Cierre antol¨®gico en La Uni¨®n
El cante de Miguel Poveda y la guitarra de Paco de Luc¨ªa coronan el 50 aniversario del Festival del Cante de las Minas
Hace tiempo que el flamenco no tiene fronteras. Si el ejemplo de Paco de Luc¨ªa, que cerr¨® el pasado martes las galas del Festival de La Uni¨®n, no fuese suficiente para demostrar esta realidad, tenemos tambi¨¦n el espect¨¢culo Sin frontera, de Miguel Poveda, presentado la noche anterior en esta edici¨®n cincuentenaria, que un¨ªa el prodigio charnego del cantaor catal¨¢n con los melismas jerezanos y gitanos de El Zambo, con quien comparti¨® protagonismo en el escenario. Ambos, Paco y Miguel, est¨¢n muy unidos a este festival que ayer abri¨® las puertas al concurso, que concluir¨¢ la madrugada del domingo con la concesi¨®n de la L¨¢mpara Minera, el m¨¢ximo galard¨®n del certamen y el trofeo m¨¢s deseado en la actualidad en el mundo del flamenco.
Poveda ha vivido emocionado estos d¨ªas. La gente lo para y lo besa
Miguel, que se encuentra en un momento de dulce madurez (canta, baila y dirige el espect¨¢culo jaleando y repartiendo vino a todos los artistas que lo acompa?an), naci¨® al mundo art¨ªstico en el a?o 1993, cuando siendo un jovenc¨ªsimo desconocido se present¨® al concurso y arras¨®, obteniendo su m¨¢ximo trofeo y otros tres premios, con la aceptaci¨®n un¨¢nime -por primera vez en la historia del festival- del p¨²blico. El martes se dio su nombre a una calle de La Uni¨®n (Murcia), junto a la dedicada a su maestro Pencho Cros, un cantaor unionense desaparecido hace tres a?os que obtuvo tres l¨¢mparas en las primeras ediciones del certamen.
Paco de Luc¨ªa nunca concurs¨® en La Uni¨®n. Cuando se cre¨® el premio de guitarra, el tocaor gaditano era ya una estrella mundial. Sin embargo, en este festival se produjo un encuentro entre ¨¦l y el m¨ªtico Antonio Mairena, resultado del cual fue el disco, ahora dif¨ªcil de encontrar, De Londres a La Uni¨®n.
El lleno absoluto ha sido lo habitual en esta edici¨®n del certamen, pero el martes, con el guitarrista de Algeciras estuvo a punto de provocarse un problema de orden p¨²blico que evit¨® el buen engranaje de la maquinaria organizativa. Puede recurrirse al viejo t¨®pico: en el antiguo mercado p¨²blico, sede del festival, no cab¨ªa un alfiler. Y Paco de Luc¨ªa, acompa?ado por un excelente grupo de artistas, con el cante de Duquende y el baile de Farru (toda la escuela de los Farruco en escena) no defraud¨®, concluyendo en la propina con una vibrante versi¨®n de Entre dos aguas, esa rumbita que Paco se resisti¨® en su d¨ªa a editar por su ligereza y que le dio fama mundial.
Es posible que el genio de la guitarra haya perdido algo de rapidez en los dedos, pero ha ganado, si cabe, en hondura pese a su coqueteo con otras m¨²sicas como el jazz. El recital fue antol¨®gico y un cabal cierre de las galas de esta extraordinaria edici¨®n.
Miguel Poveda ha vivido unos d¨ªas emocionado en La Uni¨®n. La gente lo para, le pide aut¨®grafos, lo besa, se fotograf¨ªa con ¨¦l. Y ¨¦l devuelve tanto cari?o con entrega y sin regatear elogios a la ciudad y al festival, tambi¨¦n a sus cantes, pues hizo muchos de ellos en su actuaci¨®n, incluso recordando algunos estilos de su primer ganador, Antonio Pi?ana, o citando al cantar a sus int¨¦rpretes, como en esa letra que imagina un cartel en el cielo con "Antonio Pi?ana, Rojo el Alpargatero, Pencho Cros y la t¨ªa Encarna".
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