Los mensajes de nuestros gestos
Hace algunas semanas visit¨¦ a un directivo en su oficina. Quer¨ªa entrevistarse conmigo para hablar de un tema de comunicaci¨®n que le preocupaba. Llegu¨¦ puntualmente a las nueve, y su secretaria me inform¨® de que tardar¨ªa a¨²n unos minutos en llegar. Apareci¨® a las nueve y veinte. Disculp¨¢ndose, me acompa?¨® a la sala anexa a su despacho, donde me dej¨® diez minutos m¨¢s mientras, como me dijo, pon¨ªa en marcha el ordenador.
Reapareci¨® Blackberry en mano y cordialmente me pregunt¨® por mi trabajo. Mientras le respond¨ªa, se dedic¨® a leer, con un disimulo mal llevado, todos sus mensajes. Est¨¢bamos a punto de abordar el tema central de la reuni¨®n cuando le son¨® el m¨®vil, y sin plantearse lo contrario respondi¨® a la llamada. Yo hice un adem¨¢n de levantarme para dejarlo solo en la sala y preservar as¨ª su intimidad, pero con un gesto me indic¨® que me quedase. La llamada se resolvi¨® en no menos de diez minutos, en los que me hice notar un par de veces para intentar que la abreviase.
"Somos especialmente h¨¢biles captando los mensajes a trav¨¦s de las conductas y damos significados muy concretos a cada gesto"
"Yo me puedo creer capaz de escuchar a alguien y leer un correo al mismo tiempo, pero la realidad es que no puedo hacerlo"
Al t¨¦rmino de todo ello (eran ya casi las diez), se levant¨®, se dirigi¨® a la peque?a cafetera que tiene en un rinc¨®n de la sala y, d¨¢ndome la espalda al tiempo que se serv¨ªa un caf¨¦, me anunci¨®: "Ver¨¢s, quer¨ªa hablar contigo porque tengo un resultado desconcertante de la ¨²ltima encuesta de clima interno: la gente se queja de que no estoy por ellos...".
La fuerza de los gestos
"Tus actos siempre hablan m¨¢s alto y m¨¢s claro que tus palabras" (Stephen Covey)
En nuestro d¨ªa a d¨ªa realizamos un sinf¨ªn de acciones que dicen mucho de nosotros. La mayor¨ªa las hacemos de forma rutinaria, sin darnos cuenta, ignorando que tienen un claro significado a los ojos de los dem¨¢s. Y lo cierto es que la gente nos juzgar¨¢, sobre todo, por estas acciones.
A la hora de configurar la imagen sobre una persona, lo que le veamos hacer pesar¨¢ siempre mucho m¨¢s que lo que le oigamos decir. Adem¨¢s somos especialmente buenos captando mensajes a trav¨¦s de los comportamientos, ya que como seres humanos estamos gen¨¦ticamente programados para detectar se?ales de conducta y para entender r¨¢pidamente su significado. Y si palabra y conducta son contradictorias, si estamos ante alguien que predica una cosa y vemos hacerle constantemente la contraria, nuestro juicio se basar¨¢ indudablemente en los actos, ignorando las palabras.
Somos especialmente h¨¢biles captando los mensajes a trav¨¦s de las conductas, y socialmente hemos creado un peque?o diccionario dentro de nosotros que da un significado muy concreto a cada gesto que observamos y lo traduce en una determinada actitud.
As¨ª, por ejemplo, llegar tarde a una reuni¨®n tiene su significado en nuestro diccionario de conductas: "Mi tiempo es m¨¢s valioso que el tuyo". O mirar el reloj en plena entrevista tiene tambi¨¦n su claro significado: "Se te ha acabado el tiempo". Todos estos actos conformar¨¢n la idea que se acabe haciendo nuestro interlocutor de nosotros. Por ello no es de extra?ar que alguien pueda salir del despacho de su jefe, tras una entrevista de una hora y media, afirmando rotundamente que no le ha escuchado, o que alguien pueda captar claramente que no es bienvenido a un grupo que le da oficialmente la bienvenida.
Este diccionario no es universal, pues dependiendo de cada uno de nosotros, de nuestra sensibilidad (o de nuestra susceptibilidad) y de nuestras costumbres, daremos matices a los significados y a la interpretaci¨®n de cada gesto. Pero la mayor¨ªa de ellos, matices aparte, tiene un significado b¨¢sico com¨²n, que es bueno que conozcamos pues ser¨¢ la base del juicio que hagan de nosotros.
Desmontando h¨¢bitos nocivos
"La conducta es un espejo en el que cada uno muestra su imagen" (Goethe)
El primer problema al que nos enfrentamos para mostrar integridad, y para que nuestros actos respondan a nuestras intenciones, es la inconsciencia de muchos comportamientos cotidianos que realizamos sin pensar, ya que los tenemos totalmente integrados en nuestras pautas de conducta. Hacemos cosas que hablan muy mal de nosotros y ni tan siquiera caemos en ello. Es importante, pues, ante signos de alarma -como la opini¨®n de gente de nuestro alrededor, o los comentarios que captamos sobre nosotros- revisar nuestros comportamientos.
Una buena medida consiste en repasar y repensar todos aquellos h¨¢bitos autom¨¢ticos que realizamos a diario sin pensar: ?c¨®mo entramos en la oficina?, ?c¨®mo saludamos a la gente?, ?qu¨¦ posici¨®n adoptamos cuando escuchamos a alguien?, ?d¨®nde est¨¢ nuestro m¨®vil durante una entrevista?, ?qu¨¦ es lo primero que hacemos cuando llegamos a casa?
Si este an¨¢lisis nos refleja conductas disfuncionales, tenemos que desmontarlas, y solo lo podremos hacer tomando plena consciencia de lo que hacemos. Podemos sustituir un comportamiento nocivo por uno positivo, pero para hacerlo debemos actuar a conciencia hasta que el positivo haya sustituido al nocivo y podamos entonces dejar de fijarnos en ¨¦l y darle la consideraci¨®n de h¨¢bito.
Cambio de perspectiva
"Nuestra conducta es la ¨²nica prueba de sinceridad de nuestro coraz¨®n" (Charles T. Wilson)
Muchos de los actos que esconden mensajes negativos los hacemos porque en el fondo nos convienen: nos ahorran tiempo, nos permiten hacer m¨¢s cosas, y porque desde nuestro punto de vista no hay malicia. Pero hemos de pensar en los dem¨¢s (adem¨¢s de ser sinceros con nosotros mismos) y entender el efecto que producen en ellos. Yo me puedo creer capaz de escuchar a alguien y leer un correo al mismo tiempo, pero la realidad es que no puedo hacerlo de forma efectiva, y, aun pudiendo, la impresi¨®n causada al otro seguir¨ªa siendo negativa.
Tambi¨¦n algunas veces estos actos tienen buena intenci¨®n, pero en el diccionario del otro tienen un significado peligroso. Por ejemplo, yo soy muy escrupuloso con el tiempo que me dan para una intervenci¨®n cuando hablo en p¨²blico. Intento -y lo consigo casi siempre- ce?irme a los minutos asignados, y esto implica que durante la intervenci¨®n miro el reloj con cierta frecuencia. Un asistente a una conferencia me hizo notar que daba a la gente la impresi¨®n de que "ten¨ªa prisa", de que "no les dar¨ªa ni un minuto m¨¢s de lo pactado", cosa que no puede estar m¨¢s lejos de mi intenci¨®n. Al darme cuenta de ello, he cambiado mi conducta. Hoy d¨ªa pongo el reloj en la pantalla de mi ordenador, de manera que lo pueda ver echando un vistazo sin realizar, por tanto, ning¨²n gesto visible.
Ayudando a los dem¨¢s. Todos tenemos a nuestro alrededor un mont¨®n de gente a la que vemos decir una cosa y practicar justamente la contraria. Un mont¨®n de "peque?os farsantes" que viven convencidos de que se comportan de forma absolutamente distinta de la que nosotros experimentamos. En algunos casos acabamos justificando sus actuaciones por el hecho de ser un h¨¢bito: "Siempre lo hace", nos decimos. Pero lo cierto es que pasar por alto estos comportamientos no ayuda a nadie. Es bueno avisarles. No hace falta censurar sus actos ni criticarlos, sencillamente avisar de que su comportamiento no es congruente con su pr¨¦dica. Es una manera de ayudarles a quitarse la venda de los ojos, y es lo que m¨¢s puede ayudar a quienes tenemos a nuestro alrededor. Yo he tenido la ocasi¨®n de quitarme muchas vendas de los ojos gracias al generoso aviso de los que me rodean, y aunque en el primer momento haya pasado un mal rato, lo he agradecido.
Peque?o diccionario de mensajes ocultos
Estos son algunos actos cotidianos que realizamos y el mensaje que ocultan:
Llegar tarde: "Mi tiempo es m¨¢s valioso".
Responder al tel¨¦fono mientras estamos con alguien: "Lo tuyo no es tan importante".
Mirar el reloj: "No tengo m¨¢s tiempo para ti".
No invitar a sentarse: "Te voy a dedicar muy poco tiempo".
Cambiar repentinamente de tema: "No me interesa lo que me cuentas".
Cerrar ostensiblemente los ojos ante algo que me dices: "No quiero escucharlo (por miedo o porque no estoy preparado)".
Interrumpir al otro: "Lo que yo tengo que decir es m¨¢s importante".
Leer correos en la Blackberry mientras hablamos: "Hay cosas m¨¢s importantes que merecen mi atenci¨®n".
Marchar precipitadamente: "Ya has tenido suficiente de mi presencia".
Hacer comentarios marginales: "Cambia de tema, no quiero hablar de esto".
Traer una tercera persona a una entrevista: "Traigo testigos, no me f¨ªo de lo que me cuentes".
Fallar a una cita: "No era muy importante para m¨ª".
Pasear la mirada por la sala de extremo a extremo: "Me est¨¢s agobiando, ?d¨®nde est¨¢ la salida?".
Entrar con un saludo general sin mirar a las personas: "Miradme vosotros a m¨ª. Yo soy el importante".
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