El 'conseller' tiene raz¨®n
El conseller de Econom¨ªa catal¨¢n, Andreu Mas-Colell, demanda a la Administraci¨®n central el pago de 1.000 millones de euros. Ese es el dinero que deber¨ªa recibir en el a?o en curso la Generalitat por el llamado fondo de competitividad, un instrumento creado en la reforma de la financiaci¨®n auton¨®mica de 2009 y que es el equivalente al tambi¨¦n nuevo fondo de cooperaci¨®n que perciben las comunidades aut¨®nomas (CC AA.) menos desarrolladas en t¨¦rminos econ¨®micos, como Galicia. A mi juicio, tiene raz¨®n. No existen razones objetivas para que la Administraci¨®n central cambie de criterio y ahora haya que esperar dos a?os para cobrarlo. Lo que no se entiende muy bien es por qu¨¦ fue Galicia una de las pocas CC AA que protest¨® en su d¨ªa por ese aplazamiento, que en nuestro caso supone casi 250 millones de euros para 2011.
La Administraci¨®n central tiene que transformarse porque ya no controla la mitad del gasto p¨²blico
El que no existan razones objetivas de peso para el cambio de criterio no quiere decir que no exista una explicaci¨®n sencilla: la Administraci¨®n central pretende trasladar a las CC AA el esfuerzo principal en la consolidaci¨®n fiscal y el ajuste de gasto. Al no dilatar en el tiempo la devoluci¨®n de los ingresos a cuenta y anticipos correspondientes a 2008 y 2009, no pagar por adelantado esos fondos de cooperaci¨®n y competitividad, y restringir el acceso al endeudamiento, sit¨²a a las Administraciones auton¨®micas ante una restricci¨®n presupuestaria nunca antes vista. Con el agravante de que 2010 ya fue un a?o muy duro en t¨¦rminos de recursos: cada vez es m¨¢s dif¨ªcil encontrar d¨®nde meter la tijera. El deterioro de los servicios p¨²blicos en 2011 y 2012 es inevitable si nada cambia y si las facturas no empiezan a acumularse en el caj¨®n. Y ello por muy buenos gestores que tengamos.
Esta realidad presupuestaria se combina con un discurso ampliamente compartido en Madrid de que la esfera auton¨®mica es responsable de la mayor parte de nuestros problemas econ¨®micos actuales: despilfarro de recursos p¨²blicos; cajas de ahorros con anclaje territorial insolventes, controladas por ¨¦lites locales y generadoras de graves costes en el terreno de la credibilidad de la econom¨ªa espa?ola; Gobiernos aut¨®nomos que atentan contra la igualdad de todos los espa?oles, etc¨¦tera.
No es justo. La realidad es m¨¢s compleja y menos antip¨¢tica. Las CC AA han sido y son un motor de desarrollo sociecon¨®mico envidiado por muchos fuera de Espa?a. Los problemas de duplicidad de gasto y superposici¨®n de competencias tienen tanto que ver con las comunidades como con la no redefinici¨®n de un espacio provincial pensado para desempe?ar un determinado papel en un Estado centralizado, con la incapacidad de redefinir el mapa municipal decimon¨®nico o con la dificultad de que en la capital del Reino entiendan que la Administraci¨®n central tiene que transformarse cuando m¨¢s de la mitad de gasto p¨²blico directo ya est¨¢ en manos de otras administraciones.
Existen CC AA, entre ellas Galicia, en las que los errores de gesti¨®n en sus cajas nada tiene que ver con la intervenci¨®n pol¨ªtica y en las que es factible, por dimensi¨®n e implantaci¨®n, mantener entidades financieras de ¨¢mbito regional eficientes y solventes, siempre que no se torpedeen sus planes estrat¨¦gicos.
Por su parte, es verdad que necesitamos una Administraci¨®n central fuerte, responsable de competencias que no se deben descentralizar por razones de eficiencia y racionalidad, que dicte y haga cumplir una legislaci¨®n b¨¢sica para garantizar, entre otras cosas, el concepto de unidad de mercado, y que tenga capacidad financiera para preservaar la redistribuci¨®n interterritorial e interpersonal entre los espa?oles. Pero eso no deber¨ªa interpretarse en clave maximalista, para acabar entendiendo cualquier esfuerzo legislador auton¨®mico razonable como un atentado a la unidad de Espa?a.
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