El reparto de la austeridad
El jueves se juegan en Gran Breta?a algunas cuestiones que trascienden el cl¨¢sico juego electoral: si la socialdemocracia europea queda enquistada en el reducto de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica (lo cual depender¨¢ de qui¨¦n gana los comicios en n¨²mero de votos y esca?os y, sobre todo, de qui¨¦n ocupa finalmente Downing Street); y segundo, el tama?o, la velocidad y el reparto del severo ajuste econ¨®mico en un pa¨ªs en el que sus ciudadanos han experimentado con gran rapidez la p¨¦rdida de bienestar. Ambos asuntos trascender¨¢n las fronteras del Reino Unido.
Dos son las controversias que han sobresalido en la campa?a: la crisis econ¨®mica y las posiciones de los partidos ante ella, y la reforma electoral en un pa¨ªs en el que la ciudadan¨ªa parece dividirse hoy casi exactamente en tres tercios, rompiendo la tradicional hegemon¨ªa de laboristas y conservadores. La coyuntura en la que se va a votar es especialmente mala: una contracci¨®n del PIB de alrededor del 6% en el ejercicio anterior y un lev¨ªsimo crecimiento del 0,2% en el primer trimestre de 2010; un paro del 8% de la poblaci¨®n activa; un d¨¦ficit p¨²blico muy cercano al 12% del PIB; y una deuda p¨²blica superior al 60%, y que ha crecido 25 puntos en los dos ¨²ltimos a?os.
Los tres candidatos brit¨¢nicos han ocultado el detalle de los sacrificios que hay que hacer
Hay numerosos ejemplos de Gobiernos que ganan en la recesi¨®n y pierden en periodos de expansi¨®n
Hace unos meses, el debate econ¨®mico en Gran Breta?a estaba en si hab¨ªa que mantener m¨¢s tiempo los est¨ªmulos p¨²blicos para salir de la recesi¨®n o hab¨ªa que combatir ya los desequilibrios macroecon¨®-micos fundamentales; durante la campa?a electoral la pol¨¦mica dio un salto cualitativo: los tres partidos se centraron, b¨¢sicamente, en las recetas para disminuir el d¨¦ficit y la deuda, mirando de reojo lo que estaba ocurriendo en Grecia y su capacidad de contagio sobre otros pa¨ªses con problemas de la misma naturaleza. Y lo hicieron en t¨¦rminos muy generales, sin que ninguno haya descendido al detalle en la combinaci¨®n de aumento de impuestos y reducci¨®n de gastos necesarios para devolver al pa¨ªs a la senda del crecimiento sostenible, tras casi tres a?os de crisis financiera muy aguda (con los principales bancos nacionalizados), y profunda recesi¨®n: qu¨¦ impuestos se van a subir, en qu¨¦ proporci¨®n a cada clase social y a qu¨¦ ritmo; qu¨¦ servicios sociales se van a reducir (transportes p¨²blicos, infraestructuras, sanidad, pensiones, educaci¨®n, desempleo, salarios p¨²blicos...) y a qui¨¦nes va a perjudicar. En este sentido, el jueves se va a votar en una especie de fraude democr¨¢tico: ninguna formaci¨®n ha descubierto sus cartas, temiendo la reacci¨®n de los votantes.
La evidencia no concluye de modo autom¨¢tico que las crisis econ¨®micas favorezcan siempre al partido de la oposici¨®n, del mismo modo que el crecimiento no siempre es garant¨ªa de permanencia en el poder. En el voto influyen otros elementos como, por ejemplo, la ideolog¨ªa de los ciudadanos: la ideolog¨ªa determina el voto y, al tiempo, condiciona la manera en la que los votantes valoran la situaci¨®n de la econom¨ªa (v¨¦ase el Informe sobre la democracia en Espa?a 2010, de la Fundaci¨®n Alternativas, de pr¨®xima aparici¨®n). Los soci¨®logos Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall y Adam Przeworski han escrito que los votantes parecen elegir, por las razones que sea, apoyar al Gobierno o a la oposici¨®n, y s¨®lo despu¨¦s eligen argumentos que sostengan su decisi¨®n.
Felipe Gonz¨¢lez gan¨® las elecciones de 1993 en medio de una profunda recesi¨®n econ¨®mica, perdiendo en 1996 cuando la econom¨ªa ya se hab¨ªa recuperado; casos parecidos son la derrota de Jacques Chirac, en Francia, en 1988; la victoria de Gerhard Sch?der en Alemania, en 2002; la victoria de John Major en el Reino Unido en 1992 y su derrota en 1997, etc¨¦tera. Todos ellos son ejemplos de derrotas en momentos de expansi¨®n econ¨®mica y victorias en tiempos de crisis. Todo depender¨¢ de la opini¨®n de los ciudadanos acerca de c¨®mo se abord¨® la crisis, la eficacia y la distribuci¨®n de las decisiones, la capacidad de liderazgo... Pero tambi¨¦n de otros aspectos como la atribuci¨®n que los votantes hacen de las responsabilidades de lo sucedido y, lo que es central, de la credibilidad que tiene la oposici¨®n para mejorar la acci¨®n del Gobierno que ha habido hasta la convocatoria de elecciones. Hay veces que han preferido lo malo conocido que lo oculto por conocer. Veremos qu¨¦ ocurre el jueves.
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