El d¨ªa del espectador

Dos bajonazos, dos orejas. Y la gente feliz. Se trataba de eso, de contentar a un p¨²blico ya de por s¨ª f¨¢cil de contentar. Ser¨ªa el d¨ªa del espectador, ser¨ªa. Porque ayer hubo m¨¢s de los no habituales que de clientes fieles. A ello se sum¨® la presidencia, que hizo la vista gorda a dos infames navajazos y debi¨® confundirlos con dos estocadas de Rafael Ortega, que en gloria est¨¦.

El primero de esos sablazos alevosos lo propin¨® Rivera Ord¨®?ez al cuarto. Y pena fue que acabara de manera tan indecorosa una bonita faena al mejor toro de la tarde. Hinc¨® las rodillas Rivera para iniciar la faena. A tan llamativo saludo de muleta le sigui¨® el toreo con la mano derecha, siempre por costumbre, por fea costumbre, perdiendo terreno entre pase y pase. Se acomod¨® Rivera entre la barrera y las rayas, y all¨ª se sinti¨® a gusto. Tambi¨¦n el toro descolg¨® y, muy noble, acudi¨® c¨¢lido a la cita. Vino entonces lo mejor, precisamente con la izquierda. Hasta pareci¨® recrearse Rivera en los remates y airosas salidas de la cara del buen toro. Tan dulce ejemplar y faena tan sutil, no merec¨ªan el final que Rivera prepar¨®. Una pena.

Final similar tuvo el quinto, pero antes de tan lamentable remate no hubo por donde salvar la faena de El Fandi. Sin entrega, sin humillar y mirando al bulto por el pit¨®n izquierdo, el de Jandilla tampoco se lo puso f¨¢cil al torero. Salv¨® El Fandi una colada traicionera del toro y lo que vino a continuaci¨®n fue una lucha marrullera entre ambos. Sin vencedor ni vencido, El Fandi recet¨® otro bajozano que obtuvo premio. Culminaci¨®n al d¨ªa del espectador.

En sus primeros toros ni Rivera ni El Fandi lograron cu¨®rum. El toro que abri¨® plaza, un colorado gordinfl¨®n y de trote cochinero, no ofreci¨® nada. La faena de Rivera, incolora, inodora e ins¨ªpida. Tambi¨¦n le cost¨® mucho embestir al segundo, con el que Fandi tampoco alcanz¨® relieve.

Rivera y Fandi banderillearon en solitario a sus toros. Cumplidores y solventes, destacaron m¨¢s en cuarto y quinto, respectivamente. Aunque esta vez no hubo el toque de arrebato f¨ªsico y qu¨ªmico que suele aplicar El Fandi al segundo tercio.

Triste aparici¨®n de Talavante. Sin brillo en un tercero que, escaso de fuerzas, acab¨® parado. Tambi¨¦n fue a menos el sexto, con el que Talavante termin¨® contagiado antes de dar un m¨ªtin con el descabello.

Y un dato: del tercio de varas no se tuvo noticia alguna. Cierto es que no hizo falta picar.