Una econom¨ªa paralela en la calle m¨¢s congestionada
Vecinos, polic¨ªas y buscavidas conviven en el atasco de Jos¨¦ Abascal
M¨¢s de 3.000 veh¨ªculos a la hora se mueven, cuando se mueven por la calle de Jos¨¦ Abascal. Una avenida de cinco carriles que desemboca en la Castellana y que recoge el tr¨¢fico que proviene del t¨²nel de Cristo Rey y de la carretera de A Coru?a. Ayer, d¨ªa sin coches, la densidad de tubos de escape por metro cuadrado era la habitual. Uno de los carriles est¨¢ cortado y los obreros se afanan en arreglar la acera. El polvo que liberan los martillos neum¨¢ticos ciega las riadas de transe¨²ntes que, separados por una valla amarilla, circulan entre la retenci¨®n. "M¨¢s de 30 minutos para cruzar tres sem¨¢foros, esa es la media", dice Carlos, de 57 a?os. Se encoge de hombros y sigue con la mano l¨¢nguida colgada de la ventanilla. En el horizonte, el cruce final de la pesadilla. "?Es el d¨ªa sin coches?", ironiza antes de contestarse: "Pues ni Dios se ha enterado en esta calle".
All¨ª, en la frontera con la Castellana, trabaja Alejo, argentino de 30 a?os. Un espectador privilegiado del mayor embotellamiento de la muy embotellada capital. Mueve las mazas mientras una masa de cientos de veh¨ªculos hace sonar el claxon. "El mogoll¨®n empieza a las cinco y media de la tarde", explica este malabarista que confirma que el humor de los conductores a partir de las siete de la tarde, los pitos y los insultos, dificultan mucho a la hora de pasar la gorra. El atasco ha generado su propio ecosistema. Hay, siempre, polic¨ªas municipales y nacionales. Los del Ayuntamiento proh¨ªben "pedir por la calle". Pero sin acritud. Tambi¨¦n hay gitanos rumanos que limpian los cristales. "Ellos se van un poco m¨¢s atr¨¢s, lo hemos pactado", explica Alejo.
En la esquina con Fern¨¢ndez de la Hoz trabaja Alin junto a una cuadrilla de obreros ecuatorianos. ?l vende pa?uelos de papel. Es respetuoso y conocido en los bares y porter¨ªas cercanas. Los porteros apostados junto a las entradas dictaminan: "El atasco lo arreglan cuando quieren, f¨ªjese cuando les interesa limpiar para que pase alguien que venga de La Moncloa".
Anika, de 26 a?os, despacha medicinas. "Es horrible", dice. Describe c¨®mo cada vez que la puerta electr¨®nica se abre "la gente pita y pita y grita y grita".
Jos¨¦ Abascal es tambi¨¦n l¨ªder en ruido y en contaminaci¨®n. Elisa, que vive en un primero, tiene lleno de polvillo negro su balc¨®n: "Es tremendo, cada dos por tres hay que limpiar las fachadas porque te obligan y sale car¨ªsimo". Vive desde hace m¨¢s de 40 a?os en la calle y traza como el punto de inflexi¨®n la construcci¨®n de los aleda?os t¨²neles de Mar¨ªa de Molina y de Cea Berm¨²dez: "Nos quedamos entonces todo el atasco". Tanto que los habituales de la zona han rebautizado la v¨ªa. Ahora es "Jos¨¦ Atascal".
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