Errar es humano, aprender es divino
La historia de la humanidad est¨¢ llena de equivocaciones afortunadas que nos han llevado m¨¢s all¨¢ de nuestros l¨ªmites. Desde el error de c¨¢lculo que condujo a Col¨®n al continente americano, muchos aciertos humanos han salido de peque?as y grandes cat¨¢strofes. El yogur, hoy presente en la mayor¨ªa de neveras, lo descubri¨®, seg¨²n la tradici¨®n, una caravana de comerciantes b¨²lgaros que trasladaban leche de un poblado a otro y vieron c¨®mo, por efecto del sol, ¨¦sta hab¨ªa fermentado. Uno de ellos la prob¨® para ver hasta qu¨¦ punto se hab¨ªa echado a perder. El sabor le gust¨® y, con el tiempo, se descubri¨® que ten¨ªa efectos beneficiosos para el est¨®mago. Hab¨ªa nacido un producto que conquistar¨ªa el mundo. Moraleja: tenemos mucho que aprender de las llamadas "serendipias", como se denomina a los hallazgos o descubrimientos que se producen por accidente.
"Vivimos en una sociedad que premia el acierto y penaliza el error. Para nuestro sistema educativo, el error es est¨¦ril y vac¨ªo"
"No hay que tener miedo a equivocarse, porque no hay otra manera de aprender. La vida es un constante prueba y error"
Dos errores modernos
"Las equivocaciones son los portales del descubrimiento" (James Joyce)
En 1974, el departamento de desarrollo de productos de 3M se desesper¨® cuando uno de sus investigadores, Spencer Silver, produjo una goma altamente defectuosa al olvidar un componente en la mezcla. Lo que parec¨ªa mala suerte fue aprovechado por otro empleado del departamento, Art Fry, para crear uno de los grandes inventos de la industria de papeler¨ªa moderna. Fry era un devoto de la iglesia al que siempre se le ca¨ªan los papelitos con los que marcaba los pasajes de la Biblia. Antes de que la mal lograda partida de adhesivo fuera arrinconada en la f¨¢brica, tom¨® parte de aquel pegamento d¨¦bil para fijar los papelitos a las p¨¢ginas de las sagradas escrituras. Acababa de nacer el Post-it.
Otro error de ¨ªndole empresarial que ha sido ampliamente comentado tuvo como protagonista a Steve Jobs, el fundador de Apple. En 1984 contrat¨® a John Sculley para que dirigiera la empresa con mayor eficacia. La mala relaci¨®n que se instal¨® entre los dos acab¨®, debido al apoyo de los accionistas al reci¨¦n llegado, con la dimisi¨®n de Jobs. Sin embargo, gracias a su despido, Steve tuvo tiempo de crear en 1986 la compa?¨ªa de pel¨ªculas de animaci¨®n Pixar, que firm¨® acuerdos con Walt Disney para producir algunas pel¨ªculas de enorme ¨¦xito, como Toy story. Pixar termin¨® en manos de Disney por 7.400 millones de d¨®lares, y Jobs se convirti¨® en el mayor accionista individual de la misma Disney. Su ¨¦xito no pas¨® inadvertido a Apple, que en plena crisis le devolvi¨® las riendas en 1997 para que reflotara la empresa. Empezar¨ªa la edad de oro de la compa?¨ªa, con ¨¦xitos masivos como el iPod, los nuevos iMac o los actuales iPhone.
Viaje al centro del error
"Si cerr¨¢is la puerta a las equivocaciones, tambi¨¦n la verdad se quedar¨¢ fuera" (Rabindranath Tagore)
Pese a los ejemplos, el error no goza de buena fama en nuestra sociedad. El escritor y creativo publicitario Gabriel Garc¨ªa de Oro aborda en un ensayo de pr¨®xima publicaci¨®n la injustificada fobia a?equivocarnos. El autor de La empresa fabulosa plantea que tal vez no sea casualidad que los t¨¦rminos "error" y "terror" se parezcan tanto: "El error nos produce terror. Tambi¨¦n verg¨¹enza y culpa. Bajamos la mirada y nos reprochamos no haber sido capaces de acertar, de escoger la opci¨®n correcta. Desde peque?os hemos vivido en una sociedad que premia el acierto y penaliza el error. Para nuestro sistema educativo, el error es est¨¦ril y vac¨ªo, no se saca nada de ¨¦l".
Nuestro miedo a equivocarnos se traduce a menudo en miedo a decidir. Si no decidimos, no fallamos. Y si no fallamos, no nos podemos hacer reproches ni nos sentiremos culpables. Resultado: par¨¢lisis. Al esquivar los errores, adem¨¢s, renunciamos a nuestro maestro, pues como demuestra la biograf¨ªa de los grandes inventores y empresarios, en las equivocaciones hay una fuente inagotable de sabidur¨ªa. La ciencia avanza gracias a la "prueba y error" y lo mismo sucede en cada vida humana. Garc¨ªa de Oro lo explica as¨ª: "Sin error no se avanza. ?Qui¨¦n ha aprendido a ir en bicicleta sin caerse? Es imposible. Por eso las personas mayores que no saben ir en bicicleta es muy dif¨ªcil que aprendan, porque tienen demasiado miedo a caerse. Y as¨ª no hay quien pedalee. Debemos volver a aprender como cuando ¨¦ramos ni?os. Crecer es?aprender, aprender es equivocarse".
Dado que, desgraciadamente, el error nos produce un sentimiento de culpa, preferimos que otros escojan por nosotros antes que tomar el riesgo de equivocarnos. Esta actitud nos limita y frena nuestro crecimiento como personas, pues acabamos diluyendo nuestra libertad dentro de un grupo en el que no tengamos que tomar decisiones.
Las tres R de error
"La libertad no merecer¨ªa la pena si no incluyera la libertad de equivocarse" (Mahatma Gandhi)
El autor citado anteriormente se sirve de las tres consonantes que conforman la palabra "error" para desvelar tres claves de sabidur¨ªa que, "erre que erre", nos educan para acertar en la vida incluso cuando no se produce ninguna serendipia:
Reconocimiento. Cada fallo es una lecci¨®n de humildad que nos pone en nuestro sitio. Saber que no somos infalibles es un ejercicio beneficioso. Nos ense?a que debemos prestar atenci¨®n y aprender para mejorar en el futuro.
Responsabilidad. Al reconocer nuestra equivocaci¨®n estamos tomando el control de nuestros actos en lugar de echar las culpas a terceros. Por tanto, cada error asumido nos recuerda que mucho de lo bueno y lo malo que nos sucede depende de nosotros.
Revoluci¨®n. La conciencia del error, de lo que no funciona, es el germen de la revoluci¨®n. As¨ª como Edison probaba nuevos filamentos para su bombilla cada vez que fracasaba, muchas mejoras sociales han llegado a partir del impulso colectivo para enmendar injusticias.
El progreso es una carrera hacia la superaci¨®n llena de experimentos fallidos pero necesarios, porque solo a trav¨¦s de lo que no funciona llegamos a descubrir lo que funciona. Esto no solo se aplica al campo de la ciencia o de los movimientos sociales. La vida de todo individuo es un constante prueba y error, donde el premio gordo lo obtiene quien m¨¢s aprende de sus errores.
Alfred Adler, el psiquiatra austriaco que explor¨® el complejo de inferioridad, explica c¨®mo funciona la escuela del error: "?Qu¨¦ es lo que haces al principio cuando aprendes a nadar? Cometes errores, ?no es cierto? ?Y qu¨¦ ocurre a continuaci¨®n? Pues que cometes m¨¢s errores todav¨ªa. ?Y qu¨¦ pasa cuando has descubierto todas las maneras posibles de hundirte? De repente empiezas a nadar. ?La vida es igual que aprender a nadar! No tengas miedo de equivocarte. No existe otra manera de aprender a vivir".
De la s¨ªntesis a la soluci¨®n
"Todas las personas cometen fallos, pero solo las inteligentes aprenden de ellos"
(Winston Churchill)
Aunque su impacto puede ser muy poderoso, las serendipias son poco comunes en la vida cotidiana. Es decir, la inmensa mayor¨ªa de equivocaciones no aportan m¨¢s beneficio que mostrarnos un camino que no lleva a ning¨²n sitio.
Las personas fallamos. Unas aprenden de los errores y otras tropiezan con la misma piedra. Un ejemplo de este segundo grupo ser¨ªa la persona que, con cada intento de relaci¨®n sentimental, comete exactamente los mismos errores: bien porque elige siempre mal a su compa?ero/a, o porque reproduce las mismas conductas que llevan a la ruptura. Estas personas no suelen reconocer sus errores y atribuyen la culpa a los otros.
Adem¨¢s de un esp¨ªritu autocr¨ªtico y responsable, ?qu¨¦ es lo que distingue a las personas que aprenden de los errores de las que solo saben tropezar con ellos? Analizar lo que ha salido mal y sintetizar la clave del error significa subir un pelda?o en nuestra evoluci¨®n personal. As¨ª, quien posee inteligencia emocional "lee" lo que sucede a su alrededor y saca conclusiones para cultivar las interacciones positivas y reducir las de resultado negativo.
Quien tropieza tres veces consecutivas con la misma piedra, en lugar de maldecirla, deber¨ªa fijarse en c¨®mo anda. Esa es la lecci¨®n. Es imposible apartar todas las piedras del camino, que est¨¢n ah¨ª para ense?arnos a bajar la vista con humildad y educar nuestros pasos. Se hace camino al andar, como dec¨ªa Machado, y se gana sabidur¨ªa al errar.?
EL JARD?N DEL ERROR
"Hubo un tiempo en el que Ad¨¢n y Eva viv¨ªan felices y despreocupados en el jard¨ªn del Ed¨¦n. Todo era paz y armon¨ªa. No hab¨ªa posibilidad de error. Para los humanos, no tener la opci¨®n de equivocarse es el para¨ªso. Pero de repente supieron que, de entre todos los ¨¢rboles, uno estaba prohibido. No deb¨ªan comer la fruta del ¨¢rbol de la ciencia y la sabidur¨ªa. Tal vez por eso decidieron comer, probar, arriesgarse. Y se equivocaron. Fueron expulsados del para¨ªso. Primera interpretaci¨®n b¨ªblica: los errores se pagan. Sin embargo, existe una lectura m¨¢s sutil y reveladora: el camino que lleva hasta el ¨¢rbol de la sabidur¨ªa es el error". Leo Balthazar.
PARA APRENDER DE LOS ERRORES
1. Libros
- 'Serendipia', de Royston M. Roberts (Alianza). Este entretenido ensayo ilustra con m¨²ltiples ejemplos el papel de lo azaroso y accidental en muchos avances y descubrimientos, desde el principio de Arqu¨ªmedes o la penicilina hasta inventos tan cotidianos como el velcro o el cristal de seguridad de los autom¨®viles.
- 'La empresa fabulosa', de Gabriel Garc¨ªa de Oro (Planeta). Escrito por el director creativo de Ogilvy One, esta antolog¨ªa de f¨¢bulas inspiradoras contiene l¨²cidas perlas de sabidur¨ªa para la vida diaria.
2. Pel¨ªculas
- 'Atrapado en el tiempo', de Harold Ramis (Buena Vista). La clave de este divertid¨ªsimo filme, protagonizado por Bill Murray, que se ve obligado a vivir una y otra vez "el d¨ªa de la marmota", est¨¢ en el aprendizaje de los errores cotidianos para salir de la rueda del fracaso.
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