"Europa va hacia el declive, como en su d¨ªa Argentina"
Cuando el escritor y economista franc¨¦s Jacques Attali llega a la cita (las siete y media de la ma?ana en un lujoso caf¨¦ de Par¨ªs, a un paso de los Campos El¨ªseos, elegido por ¨¦l), ya lleva, seg¨²n confiesa, tres horas levantado, escribiendo en su casa. Elige con determinaci¨®n una tarrina con queso, una ensalada de frutas y un t¨¦. El periodista, algo dormido, elige otra ensalada de frutas por imitaci¨®n y un caf¨¦ doble por necesidad. Attali habla mientras come, sin dejar de mirar los continuos mensajes que estremecen su Blackberry. Atildado, algo distante, este antiguo consejero de Fran?ois Mitterrand ha publicado un libro que ha pasado varias semanas entre los m¨¢s vendidos de Francia, de t¨ªtulo intimidante: ?Todos arruinados en 10 a?os? Dada la factura del desayuno, se dir¨ªa que eso se debe a lo que se gasta uno en determinados sitios. Pero Attali tiene otra teor¨ªa.
El economista y asesor de Mitterrand pronostica la ruina de Occidente
"Bueno, como todas las sociedades algo agotadas, Occidente ha tendido a superendeudarse para mantener su nivel de vida. As¨ª, hemos mantenido, desde los a?os ochenta, una especie de ilusi¨®n de crecimiento econ¨®mico basado, esencialmente, en la deuda. No es algo nuevo: recuerde Venecia... Tambi¨¦n ellos pensaban que lo de arruinarse era algo que les pasaba solo a otros".
La pregunta se impone: ?Y solo nos quedan 10 a?os? Sin dejar de comer queso responde tranquilamente: "Es dif¨ªcil saberlo con exactitud, pero s¨ª, no creo que nos queden m¨¢s de 10 a?os".
El periodista, claro, a estas alturas de la revelaci¨®n ya est¨¢ completamente despierto. ?Y qu¨¦ pasar¨¢?
"Asistiremos a la victoria de los m¨¢s fuertes: China, EE UU y los bancos estadounidenses, que no est¨¢n a las ¨®rdenes de EE UU. Y ganar¨¢n, me temo, los mercados. En Europa, veremos un lento declive del nivel de vida, como lo conocieron Venecia, o Argentina, en su tiempo. Todo dentro de un c¨ªrculo vicioso, porque las ¨¦lites, los j¨®venes bien preparados que podr¨ªan sacarnos de esto, se ir¨¢n a trabajar a otros sitios, a EE UU, a China o a Australia. De hecho, ya lo est¨¢n haciendo".
?Y qu¨¦ se puede hacer?
Attali sonr¨ªe. Ya ha terminado de desayunar. El periodista tambi¨¦n. Solo queda flotando en el aire una confusa sensaci¨®n de apocalipsis que el economista disipa con una sonrisita algo indescifrable. "Actualmente, en un mundo globalizado, no hay cabina de piloto. La ¨²ltima reuni¨®n del G-20 lo prueba. Y triunfa la econom¨ªa ilegal, los para¨ªsos fiscales. Y en esos para¨ªsos fiscales se hacen cosas que en cualquier otro Estado estar¨ªan prohibidas. Y eso afecta a todo y a todos. Hace falta una especie de polic¨ªa econ¨®mica internacional".
Mira la minipantalla de la Blackberry y repite que no tiene m¨¢s tiempo del acordado (media hora). "Soy director de orquesta, escritor, economista, novelista: como no estoy seguro de poder reencarnarme siete veces, trato de vivir siete vidas a la vez".
De su etapa de asesor presidencial le quedan dos certezas. Una: "Para prevenir, para pronosticar, lo mejor es ponerse verdaderamente en la piel de otro". La segunda devuelve al ambiente esa sensaci¨®n molesta de que el fin del mundo ya est¨¢ en marcha y nadie se ha enterado: "La realidad avanza siempre m¨¢s r¨¢pido de lo que uno se cree".
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