?xtasis y 'gore'
En realidad, nada hab¨ªa preparado al p¨²blico brit¨¢nico para la sacudida que ha supuesto la irrupci¨®n, en el templo de neoclasicismo posmoderno de la Sainsbury Wing (National Gallery), de las piezas reunidas en la muestra The sacred made real, subtitulada Spanish painting & sculpture 1600-1700: ni siquiera el naturalismo hiperrealista y gore que se asocia a las creaciones de algunos de los Young British Artists, el popular¨ªsimo movimiento promocionado a principios de los noventa por el publicitario y coleccionista Charles Saatchi.
Y eso que Xavier Bray, el comisario de la exposici¨®n, hab¨ªa "ambientado" astutamente a un grupo de periodistas culturales y cr¨ªticos (que despu¨¦s han hablado de ella en sus respectivos medios) llev¨¢ndoselos a Sevilla, durante la pasada Semana Santa, para que experimentaran en directo la "otra" vida de obras que tambi¨¦n podr¨ªan haber figurado en la exposici¨®n. Una vida p¨²blica y nada secreta en la que esculturas meticulosamente trabajadas para hacer creer que son seres vivos que (a¨²n) respiran y sufren salen de sus oscuros rincones de veneraci¨®n est¨¢tica y se mueven en fervorosa procesi¨®n por calles dram¨¢ticamente iluminadas, acompa?adas de estremecedores c¨¢nticos y sobrecogidos silencios, de olores y perfumes tan intensos que podr¨ªan palparse, convocadas por la fuerza de emociones no siempre comprensibles para mentes racionalistas, particularmente recelosas ante la exhibici¨®n latina de los sentimientos y secularmente cr¨ªticas ante la menor sospecha de superstici¨®n.
A los brit¨¢nicos les sorprende el hiperrealismo del barroco espa?ol
En la treintena de estupendas obras expuestas en The sacred made real queda de manifiesto la influencia que ese "otro" arte de la Contrarreforma ejerci¨® sobre artistas universalmente reconocidos: la admirable cualidad tridimensional de la pintura de Zurbar¨¢n, Vel¨¢zquez o Alonso Cano no puede entenderse sin la habilidad por ellos adquirida en la policrom¨ªa de las esculturas, como part¨ªcipes de una divisi¨®n del trabajo caracter¨ªstica de la estructura gremial del oficio. Pero los brit¨¢nicos tambi¨¦n descubren ahora, en las seis salas magistralmente iluminadas en las que la National Gallery las ha dispuesto, algo olvidado en las historias del arte tradicionales: que algunas de esas piezas, relegadas como meros objetos de culto en iglesias o conventos, cuando no menospreciadas por los cr¨ªticos neocl¨¢sicos como exponentes de gustos b¨¢rbaros, son fundamentales para entender la evoluci¨®n ulterior del realismo. A ese p¨²blico con tradiciones culturales muy alejadas del esp¨ªritu de la Contrarreforma le sorprende particularmente la meticulosidad "hiperrealista" de que hacen gala los artistas del barroco espa?ol en su empe?o casi desesperado de acercar lo sagrado a lo real utilizando todos los materiales y t¨¦cnicas a su alcance, incluso los que no se consideraron "art¨ªsticos" hasta la irrupci¨®n de las vanguardias.
Claro que tambi¨¦n nos llama la atenci¨®n por diferentes motivos a los espa?oles: en un contexto laico y ajeno, esos iconos que han encarnado en nuestro imaginario una idea muy culposa de la religi¨®n despliegan nuevos significados, muy alejados del rigorismo de la Iglesia tridentina reinterpretada ideol¨®gicamente por el nacionalcatolicismo. La morbidez hiperrealista -a veces muy pr¨®xima a lo gore- de esas pieles c¨¢rdenas y exang¨¹es, de los ojos entornados para cuyo mortecino brillo se emple¨® cristal y cuyas pesta?as est¨¢n hechas de pelo humano, de las bocas entreabiertas en las que se aprecia la textura de dientes moldeados en marfil, de las tremendas excoriaciones mimetizadas con su correspondiente sangre coagulada, una morbidez conseguida a trav¨¦s de materiales y t¨¦cnicas utilizados con el prurito de difuminar los l¨ªmites entre ilusi¨®n y realidad, se aleja ahora saludablemente de su primordial finalidad devota, adquiriendo sentidos que, al menos en mi caso, no hab¨ªa sabido apreciar en su ambiente "natural". Una vez m¨¢s, es bueno alejarse un poco: aunque s¨®lo sea para modificar la perspectiva y poder ver de otro modo lo que siempre hemos tenido ante los ojos. Si pasan pr¨®ximamente por Londres, no dejen de hacer la prueba.
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