Gonz¨¢lez Pons, a las barricadas
El se?or vicesecretario de Comunicaci¨®n del Partido Popular tuvo una intervenci¨®n inmejorable ante su p¨²blico el pasado s¨¢bado a base de "Espa?oles y espa?olas, valencianos y valencianas, ciudadanos hartos del paro y de la crisis econ¨®mica; de la crisis de valores y de la crisis social; de la crisis pol¨ªtica y de la depresi¨®n institucional. ?Hab¨¦is visto Egipto? El pueblo cuando quiere, puede. Y el pueblo espa?ol quiere". Le falta por designar la plaza donde deber¨ªamos acudir para derrocar la democracia espa?ola y que sea el Ej¨¦rcito salvador quien asuma el poder, conforme a la antigua promesa de "todo quedar¨¢ atado y bien atado bajo la guardia fiel de nuestro Ej¨¦rcito", que hiciera el invicto en el cerro de Garabitas a la altura de 1961 ante una concentraci¨®n de excombatientes. Adem¨¢s de que se echaron de menos los gritos de rigor de ?Viva Camps!, ?por G¨¹rtel hacia la libertad! y ?excarcelemos a Correa!
Al dirigente del PP le falta por designar la plaza donde deber¨ªamos acudir para derrocar la democracia
Ocasiones como esta que proliferan los fines de semana coloreados de precampa?a electoral, confirman el acierto del asesor ¨¢ulico del Partido Popular cuando recomienda silencio y dolce far niente. Es tambi¨¦n la segunda prescripci¨®n del dec¨¢logo electoral del propio Mariano Rajoy, enunciado el 27 de febrero de 2003 al clausurar los debates sobre Periodismo en campa?a organizados por la Asociaci¨®n de Periodistas Europeos. All¨ª Rajoy declaraba que no estaba muy a favor de los m¨ªtines y a?ad¨ªa que "el problema es que cuando se habla en un mitin hay que decir un nivel razonable de cosas no razonables. Porque en un mitin se habla a un n¨²mero de personas, de las cuales el 99% est¨¢n de acuerdo con lo que se vaya a decir, aunque no sepan qu¨¦ vaya a decirse. Con lo cual el pol¨ªtico corre el riesgo de aparecer en televisi¨®n y entrar en casa de alguien que a las nueve de la noche est¨¢ tranquilamente tomando un g¨¹isqui y de repente se encuentra con que alguien le est¨¢ dando gritos en la pantalla y eso es ciertamente molesto".
Por eso, en ese mismo dec¨¢logo, Rajoy recomendaba finura e inteligencia para hacer oposici¨®n de manera que no chirr¨ªe y que no moleste al conjunto de los ciudadanos. Lo cual, se?alaba, "ya no es un problema de formular qu¨¦ es lo que hay que hacer, sino de talento y habilidad, porque hacer oposici¨®n, conclu¨ªa, es m¨¢s dif¨ªcil que gobernar, como estamos viendo en los ¨²ltimos tiempos". Rajoy entend¨ªa que las campa?as electorales pueden servir para reafirmar posiciones o para debilitarlas e insist¨ªa en que hay momentos en que la gente duda en mantener su confianza hacia el que gobierna y tambi¨¦n en el que puede sustituir al que gobierna.
La lectura de las ¨²ltimas encuestas concordantes se?alar¨ªa que ahora nos encontramos en ese preciso instante. Porque tanto Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, actual presidente del Gobierno, como Mariano Rajoy, actual alternativa, acopian porcentajes superiores al 75% de encuestados que han retirado su confianza de ambos. De donde cabr¨ªa inferir que preferir¨ªan verles descabalgados como cabezas de cartel de socialistas y populares en las elecciones generales de marzo de 2012.
En cuanto a la recomendaci¨®n a los espa?oles de que emprendamos la huida a Egipto para recuperar la democracia, merecer¨ªa formular algunas observaciones. La primera se refiere a la naturaleza de las Fuerzas Armadas, que forman parte de esas instituciones de hoja perenne, por seguir la clasificaci¨®n bot¨¢nica que las separa de las de hoja caduca. Quiere decirse que tienen interiorizado el sentimiento de su propia continuidad, la cual en ¨²ltimo t¨¦rmino las conduce a verificar un dif¨ªcil cambio de lealtades. Por eso, el Ej¨¦rcito de Franco acab¨® transmut¨¢ndose en Ej¨¦rcito de Espa?a; como antes el Ej¨¦rcito de Salazar pas¨® a ser el del Movimiento de las Fuerzas Armadas y despu¨¦s el de Portugal; y despu¨¦s, el Ej¨¦rcito Sandinista termin¨® en Ej¨¦rcito de Nicaragua; el Ej¨¦rcito de Pinochet, en Ej¨¦rcito de Chile y as¨ª sucesivamente como vamos a ver m¨¢s o menos pronto en Argelia, en Libia, en Ir¨¢n o en China. La alternativa es la guerra civil abierta o larvada.
En todo caso, nadie duda de que, con independencia del ritmo y la velocidad con que se efect¨²e ese cambio en Egipto, el Ej¨¦rcito ha sido hasta ahora parte fundamental del sistema represivo que durante m¨¢s de treinta a?os ha sostenido al presidente Hosni Mubarak. Todo est¨¢ en veremos pero, habida cuenta de los procedimientos para su recluta e instrucci¨®n, es muy dudoso que sea alta la proporci¨®n de dem¨®cratas que aniden en sus filas. Aqu¨ª, sin embargo, nuestras Fuerzas Armadas tienen sellado su compromiso con la Constituci¨®n de todos.
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