Testigos de la violencia
Joyce Carol Oates excava con inconforme exactitud tanto en lo abismal como en lo trivial del alma humana. En Infiel re¨²ne 21 relatos -'novelas en miniatura'- en los que los personajes se enredan en una apoteosis de cinismo y crueldad.
La extensa producci¨®n de Joyce Carol Oates -m¨¢s de cien t¨ªtulos, desde principios de la d¨¦cada de 1960, entre novelas, libros de cuentos y ensayos- se articula, con mayor o menor intensidad, en torno a la violencia enquistada en la sociedad norteamericana, una obstinaci¨®n que, en efecto, se dir¨ªa inagotable, y que permite a Oates demostrar, libro tras libro, que siempre queda algo importante que decir. Sin embargo, al terminar una novela de esta autora -valga la ¨²ltima editada aqu¨ª, Mam¨¢-, el lector tiene la sensaci¨®n, ante la prolijidad y ramificaci¨®n anal¨ªtica de la trama, de que resulta muy dif¨ªcil imaginar cu¨¢l ser¨¢ el pr¨®ximo tema que abordar¨¢. Pero ?acaso importa? Oates lleva muchos a?os sorprendiendo, y por el momento no hay visos de que vaya a dejar de hacerlo.
Infiel
Historias de transgresi¨®n
Joyce Carol Oates
Traducci¨®n de Mari Carmen Bellver
Alfaguara. Madrid, 2010
552 p¨¢ginas. 22 euros
Infiel, cuya edici¨®n original data de 2001, lleva el subt¨ªtulo Historias de transgresi¨®n. El enunciado es v¨¢lido, pero s¨®lo en un sentido esponjoso, que absorbe cualquier significado, sin insinuar la brutalidad y autodestrucci¨®n a que se ven abocados muchos de los personajes de estas historias, retenidos en un laberinto moral cuya salida, si consiguen encontrarla, les enredar¨¢ en una apoteosis de cinismo y crueldad. Raro es el cuento que no est¨¦ atravesado por una muerte, un suicidio, un asesinato, o aderezado con gruesas dosis de humillaci¨®n e indignidad de las rupturas de pareja. Las armas son aqu¨ª una herramienta muy ¨²til para resolver un desencuentro amoroso o un conflicto econ¨®mico; un hombre observa a su ex mujer a trav¨¦s de la mirilla de un fusil ('La vampiresa'), y hay un muchacho que se siente protegido por llevar un cuchillo que conserva el ADN de muchos hombres muertos ('Tusk'). El honorable pasado de un anciano, a quien su mujer abandon¨® por su amante, de pronto se vuelve cenagoso, y toda la melancol¨ªa vivida en familia se revela, muchos a?os despu¨¦s, como una desdicha para la nieta, que llegar¨¢ a saber, y tendr¨¢ que callar, lo que nunca supo su madre ('Infiel'). La ruleta rusa es el juego que aqu¨ª se menciona m¨¢s veces, y hay un cuento ('Amor por las armas'), pr¨¢cticamente un cat¨¢logo de pistolas y rifles, que tambi¨¦n es un inventario de los impulsos sexuales que provoca en sus due?os y en sus ocasionales poseedores. Nadie puede escapar a la violencia, parece decir Joyce Carol Oates, quien no es asesino es v¨ªctima, y, si se consigue eludir esas categor¨ªas extremas, irremediablemente uno se convierte en testigo. De ah¨ª que la mayor¨ªa de estos cuentos tengan un narrador que, incluso sin desearlo, se ve obligado a revelar el conocimiento de un crimen que modific¨® decisivamente su moral y su c¨®digo de certidumbres.
De los 21 cuentos que componen el volumen, tal vez '?Y entonces qu¨¦, vida m¨ªa?' merecer¨ªa haberse convertido en novela; en su estado actual los saltos temporales dejan demasiadas cosas por cubrir. Y hay alguno otro, como 'Sudor de verano', que se resuelve demasiado f¨¢cilmente con el reconocimiento de una amenaza de suicidio que nunca se produjo. No obstante, se trata de una colecci¨®n de relatos significativamente ejemplar, que no cabe considerar como un mero amasijo; le¨ªdos en el orden en que han sido establecidos se puede apreciar una curva sinuosa que comienza abordando la decisi¨®n de un suicidio aplicando un tono t¨¢cito, de impotencia ante lo fatal ('Au Sable'), y termina con una brutal paliza de un numeroso grupo de polic¨ªas a un periodista de televisi¨®n, contada por su v¨ªctima, un relato en la l¨ªnea de Reservoir dogs, de Tarantino, donde se destaca que la mejor prosa de los peri¨®dicos se encuentra en la secci¨®n de necrol¨®gicas y donde se dice de los seres humanos que "tienen una capacidad limitada para la solemnidad y la compasi¨®n".
Si se lee este libro al ritmo que ha tenido que leerlo el autor de esta nota, probablemente tenga en el lector un efecto malsano. Y no s¨®lo por la acumulaci¨®n de violencia, que conviene graduar, sino porque la "psicolog¨ªa" de los personajes de Oates no se pliega al retrato de r¨¢pidos trazos, y adem¨¢s su t¨¦cnica narrativa, igualmente compleja, excava con inconforme exactitud tanto en lo abismal como en lo trivial del alma humana. As¨ª que, incluso cuando la historia se cierra, a¨²n permanece largo tiempo el estremecimiento de haber asistido a la infortunada experiencia de los deseos, que en lugar de sosiego encuentran dolor, vulnerabilidad y miedo. L¨¦ase, pues, con intervalos que permitan fortalecerse para la siguiente historia. No hay aqu¨ª fraude de la expectativa. Tiene raz¨®n Oates al calificar sus relatos de "novelas en miniatura". Lo cierto es que han sido escritos con el m¨¢ximo rigor; de ah¨ª su excelencia y que algunos sean extraordinarios, por ejemplo 'Idilio en Manhattan', 'Asesinato en segundo grado' o 'La v¨ªspera de la ejecuci¨®n', relatos que ning¨²n buen lector deber¨ªa ignorar.
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