Muere el cronista Carlos Monsiv¨¢is
M¨¦xico pierde una de las voces m¨¢s l¨²cidas e implacables de su literatura
El cronista de cronistas de lo mexicano, Carlos Monsiv¨¢is, nacido en Ciudad de M¨¦xico en 1938, dej¨® de respirar ayer antes de las dos de la tarde. M¨¦xico contuvo el aliento ante la noticia de su muerte, a los 72 a?os, tras una larga batalla con una fibrosis pulmonar.
La autoridad de su pluma, el filo de su ir¨®nica voz y la fama de su falta de garbo eran conocidas en todo M¨¦xico. Como periodista demostr¨® durante d¨¦cadas que se puede lograr la ubicuidad cuando se trata de estar con las causas sociales.
Carlos Monsiv¨¢is hizo carrera en las tribunas de M¨¦xico luego de beberse decenas de bibliotecas, de volverse experto en los vol¨²menes que empiezan con la Biblia misma, y de estar presente en cuanta presentaci¨®n de libro, exposici¨®n pl¨¢stica, mitin pol¨ªtico, conferencia magistral, borrachera intelectual, debate literario, publicaci¨®n peri¨®dica y demanda de justicia lo merec¨ªa. As¨ª fue desde mediados de la d¨¦cada de los a?os cincuenta hasta el pasado mes de abril, cuando fue ingresado en el Instituto Nacional de Nutrici¨®n Salvador Zubir¨¢n. afectado de las v¨ªas respiratorias.
Ante cada sacudida de este pa¨ªs, fuera esta provocada por el gran terremoto de 1985 generado en las entra?as de la tierra guerrerense, o por las secuelas de las heridas que dejan los recurrentes zarpazos autoritarios de los pol¨ªticos mexicanos de todos los colores, Monsiv¨¢is aparec¨ªa apenas unas horas despu¨¦s con una versi¨®n que no conced¨ªa tregua a quienes pretend¨ªan minimizar los hechos con eufemismos y simulaciones. Por su manera de contradecir las versiones oficiales, la lectura de su columna period¨ªstica semanal Por mi madre, bohemios se convirti¨® en un rito obligado.
Pero Monsiv¨¢is era al¨¦rgico a pontificar. Se re¨ªa de todos y antes que de todos de s¨ª mismo. Y se escapaba constantemente de los vericuetos pol¨ªticos para entregarse tanto a la literatura de gran calado, fue ant¨®logo de una versi¨®n definitiva de la poes¨ªa mexicana y se fundi¨® con la cultura popular del siglo XX de la cual es el relator indispensable, para empezar como historiador y cr¨ªtico del cine y del c¨®mic mexicano.
El M¨¦xico que le llora organizaba anoche una serie de homenajes que empezaron en una abarrotada sala funeraria. Ya nadie podr¨¢ rese?arlo como a todos nos hubiera gustado.
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