Por qu¨¦ la lapidaci¨®n es la peor ejecuci¨®n
Toda pena capital es digna de condena, pero la que impone Ir¨¢n a?ade una humillaci¨®n y ensa?amiento imposible de aceptar
Safiya Hussaini ten¨ªa 30 a?os en 2001 cuando un tribunal isl¨¢mico la conden¨® en Nigeria a morir lapidada por cometer adulterio. Pocos meses despu¨¦s, en marzo de 2002, la misma sentencia cay¨® sobre otra joven nigeriana, Amina Lawal . Centenares de miles de personas en todo el mundo firmaron una carta en la que ped¨ªan la anulaci¨®n de la condena de las dos mujeres. En ambos casos, los jueces revisaron la sentencia y el castigo se anul¨®. Ocho a?os despu¨¦s, el caso de la iran¨ª Sakineh Ashtian¨ª ha vuelto a poner en el foco de la atenci¨®n internacional un castigo, la muerte por lapidaci¨®n, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Una forma arcaica y cruel de aplicar la pena de muerte que ha pervivido en pleno siglo XXI y que, para muchos, se ceba con las mujeres.
El Cor¨¢n no dicta este castigo para el ad¨²ltero, sino la tradici¨®n
El ¨²ltimo caso es el de dos j¨®venes afganos apedreados por los talibanes
"Las mujeres son el anillo m¨¢s d¨¦bil de la sociedad", dice una activista saud¨ª
Derogar esta pena es una bandera de la modernizaci¨®n del islam
"La lapidaci¨®n es una pr¨¢ctica que se encuentra en la antigua tradici¨®n jur¨ªdica judaica e isl¨¢mica como m¨¦todo de ejecuci¨®n. Obviamente, hoy gran parte de las personas y gran parte de los pa¨ªses la consideran una forma de tortura b¨¢rbara e inaceptable", comenta John L. Esposito, profesor de Relaciones Internacionales y Estudios Isl¨¢micos de la Universidad de Georgetown, uno de los m¨¢ximos expertos en islam de EE UU.
La palabra utilizada por Esposito -tortura- para explicar el rechazo que la lapidaci¨®n encuentra en las sociedades modernas es la que, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional, justifica el lanzamiento de una movilizaci¨®n internacional en su contra, en el marco de la campa?a contra la pena de muerte. "Nosotros nos oponemos a la pena de muerte en cualquier circunstancia. Pero en el caso de la lapidaci¨®n se trata adem¨¢s de una ejecuci¨®n dise?ada para aumentar el sufrimiento de las v¨ªctimas", dice Alfred Cerd¨¢n, responsable de la campa?a contra la pena de muerte de la secci¨®n espa?ola de la organizaci¨®n. "La pena de muerte siempre es un homicidio cometido a mano del Estado que decide matar a sangre fr¨ªa violando el derecho a la vida y, en el caso de la lapidaci¨®n, tambi¨¦n el derecho a no recibir un trato cruel y humillante", recuerda.
Para el experto de Amnist¨ªa Internacional, no solo la pr¨¢ctica es inaceptable, sino que tambi¨¦n lo es su raz¨®n: una relaci¨®n sexual consentida entre dos adultos. "Se trata de una interpretaci¨®n posterior. En el Cor¨¢n la lapidaci¨®n no est¨¢ contemplada como castigo para los casos de adulterio", explica Waleed Saleh, profesor de Estudios ?rabes en la Universidad Aut¨®noma de Madrid y autor del libro Amor, sexualidad y matrimonio en el Islam (Ediciones del Oriente y del Mediterr¨¢neo). "El Cor¨¢n s¨ª recoge la condena de muerte para los ad¨²lteros, pero las condiciones que se imponen para que se pueda aplicar son tan r¨ªgidas, que es pr¨¢cticamente imposible", explica Saleh.
Seg¨²n la tradici¨®n jur¨ªdica, el condenado a lapidaci¨®n tiene que ser adulto, casado, musulm¨¢n, en el pleno de sus facultades mentales y el adulterio tiene que ser comprobado como tal por cuatro testigos que tienen que coincidir en todos los detalles. "Son tantas las condiciones que es pr¨¢cticamente imposible la aplicaci¨®n de un castigo previsto como forma disuasiva. El problema es que hay muchos que se han desviado de la norma y que quieren aplicar medidas en la que ni siquiera se deber¨ªa pensar. Y, adem¨¢s, lo hacen con m¨¢s ensa?amiento que los antiguos, que fueron mucho m¨¢s misericordiosos", a?ade Saleh, quien considera "necesaria" la campa?a contra de la lapidaci¨®n.
La condena de lapidaci¨®n por adulterio est¨¢ prevista en un pu?ado de pa¨ªses, entre ellos, Ir¨¢n, Pakist¨¢n, Sud¨¢n, Yemen y los Emiratos ?rabes Unidos y en 12 Estados de mayor¨ªa musulmana del norte de Nigeria. En la provincia de Aceh, en Indonesia, la opci¨®n de la ejecuci¨®n por lapidaci¨®n se introdujo en 2009. Pero en muchos casos hay una moratoria de hecho. En Arabia Saud¨ª, el ¨²ltimo caso remonta a hace m¨¢s de 15 a?os. En Nigeria no ha habido noticias de lapidaci¨®n desde la anulaci¨®n de la condena de Amina Lawal. En Ir¨¢n, pese a que en 2002 se declar¨® una suspensi¨®n, al menos seis personas han sido lapidadas desde 2006, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional.
"No se tiene un n¨²mero cierto de casos en el mundo. Una de las razones es que hay mucho secretismo en torno a este tipo de ejecuci¨®n. En muchos casos ha sido practicada por entidades no estatales. Sabemos de casos en Somalia y de un caso en 2007 en el noroeste de Pakist¨¢n. En Afganist¨¢n, a pesar de que el n¨²mero de ejecuciones ha disminuido desde la ca¨ªda de los talibanes en 2001, hay constancia de al menos un caso en 2005 y de otro hace tan solo unas semanas", explica Cerd¨¢n. Se refiere a los dos j¨®venes -un hombre de 25 a?os y una mujer de 19- asesinados por apedreamiento en p¨²blico por un grupo de insurgentes talibanes en la provincia afgana de Kunduz, en el norte del pa¨ªs.
Uno de los pocos testimonios directos que se conocen de lapidaci¨®n fue recogido en un informe de Amnist¨ªa Internacional, de 1987, referido a una ejecuci¨®n en Ir¨¢n. "El cami¨®n deposit¨® un gran mont¨®n de piedras grandes y peque?as junto al erial, y luego dos mujeres vestidas de blanco y con la cabeza tapada por un saco fueron conducidas al lugar (...) La lluvia de piedras que cay¨® sobre ellas las dej¨® convertidas en dos sacos rojos (...). Las mujeres heridas cayeron al suelo, y los guardias revolucionarios les golpearon con una pala para asegurarse de que estaban muertas". En el C¨®digo Penal iran¨ª se especifica la forma en la que debe llevarse a cabo la condena. Se establece que los hombres tendr¨¢n que ser enterrados hasta la cintura mientras que las mujeres hasta el pecho. Describe adem¨¢s el tipo de piedras que hay que utilizar y que no deber¨¢n ser "lo suficientemente grandes como para matar a la persona de una o dos pedradas, ni deber¨¢n ser tan peque?as que no puedan calificarse de piedras". Un detalle que representa, seg¨²n los defensores de derechos humanos, la confirmaci¨®n de la voluntad de infligir m¨¢s sufrimiento a la v¨ªctima y de garantizar que la muerte sea lenta.
"Es una condena cruel y que sigue existiendo por la ignorancia y en sistemas en los que la religi¨®n es utilizada como una forma de control sobre las personas. Cuanto m¨¢s atemorizas a la gente, m¨¢s la controlar¨¢s", dice Wajeha Al Huwaidar, activista saud¨ª por los derechos de las mujeres, que considera que, a pesar de que se aplica tanto a hombres como a mujeres, la lapidaci¨®n se ensa?a m¨¢s con las segundas. "Porque son el anillo m¨¢s d¨¦bil de la sociedad, es m¨¢s f¨¢cil acosarlas".
?Est¨¢ la lapidaci¨®n orientada contra las mujeres? "En algunos pa¨ªses s¨ª. En el m¨ªo, la lapidaci¨®n se aplica tanto a hombres como a mujeres que han tenido relaciones sexuales fuera del matrimonio. Aunque es cierto que la situaci¨®n de hombres y mujeres en nuestra sociedad es muy distinta y esto tiene su influencia", afirma Asieh Amini, una periodista y activista iran¨ª para los derechos humanos que, en 2006, lanz¨® la campa?a Detengan las lapidaciones para siempre. Seg¨²n sus investigaciones, hay al menos 14 personas en Ir¨¢n sentenciadas a morir por lapidaci¨®n. La activista, que se exili¨® a Noruega a finales de 2009, dice que si hay diferencias en la aplicaci¨®n de la condena se deben a que "no hay igualdad de g¨¦nero en la ley de familia; por ejemplo, la mujer no puede divorciarse y un hombre puede tener m¨¢s de una esposa. Los derechos y la situaci¨®n no son iguales, aunque la ley que prev¨¦ la lapidaci¨®n s¨ª lo es".
Saif Ben, responsable de Asuntos Culturales del Centro Isl¨¢mico de Madrid, al que pertenece la mezquita de Omar, la m¨¢s grande de Espa?a y conocida como la mezquita de la M-30 por su cercan¨ªa a la carretera madrile?a, rechaza que haya diferencias entre hombres y mujeres en el islam y en la aplicaci¨®n de este castigo. Reconoce que la lapidaci¨®n est¨¢ presente en la tradici¨®n jur¨ªdica pero que es "casi imposible que se re¨²nan todos los criterios y los elementos para que haya una pena de este calibre. Esta pena es una medida disuasoria y la legislaci¨®n isl¨¢mica interpreta el 0,00001% de duda a favor del presunto culpable. Esto quiere decir que dicha legislaci¨®n no est¨¢ a favor de la pena. Es una pena que defiende a la persona m¨¢s d¨¦bil: un posible reci¨¦n nacido, el esposo o la esposa enga?ados que pueden contraer una enfermedad sexual letal por culpa de la fornicaci¨®n fuera del matrimonio. A estas v¨ªctimas, hay que pedirles sus opiniones tambi¨¦n".
Ben dice que, para aplicar la lapidaci¨®n, un Estado tendr¨ªa "que aplicar todos los derechos que el islam otorga a las personas" y "que hay que considerar el contexto hist¨®rico y pol¨ªtico en el que se aplica". Lo que critica es que haya una campa?a por un caso particular y cree que la atenci¨®n internacional por el caso de Ashtian¨ª forma parte de una campa?a "islamof¨®bica" en la que el hecho de que se trate de Ir¨¢n no es neutral. Una visi¨®n compartida en este punto por Felix ?ngel Herrero Dur¨¢n, consejero de la Federaci¨®n Musulmana de Espa?a, que, por otra parte, opina que la lapidaci¨®n "es una salvajada que simplemente no pertenece al islam". Por esto, dice, no hay debate en la comunidad isl¨¢mica. Para Herrero, el hecho de que el caso de Sakineh haya desatado tanta atenci¨®n es "intencional".
Una posici¨®n rechazada totalmente por Nadya Khalife, activista por los derechos de las mujeres en Oriente Pr¨®ximo de Human Rights Watch: "No he pensado ni un segundo que el caso de Ashtian¨ª haya recibido tanta atenci¨®n por ser iran¨ª. Recuerdo el caso de Amina en Nigeria que recibi¨® mucha atenci¨®n. Si hay inter¨¦s por parte de la comunidad internacional es porque es simplemente inaceptable que haya Gobiernos que puedan establecer una moral para sus ciudadanos y castigar este tipo de delitos".
Para la iran¨ª Amini, el inter¨¦s hacia el caso de Ashtian¨ª se enmarca en el "inter¨¦s que hay hacia Ir¨¢n desde las ¨²ltimas elecciones del a?o pasado. Tras las elecciones, los medios de comunicaci¨®n no pueden ignorar la situaci¨®n de los derechos humanos y las cosas que pasan en Ir¨¢n. El caso de Ashtian¨ª es uno de los casos".
En un art¨ªculo que public¨® al lanzar la campa?a contra la lapidaci¨®n, en 2006, Amini explicaba por qu¨¦ cre¨ªa necesaria esta movilizaci¨®n: "Sab¨ªamos que aumentar la sensibilizaci¨®n respecto a un asunto como la lapidaci¨®n en el siglo XXI no consistir¨ªa solo en salvar una vida o cambiar una ley, sino que conducir¨ªa inevitablemente a que otras leyes draconianas o discriminatorias fuesen examinadas ante el tribunal de la opini¨®n p¨²blica".
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