Aurora y ocaso
Hace ahora 10 a?os, Le Monde Diplomatique abr¨ªa el n¨²mero de enero de 2000 con un editorial esperanzador de cara al nuevo siglo que titul¨® La aurora. Los recientes sucesos de Seattle, donde los grupos antiglobalizaci¨®n hab¨ªan puesto en jaque a los todopoderosos organismos econ¨®micos internacionales, le hac¨ªan decir a Ignacio Ramonet cosas que ahora nos suenan casi pueriles, pero que entonces parec¨ªan tener sentido: "Es hora de admitir que otro mundo es posible. Y de refundar una nueva econom¨ªa, m¨¢s solidaria, fundada en el principio del desarrollo duradero y que coloque al ser humano en el centro de las preocupaciones. Empezando por desarmar al poder financiero, que en el curso de los ¨²ltimos veinte a?os no ha dejado de roer el territorio de lo pol¨ªtico, reduciendo de modo alarmante el per¨ªmetro de la democracia".
Ha pasado una d¨¦cada en la que se ha avanzado mucho en el sentido opuesto. Y en este a?o de crisis se han vuelto a leer cosas parecidas, de la pluma incluso de premios Nobel, sobre la necesidad de un cambio de modelo en la gobernanza global de la econom¨ªa. Aunque ya no hay esperanza por un futuro de cambio. Este que se acaba ha sido el a?o de la resignaci¨®n, del miedo al futuro, de la desconfianza.
En la Rambla de Catalunya han instalado la magn¨ªfica escultura El pensador, de Rodin. La melanc¨®lica lluvia de estos d¨ªas lo ha cubierto de l¨¢grimas, pero ¨¦l sigue ah¨ª, pensando, ajeno a las inclemencias del tiempo y a los parpadeos insistentes de las luces navide?as. A pocos metros, la desesperada dignidad de los seis burgueses de Calais (estudios del famoso monumento que realiz¨® el artista para conmemorar la derrota de la ciudad frente a los ingleses) desaf¨ªan tambi¨¦n a la adversidad con orgullo. Son obras de otro fin de si¨¨cle que ahora reconocemos como creativo y revulsivo. Tal vez sea eso. Tal vez el siglo XXI a¨²n no ha comenzado y esta d¨¦cada haya sido la mera resaca del anterior, una especie de pesadilla fin de si¨¨cle de la que despertaremos en alg¨²n momento. Tal vez lo que predijo Ramonet fue el ocaso y, pasada la noche, llegar¨¢ la aurora. Inshallah!
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