La perversidad del voto en blanco
A un ejercicio excelente de transparencia sigui¨® una votaci¨®n tensa y un resultado especialmente cruel para los intereses del club. As¨ª fue, m¨¢s o menos, la Asamblea del Barcelona. La participaci¨®n r¨¦cord, el gran civismo y el buen sentido com¨²n de los compromisarios avala la salud del acto, el m¨¢s solemne y democr¨¢tico del a?o, un valor singular a conservar frente a las entidades que funcionan como sociedades an¨®nimas o que est¨¢n administradas por personajes muy particulares, gente que puede hacer lo que le d¨¦ la gana sin tener que rendir cuentas a nadie. Vale la pena remitirse a la Asamblea como ¨®rgano de control porque permite medir la fuerza social y, al mismo tiempo, escrutar la actuaci¨®n de la directiva y, si procede, pedir responsabilidades.
Los socios fueron ayer consecuentes con la actuaci¨®n de la Junta, de ah¨ª la satisfacci¨®n de los gestores despu¨¦s de una escenificaci¨®n y una exposici¨®n muy persuasivas. Hubo pr¨¢cticamente unanimidad en la aprobaci¨®n del ejercicio econ¨®mico de la pasada temporada, firmado por la nueva directiva. Aunque no hab¨ªa necesidad de poner en marcha el ventilador como pas¨® en determinados pasajes de la lectura de la due diligence, qued¨® probado con n¨²meros lo que dec¨ªan las malas lenguas y ciertas informaciones. Y es que a Laporta se le fue la mano en sus dos ¨²ltimos a?os de mandato, estuvo excesivamente generoso y desprendido y se concedi¨® alegr¨ªas que est¨¢n muy mal vistas, excesivo como ha sido siempre tanto en lo bueno como en lo malo. No se pudo probar, en cambio, que hubiera metido mano a la caja. As¨ª las cosas, el socio se dio por satisfecho y enterado. Asumi¨® que con el cambio de presidente se hab¨ªan perdido 79 millones y no ganado 11, la mejor manera de apoyar a Rosell y reprender a Laporta.
Una vez ganada la confianza del socio, a Rosell parec¨ªa corresponderle actuar con grandeza ante la que calific¨® como la decisi¨®n social m¨¢s importante de la historia del club. El presidente se reserv¨® una actuaci¨®n particular y estuvo especialmente lucido en su exposici¨®n, como si por una vez actuara de forma natural. Hubo un momento en que pareci¨® que los socios acabar¨ªan por votar lo que dijera. La situaci¨®n invitaba a un gesto inequ¨ªvoco en un sentido u otro. Se impon¨ªa la magnanimidad o, por contra, el visto bueno a la acci¨®n de responsabilidad. Y entonces Rosell vot¨® en blanco.
El gesto del presidente confundi¨® a la Asamblea, que se parti¨® por la mitad, igual que la propia Junta, como acatando que el caso no ten¨ªa soluci¨®n, v¨ªctima el barcelonismo de una tragedia irreparable, muy cul¨¦. El consejo puso a los socios en una situaci¨®n extrema, traslad¨® sus propias dudas a los compromisarios en vez de resolverlas y propici¨® la fractura social: el presidente deportivamente m¨¢s exitoso en la vida del club deber¨¢ responder ante los tribunales por su mala gesti¨®n por 29 votos, cifra que merece multitud de interpretaciones, sin olvidar que la suma de los que se manifestaron en blanco (113) y en contra (439) supera a los que se expresaron a favor (468).
Laporta consigui¨® que no se hablar¨¢ m¨¢s de Gaspart, al punto que ni siquiera tuvo que responder de una nefasta gesti¨®n, mientras que Rosell ha resucitado al propio Laporta cuando el socio ya se hab¨ªa pronunciado en su contra en el voto de censura y en las elecciones, d¨ªa en que este tuvo que aceptar que su sucesor fuera el peor de sus enemigos. Rosell gobierna de la misma manera que ejerci¨® como l¨ªder de la oposici¨®n. Aunque aparenta neutralidad, toma partido. El tono de la Asamblea de ayer fue muy cr¨ªtico y, sin embargo, Rosell se reserv¨® el papel del bueno de la pel¨ªcula sin reparar en que se impon¨ªa el s¨ª o el no. No supo interpretar a los compromisarios cuando los ten¨ªa m¨¢s entregados a su causa despu¨¦s de un suspense muy emotivo, a juego con la solemnidad del momento.
A quienes gobiernan se les pide que ejerzan y Rosell desorienta a los barcelonistas con su actitud. El cargo de presidente exig¨ªa precisamente ser responsable tanto en la decisi¨®n de llevar la acci¨®n de responsabilidad a la Asamblea como en su votaci¨®n y Rosell se lav¨® las manos como Pilatos. Ahora ya tiene un motivo para aspirar a la unidad: la fractura social es manifiesta.
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