El doble juego de Italia
El tratado de amistad con Tr¨ªpoli, firmado en 2008 y que sigue vigente, proh¨ªbe a Roma ceder sus bases para un ataque contra el r¨¦gimen de Gadafi
El Gobierno italiano lleva semanas haciendo acrobacias verbales y diplom¨¢ticas en torno a la crisis libia. El conflicto que desangra a su excolonia plantea tanto a Roma como a sus empresas dilemas de dif¨ªcil soluci¨®n. El Tratado de Amistad, Sociedad y Cooperaci¨®n firmado en Bengasi en 2008 por Silvio Berlusconi y el coronel Gadafi proh¨ªbe a Italia inmiscuirse en los asuntos internos libios e incluso ofrecer sus bases a terceros para intervenir contra el r¨¦gimen. Adem¨¢s, la cl¨¢usula 20 del turbio acuerdo, que sigue vigente, obliga a Roma a compartir sus planes militares con Tr¨ªpoli.
Atrapado en esas contradicciones, el ministro de Exteriores, Franco Frattini, asegur¨® ayer que es "dif¨ªcil imaginar" que aviones italianos lleguen a actuar para frenar el ba?o de sangre. Aunque a?adi¨® que, "por lealtad euroatl¨¢ntica", Roma "no podr¨¢ negar el uso de sus bases militares y su apoyo log¨ªstico" si la comunidad internacional los necesita.
El pacto naci¨® para proteger negocios y frenar la inmigraci¨®n, seg¨²n un diputado
Seg¨²n explic¨®, Italia ha comunicado a sus aliados que sus bases est¨¢n disponibles "siempre que haya un cuadro de legitimidad internacional, una resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de la ONU y una resoluci¨®n de la OTAN".
Tanto Frattini como su colega de Defensa, Ignazio La Russa, han reiterado que el tratado con Libia est¨¢ "suspendido de hecho" porque "ya no hay contraparte". Pero se firm¨® entre Italia y la Gran Yamahiriya ?rabe Libia Popular Socialista, es decir, el Gobierno de Gadafi. Y el art¨ªculo 80 de la Constituci¨®n italiana afirma que solo el Parlamento puede abolir los tratados internacionales.
El diputado del Partido Democr¨¢tico Lapo Pistelli comenta que su partido ha depositado una moci¨®n en el Senado para exigir al Gobierno que el Parlamento anule el tratado porque "Libia viola los derechos humanos y eso ha cambiado las reglas del juego". El Gobierno no ha movido ficha, aunque el art¨ªculo 4 del tratado afirma que "las partes se abstendr¨¢n de cualquier forma de injerencia directa o indirecta en los asuntos internos o externos que afecten a la jurisdicci¨®n de la otra parte, ateni¨¦ndose al esp¨ªritu de buena vecindad". El apartado 2 a?ade que "Italia no usar¨¢ ni permitir¨¢ el uso de sus territorios en cualquier acto hostil contra Libia".
Cuando fue ratificado por el Parlamento, en 2009, un pu?ado de diputados afirm¨® que el tratado era ilegal porque no respetaba el derecho de asilo de los emigrantes y vulneraba los pactos de Italia con la OTAN. Seis diputados de los Radicales presentaron 6.200 enmiendas. Fueron rechazadas con el consenso del centroderecha y el centroizquierda. Solo los Radicales, los democristianos, Italia de los Valores y unos cuantos parlamentarios del PD votaron contra la ratificaci¨®n.
Seg¨²n Furio Colombo, diputado del PD y uno de los grandes cr¨ªticos del tratado, "Italia sigue hoy vinculada a ese pacto y no puede intervenir para evitar las matanzas ni permitir a sus aliados que usen las bases o su territorio nacional para frenar a Gadafi. En puridad, estar¨ªa obligada incluso a ofrecer a Libia las armas y secretos que comparte con sus socios de la OTAN".
El art¨ªculo 20 afirma que "las dos partes se comprometen a desarrollar su colaboraci¨®n en el sector de la Defensa (...), y acuerdos espec¨ªficos que regulen el intercambio de misiones, de informaci¨®n militar y de maniobras conjuntas".
El pol¨¦mico pacto zanj¨® el conflicto colonial sin compensar a los italianos que perdieron sus posesiones en Libia, pero Roma prometi¨® pagar a Tr¨ªpoli 3.600 millones de euros en 20 a?os como da?os por la ocupaci¨®n. Las cifras resuenan hoy como un sangriento sarcasmo. Entre 2009 y 2010, Italia pag¨® al r¨¦gimen de Gadafi 468,5 millones de euros; en 2011 deber¨ªa pagar 250 millones m¨¢s.
Ambas partes decidieron adem¨¢s forjar una "amplia alianza industrial en el sector de la defensa y las industrias militares". Aunque el ministro La Russa ha afirmado que Roma "no ha vendido a Libia ni un corta¨²?as", Italia fue el pa¨ªs europeo que m¨¢s armas export¨® a Tr¨ªpoli en 2008 y 2009. Seg¨²n la lista de la UE, pidi¨® licencias para enviar a Gadafi equipos militares por 208 millones.
El tratado, resume Colombo, obedece al deseo de "proteger o iniciar grandes negocios" y "a los deseos de la Liga del Norte por luchar contra inmigraci¨®n por la ilegal v¨ªa militar".
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