El futbolista que se cre¨ªa rey
- "No me acostumbro a la vida inglesa. La comida es desastrosa y llueve siempre"
-Evra, del Manchester United, hace tres a?os
Si tienen fundamento los insistentes rumores en la prensa deportiva de que el Barcelona piensa fichar a Robinho en el mercado de invierno, uno tendr¨ªa motivos para plantearse la siguiente herej¨ªa: ?Late, dentro del cerebro calculador de Pep Guardiola, un puntito de locura?, ?la abundancia de seny que exhibe el entrenador m¨¢s exitoso del planeta tiene como contrapartida una discreta dosis de rauxa [arrebato]?
Se puede entender la desesperaci¨®n por buscar a alguien que reemplace a Henry, pero, ?a tal punto?, ?al extremo de incorporar a un jugador que genera feelings infinitamente m¨¢s inquietantes que el desterrado Eto'o?
Cuando empez¨® a correr la voz en la primera mitad de 2005 de que el Real Madrid se propon¨ªa fichar a Robinho, del Santos de Brasil, David Beckham hizo un comentario que, tal era la ilusi¨®n en el entorno madridista, pas¨® bastante desapercibido. Su opini¨®n del brasile?o fue: "Es un buen malabarista". Pasados cuatro a?os y medio desde la llegada del brasile?o a Europa, es dif¨ªcil evitar la conclusi¨®n de que Beckham -habitualmente tan cort¨¦s, tan pocas veces despectivo- acert¨® a la primera.
Robinho tuvo sus d¨ªas de gloria en el Bernab¨¦u, pero no cumpli¨® ni de cerca la profec¨ªa en la que cre¨ªan sus compatriotas, y ¨¦l tambi¨¦n crey¨®, de que hab¨ªa nacido para ser el sucesor de O Rei Pel¨¦. Y como no lo logr¨® en Espa?a, forz¨® su salida al Manchester City, cuyo due?o, un jeque de Abu Dabi, pag¨® 40 millones por ¨¦l. Robinho aterriz¨® en Inglaterra hace temporada y media y declar¨® que ahora s¨ª, ahora estaba en condiciones de demostrar que era el mejor. El d¨ªa que lleg¨® al City entr¨® en el vestuario e hizo unos trucos con la pelota que dejaron a sus nuevos compa?eros boquiabiertos. En los primeros cuatro o cinco partidos maravill¨® a la afici¨®n. Y entonces... lleg¨® el invierno, las cosas se pusieron cuesta arriba, el City dej¨® de ser candidato siquiera a los primeros cuatro puestos de la Premier League, y Robinho se borr¨®. Esta temporada, el City, reforzado con 140 millones en nuevos fichajes (s¨®lo superado por el Real Madrid en Europa), arranc¨® bien, pero ya empieza a perder gas. De los ¨²ltimos 11 partidos de Liga, el City ha empatado ocho, ganado dos y perdido uno, un 3 a 0, el mi¨¦rcoles, contra el Tottenham, su rival directo para un puesto de Champions el a?o que viene.
Unos d¨ªas antes de aquel palo, Robinho hab¨ªa declarado a los medios: "Me siento en excelente forma. Estoy fuerte, f¨ªsica y mentalmente y quiero jugar en todos los partidos. Lo m¨¢s importante ahora es ganar". Admirable y muy bonito. Despu¨¦s sali¨® contra el Tottenham e hizo uno de los partidos m¨¢s bochornosos que se le recuerda a cualquier jugador de Primera en muchos a?os. O, mejor dicho, no hizo ning¨²n partido. No apareci¨®. Los dem¨¢s jugadores peleaban como si sus vidas dependieran del resultado; Robinho hubiera aportado lo mismo si se hubiera quedado en la banda fumando un pitillo. El entrenador Mark Hughes, despedido ayer y reemplazado por Roberto Mancini, le quit¨® y, en vez de sentarse en el banquillo, el brasile?o sali¨® andando lentamente por el t¨²nel hacia el vestuario, contemplando su fracaso y quiz¨¢ so?ando con una tercera oportunidad, la que le podr¨ªa ofrecer el Bar?a.
Se dice que si realmente llegase a aterrizar en el Camp Nou, ser¨ªa en condici¨®n de cedido, a prueba por seis meses. En ese caso, tal vez no ser¨ªa tan alocada la idea. Aunque riesgo s¨ª habr¨ªa de que el cuestionable compromiso competitivo de Robinho minara el tremendo esp¨ªritu de equipo que ha forjado el entrenador. Ahora, si Guardiola fuera capaz de exprimir el indudable talento de Robinho, acoplarle a su equipo y convertirlo en un jugador fiable y entregado, ser¨ªa una haza?a comparable a ganar seis t¨ªtulos en un a?o. Habr¨ªa que rendirse incondicionalmente al genio del catal¨¢n, reconocer que no hay l¨ªmites a lo que es capaz de hacer el hombre.
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