El prestigio de la escasez
Que los controladores a¨¦reos, un grupo profesional cuyos efectivos num¨¦ricos se cifran en 2.386, se hayan cre¨ªdo capaces de ponerse Espa?a por montera, de cerrar su espacio a¨¦reo y de tomar como rehenes a m¨¢s de 600.000 pasajeros indica el grado de perturbaci¨®n a que les ha llevado la defensa a todo trance de unos privilegios exorbitantes, acumulados durante a?os por el procedimiento del chantaje sobre Gobiernos sucesivos. El punto culminante de este desatino se alcanz¨® en 1999 cuando el sin par Francisco ?lvarez Cascos, ministro de Fomento, traspas¨® a los controladores a¨¦reos atribuciones plenas para que dispusieran a su antojo de un servicio p¨²blico esencial. De manera que, a partir de ah¨ª, los controladores a¨¦reos tomaron en sus manos todas las decisiones claves para su prestaci¨®n, como resultan ser las referentes al personal, su reclutamiento, su instrucci¨®n, su habilitaci¨®n, la organizaci¨®n de su trabajo, el r¨¦gimen laboral, los turnos, las vacaciones, las libranzas o el modo de computar las horas extraordinarias.
Una vez que se saben imprescindibles, se afanan, insaciables, en lograr rentas exorbitantes
Aquel trueno autoritario que parec¨ªa ser Paco ?lvarez Cascos no tuvo sin embargo empacho alguno en rendir tanto el Ministerio de Fomento como la empresa p¨²blica AENA (Aeropuertos Espa?oles y Navegaci¨®n A¨¦rea) a los controladores a¨¦reos. Aunque debemos reconocer que la grave dejaci¨®n de competencias de Cascos ven¨ªa ya incoada por su predecesor en Fomento, Rafael Arias Salgado, iniciador en su d¨ªa de una extra?a operaci¨®n de outsourcing progresivamente ampliada. Bajo esa pauta, las atribuciones espec¨ªficas, ministeriales y empresariales se fueron resignando de modo paulatino a favor de los propios afectados-beneficiados. En resumen, que los controladores en lugar de quedar sometidos al imperativo de esas normas hab¨ªan acabado apoder¨¢ndose de las mismas y erigi¨¦ndose en propietarios de la funci¨®n de servicio p¨²blico que les incumb¨ªa en el espacio a¨¦reo. Est¨¢bamos as¨ª ante un caso paradigm¨¢tico de "la ley de caza hecha por el conejo".
Los controladores a¨¦reos cristalizan en ese sistema bien conocido que fundamenta la crecida de los privilegios en el prestigio de una escasez buscada y sostenida a todo trance. Por eso, tratan primero de asegurarse la imposibilidad de ser relevados. Entonces, una vez que se saben imprescindibles, se afanan, insaciables, en derivar de ah¨ª una renta de situaci¨®n, cada vez m¨¢s exorbitante. Estamos ante una tendencia universal, la de sacar ventaja del monopolio, que sucede o se intenta en muchos otros ¨¢mbitos. Por ejemplo, y¨¦ndonos a otra galaxia, en el nunca bien ponderado cuerpo de Registradores de la Propiedad, que ha logrado tambi¨¦n poner a su nombre la funci¨®n p¨²blica registral y convertirla en un negocio privado de su Corporaci¨®n profesional.
M¨¢s sencillo tal vez para los mayores ser¨ªa recordar que la escasez como bandera, el numerus clausus como garant¨ªa maltusiana de relevancia corporativa, fue norma durante d¨¦cadas en las Escuelas T¨¦cnicas Superiores de Ingenier¨ªa y Arquitectura. Pero su escasez no fue garant¨ªa de excelencia.
En todo caso, el abandono de sus puestos de trabajo que hicieron los controladores, desconectando y cerrando con llave para que tampoco nadie pudiera relevarles, configura una conducta de absoluta irresponsabilidad, salvaje, sin precedentes, cuya gravedad en forma alguna puede disimularse. Es como si los bomberos llamados a intervenir se negaran y se fueran a casa con las llaves de los coches contra incendios.
El Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, que lleva a?os a la b¨²squeda de c¨®mo liberarse y c¨®mo liberarnos del chantaje reiterado a que nos viene sometiendo este colectivo extorsionador, ha reaccionado de forma ejemplar, en t¨¦rminos de gradualidad y proporcionalidad inatacables, mediante la aplicaci¨®n de las leyes que permiten traspasar la Navegaci¨®n A¨¦rea al Ej¨¦rcito del Aire y la movilizaci¨®n del personal civil a su servicio. Adem¨¢s, para asegurarse el automatismo de la obediencia ha procedido a la declaraci¨®n del estado de alarma, conforme al art¨ªculo 116 de la Constituci¨®n. Bien hecho. Las Fuerzas Armadas -que durante tanto tiempo formaron parte de la amenaza nacional con la encomienda de tenernos "atados y bien atados y excluidos de las libertades"- han reaparecido para ser nuestra Defensa y desanudar el chantaje de los controladores.
Venir ahora a invertir la carga de la prueba y emplazar al Gobierno es grotesco, un g¨¦nero que domina Mariano Rajoy, a quien vimos en Lanzarote pronunciarse como si fuera un mero turista, o Esteban Gonz¨¢lez Pons, envalentonado con la ventaja de las encuestas donde por ahora tama?os errores carecen de reflejo alguno. Atentos.
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