"Disparan de forma indiscriminada contra la gente"
Testigos de la represi¨®n describen Tr¨ªpoli como una zona de guerra
Propia de una ciudad sin ley, la escena se ha hecho habitual en Tr¨ªpoli en las ¨²ltimas 48 horas. Un coche, con una gran foto de Gadafi en la luna, se pasea por la calle y, al cruzarse con un grupo de personas en una esquina o a la puerta de un edificio, puede verse c¨®mo se bajan las ventanillas y del interior sale una r¨¢faga de disparos. Son los mercenarios del dictador libio, que quieren imponer el caos.
"Disparan contra la gente de forma indiscriminada", explica a EL PA?S un ingeniero libio, residente en la capital, que quiere guardar el anonimato por temor a las represalias. "No son muchos, pero son asesinos", sentencia. Un ciudadano espa?ol, que vive en Tr¨ªpoli y tambi¨¦n prefiere no dar su nombre por seguridad, refleja el mismo temor en sus palabras: "Salir a la calle es muy complicado y peligroso. Los helic¨®pteros y las patrullas de coches atacan a la gente".
"A trav¨¦s de las ventanas vemos c¨®mo abren fuego los soldados"
"Los helic¨®pteros y los matones de los coches patrulla nos atacan"
El centro administrativo y econ¨®mico del pa¨ªs se ha convertido en un escenario donde reinan la anarqu¨ªa y el terror. Los opositores al r¨¦gimen han levantado muchas barricadas para impedir el paso de los veh¨ªculos del Ej¨¦rcito que transportan armamento pesado, mientras los partidarios de Gadafi ondean banderas verdes y disparan al aire para sembrar el desconcierto. Juan Prunes, un espa?ol que trabaja para una petrolera canadiense en Libia, cuenta que su hotel est¨¢ cerca de la plaza Verde y que apenas ha podido pegar ojo en las ¨²ltimas horas: "Cambiamos el ruido de las bocinas por los tiros". De camino a la oficina, Prunes sinti¨® ayer que estaba en una ciudad que se precipitaba al vac¨ªo. "Pude ver el Congreso ardiendo", dice asustado.
Todos tratan de ganar la batalla de la calle, incluso los que solo buscan regresar a la normalidad en medio del desorden. Despu¨¦s de que los cazabombarderos sobrevolasen el cielo durante horas el lunes, la gente sali¨® a la calle ayer, seg¨²n el testimonio del ingeniero libio, con el objetivo de "encontrar pan" y "algo de combustible". En todo momento, bajo la amenaza de jugarse la vida si un coche paraba y bajaba la ventanilla.
Algunos testigos contactados hablan de mercenarios africanos, pagados por Gadafi y que ni siquiera hablan ¨¢rabe y solo saben matar. Otros se refieren a fieles del tirano beduino, que han levantado sus sables con la idea de hacer m¨¢s que ruido y morir matando. "Aqu¨ª, todo lo que se ven son se?ales de guerra", afirma el seleccionador nacional de f¨²tbol sala de Libia, el gallego Pablo Prieto, que pudo hablar con su familia por Internet. Tanto ¨¦l como su preparador f¨ªsico, el extreme?o Luis Castellano, dicen estar "acojonados". "En el camino hemos encontrado m¨¢s de 20 coches quemados, escasea la gasolina y hay colas de kil¨®metros ante las estaciones de servicio", relata.
Amira, una joven profesora libia en una guarder¨ªa de Tr¨ªpoli, asegura por tel¨¦fono que no se atreve a salir de casa: "A trav¨¦s de las ventanas vemos disparar a los soldados continuamente y se oyen gritos". No solo siente miedo a los disparos, sino tambi¨¦n a quedarse incomunicada. "La l¨ªnea telef¨®nica se corta cuando menos lo esperas e Internet se cae con frecuencia", explica la maestra, que cree que la clave del cambio est¨¢ en la uni¨®n de los l¨ªderes de las tribus contra Gadafi: "La decisi¨®n est¨¢ en sus manos. Muchos de sus hijos y familiares est¨¢n muertos y piensan que su sangre no es barata". A pesar del escenario indeseable, asegura que no se le pasa por la cabeza huir: "Soy libia. Nac¨ª en este pa¨ªs y morir¨¦ en ¨¦l".
No todos piensan igual. Muchos han hecho sus maletas, pero abandonar el pa¨ªs africano se ha convertido en una misi¨®n imposible. "M¨¢s de 3.000 turcos esperan a las puertas del aeropuerto para coger un vuelo y dejar el pa¨ªs", explica un ciudadano espa?ol residente en la capital libia. "En las fronteras est¨¢ comenzado el pillaje y si intentas salir por los pasos fronterizos de T¨²nez o Egipto te quitan el dinero, el m¨®vil y todas tus pertenencias".
Elisenda L¨®pez, una catalana casada con un brit¨¢nico, explica que su marido estaba atrapado ayer en Bengasi. "Anoche [el lunes] fue la ¨²ltima vez que habl¨¦ con ¨¦l. Estaba atrincherado con unos italianos en el hotel Al Hurra".
Con el aeropuerto de Bengasi destruido, la ¨²nica opci¨®n para ser evacuado es tomar un barco a Malta o arriesgarse a emprender una larga ruta por carretera hasta la frontera con Egipto.
Con informaci¨®n de Cecilia Jan, Aurora Mu?oz, Fernando Navarro, Gloria Rodr¨ªguez-Pina, Miguel ?ngel Medina, Iv¨¢n de Moneo y Bel¨¦n Hern¨¢ndez.
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