"Acabemos con el 'no puedo, no debo, no merezco"
Llega envuelta en un largo chal que armoniza con el marco oriental del restaurante. Vicki Subirana conoce ya la carta y delega en su interlocutora la elecci¨®n del men¨². "Me gusta todo", concede. Cuando llegan los entrantes (samosas, rollitos de langostinos, ensalada de vermicelli etc¨¦tera), la conversaci¨®n gira sobre dos l¨ªneas que se cruzan; su aventura biogr¨¢fica y su m¨¦todo educativo, la llamada pedagog¨ªa transformadora. Un m¨¦todo probado en Nepal, adonde Subirana lleg¨® para quedarse hace 20 a?os. Aunque no lleg¨® de golpe. Hubo tres viajes previos y un tiempo de decisi¨®n y de metamorfosis.
En el primer viaje quer¨ªa conocer a los refugiados tibetanos. "Sent¨ªa empat¨ªa hacia ellos por el genocidio sufrido", evoca. Entonces era maestra de p¨¢rvulos en Ripoll (Girona), el lugar en el que naci¨® hace 51 a?os. Y viajaba a Italia o Estados Unidos para formarse como pedagoga. En Nepal entr¨® en crisis. "Decid¨ª que lo m¨ªo era establecer escuelas". Ahora Iciar Bolla¨ªn dirige una pel¨ªcula inspirada en su vida, Canci¨®n de Katmand¨². Y ella misma escribir¨¢ la continuaci¨®n de su biograf¨ªa Una maestra en Katmand¨², que Aguilar reeditar¨¢ en unos meses.
La pedagoga llevar¨¢ su m¨¦todo educativo a la escuela p¨²blica de Nepal
Tiene una vida de novela. Mientras corr¨ªa alrededor del Monkey Temple -un ejercicio que practica all¨¢ donde va-, descubri¨® que su sitio estaba all¨ª. "Apenas hab¨ªa ONG y luch¨¦ sola contra una realidad que defend¨ªa otros valores", evoca. Su madre le recomend¨® que fuera al psiquiatra. "Yo apost¨¦ por mi felicidad", sostiene.
Bebe cerveza y envuelve con soltura el pollo en las hojas de pandan al servirse. "El director de la escuela de ni?os refugiados me ayud¨® a montar un parvulario", relata. "Eran refugiados, lo que llamaban la escoria", dice. Pero no conoc¨ªa sus costumbres y fracas¨®. "No me hab¨ªa preparado para la derrota ni lo desconocido", revela. Puso en pie entonces una pedagog¨ªa m¨¢s activa que les permitiera aprender sin sufrir. "Me daba miedo europeizarlos y que cometieran nuestros errores, o dejarles en la incultura y que no tuvieran oportunidades". Aquellos ni?os estaban entrenados en el sometimiento y se les negaba la opci¨®n de so?ar, dice. "Ten¨ªan que acabar con los tres no: 'No puedo, no debo, no merezco...". Para difundir sus ideas cre¨® Eduqual (en sus inicios Amigos de Vicki Sherpa).
Ahora el Gobierno de Nepal le ha encargado llevar su m¨¦todo a la escuela p¨²blica. El proyecto (en el que colabora Espa?a) consiste en formar primero a maestros espa?oles que, en una segunda fase, impartir¨¢n la pedagog¨ªa a docentes y ni?os nepal¨ªes durante un tiempo. Subirana est¨¢ en Madrid por esta raz¨®n, pero ir¨¢ pronto a Nepal para ver a sus dos hijos adolescentes. "Me necesitan", dice.
Al final confiesa que le ha gustado que hubiera gambas. En Nepal el pescado es de importaci¨®n y escasea. "En educaci¨®n todo est¨¢ obsoleto. Los contenidos son de hace 40 a?os y la mente del ni?o actual es cient¨ªfica y tecnol¨®gica: todo te lo cuestiona. El aprendizaje exige que la mente est¨¦ enfocada a algo", se?ala. Es esencial que el ni?o sepa c¨®mo funciona su mente. Despu¨¦s de cada clase es ¨²til preguntarle: "?Cu¨¢nto rato has prestado atenci¨®n? ?Qu¨¦ te ha distra¨ªdo? ?Qu¨¦ has aprendido? Sobre el concepto. Sobre ti. ?C¨®mo lo aprender¨¢s (si no lo ha hecho)?". Son estrategias que, repetidas, llevan a la madurez.
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