Cuando Guardiola no se sinti¨® Guardiola
El factor emocional y la presencia de Ibrahimovic y Figo condicionaron el Inter-Bar?a ganado por Mourinho
Al Barcelona de Pep Guardiola le interesa llevar el cl¨¢sico por el camino opuesto al que pretende el Real Madrid de Jos¨¦ Mourinho, prueba del car¨¢cter antag¨®nico de los dos entrenadores, del estilo de los equipos y del comportamiento de las figuras de ambos, Messi y Cristiano Ronaldo, el argentino con una zamarra de Unicef y el portugu¨¦s con el logotipo de una casa de apuestas. Los azulgrana aspiran a mantener la normalidad. Como si no pasara nada y el de ma?ana fuera un partido corriente, pretenden evitar cualquier sobresalto, remitirse al juego a fin de que gane el mejor, como as¨ª ha sido en los ¨²ltimos enfrentamientos, en los que los blancos han asumido su condici¨®n de inferioridad en el Camp Nou y el Bernab¨¦u. Los cuatro encuentros de las dos temporadas pasadas los ha ganado el equipo de Guardiola.
Pep, inconsecuente consigo mismo, acab¨® siendo v¨ªctima de su propia confusi¨®n
Entonces se prometi¨® no traicionarse m¨¢s: hacer lo que uno siente, no lo que presiente
Al Madrid, por el contrario, le conviene revertir el estado actual de las cosas. Buscar¨¢ que el partido tenga picos; discutir¨¢ que el rival sea mejor; jam¨¢s se plegar¨¢ a las circunstancias del juego si le son adversas; no se lo dejar¨¢ hacer todo como ocurr¨ªa ¨²ltimamente, sino que ser¨¢ capaz de generar la tensi¨®n necesaria para alterar el orden natural de la Liga. No es una cuesti¨®n de antideportividad, sino de rebeld¨ªa, representada en Mourinho, figura del cambio, el ant¨ªdoto elegido por el madridismo para combatir el discurso pedag¨®gico de Guardiola, el hombre que cae bien a todo el mundo; tan ejemplar, fiable y rentable que ha calado como propaganda de una entidad bancaria.
Desde que Guardiola es el entrenador, el Bar?a ha ganado ocho de los 10 t¨ªtulos en liza. Perdi¨® en los octavos de final de la Copa del Rey de la temporada pasada ante el Sevilla, derrota que se atribuy¨® a los caprichos del f¨²tbol, y camino de Madrid fue batido en las semifinales de la Champions por el Inter en una eliminatoria que aline¨® las fuerzas del mal contra un equipo redondo entrenado por un t¨¦cnico perfecto, una situaci¨®n que remite al barcelonismo al enfrentamiento con el Madrid. Al Bar?a no le van los partidos que se decantan por la v¨ªa emocional, pasados de excitaci¨®n, como los derbis con el Espanyol, los choques de ida y vuelta con el Atl¨¦tico o las afrentas con los equipos de Mourinho.
Los azulgrana fueron eliminados por el Inter porque tuvieron que viajar en autocar a Mil¨¢n por culpa de un volc¨¢n island¨¦s, porque salieron desfondados del estadio de Cornell¨¤-El Prat y porque Mourinho dise?¨® un encuentro de ida a medida de los neroazzurri, muy solventes en una cancha ¨¢rida y desagradable. Arbitr¨® un portugu¨¦s llamado Olegario Benqueren?a, que concedi¨® un gol en fuera de juego al equipo local; Luis Figo ejerci¨® de delegado del Inter para intentar sonsacar a su amigo Guardiola la alineaci¨®n del Bar?a y dirigir el cotarro desde la banda, y el t¨¦cnico barcelonista confi¨® en Zlatan Ibrahimovic, que apenas jug¨® una hora tanto en el estadio Giuseppe Meazza como en el Camp Nou.
Aunque un c¨²mulo de adversidades jugaron en contra del Bar?a, Guardiola ha confesado que en el duelo con el Inter de Mourinho, y muy especialmente en Mil¨¢n, no fue Guardiola. Dej¨® de ser consecuente con su manera de pensar y de proceder y acab¨® siendo v¨ªctima de su propia confusi¨®n y de la irracionalidad y perversidad del f¨²tbol, expresada en el comportamiento de Figo, en el proceder de Mourinho. En el partido de ida le falt¨® juego al Bar?a y en el de vuelta, obcecado en la remontada, le sobr¨® adrenalina. El actual equipo azulgrana se edific¨® a partir de la derrota contra el Inter y Guardiola se prometi¨® que no se traicionar¨ªa nunca m¨¢s y, por tanto, que actuar¨ªa de acuerdo a sus creencias: hay que hacer lo que uno siente, no lo que presiente.
Tras aquella ronda con el Inter, Guardiola decidi¨® prescindir a corto plazo de Ibrahimovic para encomendarse a Messi como delantero centro y no como extremo derecho, crey¨® entender c¨®mo hay que enfrentarse a Mourinho y supo medir la distancia que le une y separa de Figo. Una vez escarmentado, comprendi¨® que para el equilibrio emocional es muy importante evitar la contaminaci¨®n futbol¨ªstica que acostumbra a rodear partidos como el cl¨¢sico y ser fiel al propio ideario. Guardiola est¨¢ hoy a gusto consigo mismo, circunstancia que le permite afrontar el envite con la misma confianza que pueda tener Mourinho por m¨¢s que nunca haya ganado en el Camp Nou.
Ambos entrenadores llegan muy bien al partido, igual que los futbolistas, los equipos, los presidentes, los clubes y las aficiones. Nadie dir¨ªa que la ¨²ltima vez en el Camp Nou gan¨® el Bar?a con un gol de Ibrahimovic.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.