Las nuevas ideas del G-20
La cumbre del G-20 en Se¨²l fue notable por la influencia pol¨ªtica cada vez mayor de los pa¨ªses con econom¨ªas en ascenso. No solo fue uno de ellos el anfitri¨®n, sino que, adem¨¢s, ejercieron una mayor influencia.
En dos sectores decisivos -la macroeconom¨ªa y el desarrollo econ¨®mico mundial-, prevaleci¨® la opini¨®n de las econom¨ªas en desarrollo, y de la cumbre result¨® una propuesta excelente de vincular los dos programas -el de la macroeconom¨ªa y el del desarrollo-, que se aplicar¨¢ en 2011.
Un rasgo fundamental de la econom¨ªa mundial actual es el de que funciona con dos velocidades. Estados Unidos y gran parte de Europa siguen empantanados con las secuelas de la crisis financiera que estall¨® en el oto?o de 2008, con un elevado desempleo, un crecimiento econ¨®mico lento y continuos problemas en el sector bancario. Sin embargo, los mercados en ascenso han superado en general la crisis. Mientras que 2009 fue un a?o duro para toda la econom¨ªa mundial, en 2010 los mercados en ascenso se recuperaron con fuerza, a diferencia de los pa¨ªses ricos.
EE UU deber¨ªa renunciar al est¨ªmulo fiscal o a la emisi¨®n de moneda y reestructurar en serio su econom¨ªa
Los datos recientes de Perspectivas de la Econom¨ªa Mundial al D¨ªa del Fondo Monetario Internacional explican por qu¨¦. Durante 2010, se espera que los pa¨ªses con renta elevada logren un modesto crecimiento anual del PIB de un 2,7%, aproximadamente, mientras que las econom¨ªas en ascenso del G-20, junto con el resto del mundo en desarrollo, se espera que crezcan con una s¨®lida tasa de 7,1%. Las econom¨ªas en desarrollo de Asia est¨¢n disparadas, con un 9,4% de crecimiento. Se espera que Am¨¦rica Latina crezca un 5,7%. Incluso ?frica subsahariana, tradicionalmente rezagada, se espera que crezca un 5% en 2010.
Esa econom¨ªa mundial de dos velocidades es en gran medida un reflejo de que el comienzo de la crisis financiera de 2008 se debiera al excesivo endeudamiento de los propios pa¨ªses ricos. Dos econom¨ªas de renta elevada se encontraron en dificultades. Estados Unidos, donde los consumidores, ayudados por la imprudente concesi¨®n de cr¨¦ditos a familias insolventes, se hab¨ªan endeudado profundamente para comprar casas y autom¨®viles, fue el principal responsable. La periferia de la Uni¨®n Europea -Irlanda, Portugal, Espa?a y Grecia- comenz¨® tambi¨¦n una org¨ªa de endeudamiento hace un decenio, nada m¨¢s adherirse al euro, lo que aliment¨® un auge inmobiliario que asimismo acab¨® en una depresi¨®n.
La mayor¨ªa de las econom¨ªas en ascenso no cayeron en un endeudamiento excesivo tan desastroso. Desde luego, una raz¨®n fue el v¨ªvido recuerdo en Asia de la crisis financiera de 1997, que puso de relieve la necesidad de poner l¨ªmites a los pr¨¦stamos bancarios y a las entradas de capitales. En general, las econom¨ªas asi¨¢ticas en ascenso estuvieron gestionadas con m¨¢s prudencia durante el pasado decenio. Lo mismo se puede decir de Brasil, que asimil¨® las ense?anzas de su propia crisis de 1999, como tambi¨¦n de ?frica y otras regiones.
En el periodo inmediatamente anterior a la cumbre de Se¨²l, el Gobierno de Estados Unidos lanz¨® la propuesta de que las regiones del mundo con super¨¢vit aumentaran su demanda interna -principalmente el consumo- para impulsar las importaciones y ayudar as¨ª a las regiones con d¨¦ficit (incluido Estados Unidos) a recuperarse. Los pa¨ªses con econom¨ªas en ascenso del G-20 no se dejaron impresionar. Su respuesta fue muy sencilla: la crisis comenz¨® con el endeudamiento excesivo de Estados Unidos, por lo que les corresponde a este ¨²ltimo, y no a ellos, resolver el embrollo. Estados Unidos debe reducir su d¨¦ficit presupuestario, aumentar su tasa de ahorro y en general poner orden en su casa.
Las econom¨ªas en ascenso reaccionaron de forma similar ante otra iniciativa de Estados Unidos: la llamada "relajaci¨®n cuantitativa" de la Reserva Federal. Una vez m¨¢s los pa¨ªses con econom¨ªas en ascenso hablaron casi al un¨ªsono. Dijeron a Estados Unidos que no aumentara artificialmente la masa monetaria, pues con ello crear¨ªa el riesgo de otra burbuja financiera, esa vez en las econom¨ªas en ascenso y los mercados de materias primas. Una vez m¨¢s, el claro mensaje para Estados Unidos, el de que dejara de recurrir a trucos como el est¨ªmulo fiscal o la emisi¨®n de moneda y, en su lugar, emprendiera una reestructuraci¨®n econ¨®mica en serio y a largo plazo para impulsar el ahorro, la inversi¨®n y las exportaciones netas.
Por su parte, las econom¨ªas en ascenso quer¨ªan sustituir el tema de debate del est¨ªmulo macroecon¨®mico y los desequilibrios a corto plazo por las cuestiones del desarrollo a largo plazo. El Gobierno anfitri¨®n, el de Corea del Sur, se mostr¨® particularmente din¨¢mico al respecto. Pidi¨® a los miembros del G-20 que se centraran en imperativos, como, por ejemplo, la consecuci¨®n de los objetivos de desarrollo del Milenio de Naciones Unidas, el aumento de la producci¨®n agraria y la construcci¨®n de infraestructuras sostenibles en las econom¨ªas en desarrollo. Fue la primera vez en que se incluyeron tan claramente cuestiones de desarrollo a largo plazo en el programa del G-20, lo que constituye una se?al de la influencia geopol¨ªtica en aumento del grupo de los miembros con mercados en ascenso.
El resultado de la deliberaci¨®n es un nuevo marco para las relaciones del G-20 con el resto de los pa¨ªses en desarrollo, conocido como Consenso de Se¨²l sobre el Desarrollo para el Crecimiento Compartido. El G-20 decidi¨® atinadamente centrarse en los sectores del programa mundial de desarrollo en los que las econom¨ªas m¨¢s importantes tienen una ventaja relativa: la financiaci¨®n de infraestructuras, como, por ejemplo, las carreteras o la energ¨ªa el¨¦ctrica, la creaci¨®n de empresas y el apoyo a las mejoras de la agricultura en los pa¨ªses m¨¢s pobres. Otros aspectos del programa de desarrollo -por ejemplo, la salud y la educaci¨®n- no ser¨¢n objeto de atenci¨®n especial del G-20.
El nuevo programa de desarrollo del G-20 ofrece una v¨ªa excelente para combinar las preocupaciones por los desequilibrios mundiales con la necesidad de acelerar el ritmo de desarrollo en los pa¨ªses m¨¢s pobres. Estados Unidos ha estado incitando a China, Alemania, Jap¨®n y otros pa¨ªses a aumentar el consumo para impulsar la demanda, pero hay una forma mejor de utilizar las elevadas tasas de ahorro de esos pa¨ªses con super¨¢vits. En lugar de incitar a sus familias a consumir m¨¢s, el G-20 debe esforzarse m¨¢s por encauzar esos ahorros hacia los pa¨ªses m¨¢s pobres con miras a financiar inversiones en infraestructuras urgentemente necesarias.
El primer ministro de India, Manmohan Singh, lo expres¨® perfectamente al observar que ahora ?frica subsahariana est¨¢ en condiciones de absorber m¨¢s entradas de capitales para la construcci¨®n de infraestructuras. Recomend¨® que se reciclaran los super¨¢vits del G-20 en esos y otros pa¨ªses pobres para financiar dichas inversiones. "Dicho de otro modo", dijo Singh, "debemos allanar los desequilibrios de un tipo para reducir los del otro tipo".
Encauzando los ahorros de China, Alemania, Jap¨®n y otros pa¨ªses con super¨¢vits hacia inversiones en infraestructuras en los pa¨ªses pobres, las econom¨ªas del mundo funcionar¨ªan de verdad en armon¨ªa. La cumbre del G-20 en Se¨²l puede haber iniciado ese importante proceso.
Jeffrey D. Sachs es profesor de Econom¨ªa y director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia. Es tambi¨¦n asesor especial del secretario general de Naciones Unidas sobre los objetivos de desarrollo del Milenio. Copyright: Project Syndicate, 2010. www.project-syndicate.org Traducido del ingl¨¦s por Carlos Manzano.
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