poder discrecional de los ejecutivos estaba limitado por nuevas instituciones intervencionistas creadas sobre la marcha mediante medidas legislativas.
As¨ª es como los fundadores de Estados Unidos, como James Madison y Alexander Hamilton, imaginaban que funcionar¨ªan estas cosas. Se mostraban recelosos del poder ejecutivo y pensaban que el presidente deb¨ªa tener mucho menos poder discrecional que los diversos reyes Jorge de la ¨¦poca. Con todo, la crisis actual ha llevado a la creaci¨®n de instituciones financieras de este tipo.
Por eso me pregunto: ?por qu¨¦ el Congreso de Estados Unidos no sigui¨® el modelo RFC/RTC a la hora de autorizar las pol¨ªticas industriales y financieras de George W. Bush y Barack Obama? ?Por qu¨¦ no se ha dado un papel mayor en esta crisis a las instituciones tecnocr¨¢ticas que tenemos, como el FMI? ?Y qu¨¦ podemos hacer para recrear sobre la marcha las instituciones financieras-administrativas internacionales para que funcionen de la mejor manera posible?
J. Bradford DeLong es catedr¨¢tico de Econom¨ªa en la Universidad de California en Berkely e investigador de la Oficina Nacional de Investigaci¨®n Econ¨®mica. ? Project Syndicate, 2009. Traducci¨®n de News Clips.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.