Egipto pone en marcha la transici¨®n
Los manifestantes mantienen su pulso en el centro de El Cairo mientras el regreso a la normalidad se abre paso y el Gobierno trata de aplacar el descontento popular
Una sociedad en transici¨®n est¨¢ condenada a padecer un trastorno de identidad. Mientras se solapan el viejo y el nuevo orden, mientras unas fuerzas no consiguen imponerse a otras, la sociedad mantiene a la vez varias personalidades. Eso ocurre ahora en Egipto, una potencia regional embarcada en un proceso confuso y de final incierto. El presidente Hosni Mubarak, considerado de forma casi un¨¢nime un cad¨¢ver pol¨ªtico, presidi¨® ayer un Consejo de Ministros que subi¨® los sueldos de los funcionarios. Era una forma de buscar fidelidades y apaciguar en lo posible el descontento. El r¨¦gimen segu¨ªa intentando ganar tiempo y la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, representada por los manifestantes de la plaza de la Liberaci¨®n, segu¨ªa apremiando. Normalidad y revuelta coexist¨ªan en un equilibrio precario.
El nuevo Gabinete aprueba una subida del 15% del sueldo de los funcionarios
El Cairo vuelve a sus tremendos embotellamientos de tr¨¢fico
El Ejecutivo anuncia que investigar¨¢ el fraude en las ¨²ltimas legislativas
La televisi¨®n p¨²blica sigue sin transmitir lo que ocurre en la calle
La plaza cairota de la Liberaci¨®n aparec¨ªa mucho m¨¢s tranquila, ayer temprano, que en cualquier otra jornada desde que, dos semanas atr¨¢s, estall¨® la revuelta. No hab¨ªa colas para acceder al recinto acordonado por militares y manifestantes. Pudo pensarse, por un momento, que la protesta se deshinchaba. Que la necesidad de trabajar, de reanudar las actividades cotidianas, empezaba a imponerse sobre el ansia de cambio. El Cairo hab¨ªa vuelto a sus embotellamientos. Las televisiones oficiales (todas las egipcias) emit¨ªan im¨¢genes de "normalidad" con un tono triunfal.
Falsa impresi¨®n. A mediod¨ªa, la plaza se llenaba. A las cinco de la tarde, las colas para someterse a los cacheos del servicio de seguridad civil de la Liberaci¨®n hac¨ªan eses por la Corniche del Nilo, prolong¨¢ndose centenares de metros. Dentro, la multitud, abundante en familias, gritaba y coreaba como cada d¨ªa. La presi¨®n sobre el r¨¦gimen no hab¨ªa cedido en lo m¨¢s m¨ªnimo.
Ocurr¨ªa algo t¨ªpico en El Cairo, una metr¨®polis insomne con m¨¢s habitantes que camas. Los cairotas est¨¢n habituados a trabajar en varios empleos mal pagados para ganarse el pan, a correr de un lado a otro, a ocupar el lecho que alguien acaba de abandonar, a girar en ciclos de 24 horas. Muchos de los que acudieron a la plaza de la Liberaci¨®n hab¨ªan acudido antes a su empleo, o iban a hacerlo despu¨¦s, o ambas cosas. Normalidad y revuelta pod¨ªan coexistir en una misma persona.
El r¨¦gimen intent¨® ofrecer su propia imagen de normalidad. El vicepresidente, Omar Suleim¨¢n, expl¨ªcitamente patrocinado por Washington, hab¨ªa sido durante las jornadas anteriores el encargado de dirigirse a la poblaci¨®n y de ofrecer di¨¢logo a las fuerzas opositoras. Ayer reapareci¨® en las pantallas Hosni Mubarak, en unas breves im¨¢genes ofrecidas por las televisiones egipcias. Presid¨ªa el primer Consejo de Ministros del Gobierno nombrado a toda prisa una semana atr¨¢s, como primera concesi¨®n a la revuelta.
La gran decisi¨®n consisti¨® en subir el sueldo de los funcionarios un 15% a partir del 1 de abril. Mubarak ya concedi¨® aumentos similares en 2008, para sofocar las protestas por el alza de los precios alimentarios, y el a?o pasado, cuando empezaban a percibirse s¨ªntomas del malestar que ha estallado ahora. La cantidad presupuestada ayer para afrontar la mejora de los sueldos ascend¨ªa a unos 1.000 millones en d¨®lares (unos 730 millones de euros). Dado que en Egipto hay m¨¢s de seis millones de funcionarios, el incremento medio anual pod¨ªa estimarse en 166 d¨®lares, algo m¨¢s de 10 euros mensuales. El Gobierno tambi¨¦n anunci¨® una subida del 15% de las pensiones.
Con la Bolsa cerrada (la apertura se retras¨® de nuevo, esta vez hasta el pr¨®ximo domingo) y la libra egipcia desplom¨¢ndose, el Gobierno emiti¨® deuda por un importe de 2.000 millones de euros a un inter¨¦s elevado, del 11,6%. Fue una nueva se?al de los da?os que la inestabilidad causaba a una econom¨ªa ya deteriorada.
El Gobierno tambi¨¦n emiti¨® nuevas se?ales de t¨ªmida apertura, como la revisi¨®n judicial de las m¨²ltiples irregularidades registradas en las elecciones parlamentarias del pasado 3 de diciembre. Eso solo podr¨ªa servir si el Tribunal Supremo decidiera cortar por lo sano y ordenara la repetici¨®n de las elecciones, ya que constituyeron un gigantesco ama?o en el que solo participaron candidatos del r¨¦gimen y no m¨¢s del 10% de los ciudadanos. En el mismo sentido, se acort¨® el toque de queda, vigente ahora desde las ocho de la tarde a las seis de la ma?ana.
Las se?ales de apertura, que no convenc¨ªan ni a los ciudadanos que protagonizan la revuelta ni a la comunidad internacional, se compensaban con otros signos de la "normalidad" que caracterizaba a la dictadura: manipulaci¨®n, arbitrariedad y brutalidad policial. Las televisiones egipcias segu¨ªan sin transmitir lo que ocurr¨ªa en la calle. Una de ellas ofreci¨® anteayer al p¨²blico una extraordinaria primicia: una mujer an¨®nima y con el rostro cubierto, presunta participante en las revueltas, revel¨® ante las c¨¢maras que hab¨ªa cobrado de EE UU y que agentes israel¨ªes le hab¨ªan impartido un cursillo sobre "c¨®mo derrocar a Mubarak". Cabe recordar que el Gobierno israel¨ª es tal vez el ¨²nico en el mundo que sigue interesado en resucitar la momia de Mubarak. El diario Al-Ahram, cada d¨ªa m¨¢s volcado a la causa del cambio, dedic¨® al asunto un art¨ªculo hilarante, lleno de sarcasmo. La patra?a era tan burda que habr¨ªa resultado c¨®mica, de no ser tan grave la situaci¨®n.
Las mentiras ininterrumpidas hab¨ªan calado en parte de la poblaci¨®n, generando sentimientos xen¨®fobos. Lejos de la plaza Tahrir, los diversos cuerpos de polic¨ªa civil y militar segu¨ªan acosando a extranjeros y apalizando de forma brutal a los ciudadanos en las comisar¨ªas. La personalidad del nuevo Egipto, representado por la multitud de Tahrir, conviv¨ªa con los vicios de la vieja dictadura.
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