El salvador de los 'zurbar¨¢n'
Jonathan Ruffer, que fren¨® la subasta de la serie 'Los hijos de Jacob', quiere que est¨¦n en un nuevo museo
Algo as¨ª solo pasa en los cuentos de hadas. O en las pel¨ªculas de Ingmar Bergman (recordemos El rostro). La llegada de un emisario, un salvador, para rescatar del fracaso en el ¨²ltimo momento a los protagonistas de la historia. En este caso, los protagonistas de la historia son 12 cuadros del artista espa?ol Francisco de Zurbar¨¢n (Fuente de Cantos, Badajoz, 1598-Madrid, 1664), la serie Los hijos de Jacob, pintados en torno a 1640. El peligro que se cern¨ªa sobre ellos era una subasta p¨²blica para venderlos al mejor postor, y despojar al castillo de Auckland, sede episcopal anglicana de Durham (noreste de Inglaterra), de unas joyas que atesora desde mediados del siglo XVIII. Y el salvador es Jonathan Ruffer, el hombre que ha extendido un cheque de 18 millones a la Iglesia de Inglaterra, due?a de los cuadros, para frenar la operaci¨®n, con la idea de que Los hijos de Jacob sean el germen de un nuevo museo.
El cheque de Ruffer, entregado inicialmente a un patronato que velar¨¢ por la aplicaci¨®n escrupulosa del acuerdo, servir¨¢ tambi¨¦n para revitalizar la zona, al convertir al castillo de Auckland en una atracci¨®n tur¨ªstico-art¨ªstica. "El castillo es un edifico de talla mundial, con estilos arquitect¨®nicos que van del a?o 1100 al 1800. Hasta 1830 los obispos era pr¨ªncipes-obispos, y Auckland fue sede del enclave m¨¢s poderoso entre Escocia e Inglaterra. Tengo la esperanza de que se convierta en un centro art¨ªstico, en el que se exhiban pinturas de la National Gallery, adem¨¢s de los zurbar¨¢n", explica el multimillonario en un correo electr¨®nico.
Ruffer, de 59 a?os, due?o de una firma que se ocupa de inversiones de alto riesgo, conocido en la City de Londres por su gran olfato, se cri¨® en Stokesley, un pueblecito de Yorkshire, y quiere restituir al norte de Inglaterra, empobrecido y olvidado, algo de su pasado esplendor por la v¨ªa del resurgir tur¨ªstico. Una intenci¨®n que le honra porque, adem¨¢s, es un apasionado de Zurbar¨¢n. "Soy coleccionista de arte religioso del siglo XVII. Tengo un ribera, y una copia de Zurbar¨¢n hecha por Gainsborough, algo bastante excepcional porque Zurbar¨¢n no era conocido en este pa¨ªs en el siglo XVIII", comenta.
El nuevo fil¨¢ntropo valora tambi¨¦n la historia que rodea a estos lienzos. Llegados a Inglaterra de manera poco clara (hay quien aventura que fueron robados por piratas del barco que los transportaba a Am¨¦rica), fueron adquiridos, en 1756, por el entonces obispo de Durham, Richard Trevor. El titular de la sede anglicana pag¨® 124 libras por los 12 cuadros (el 13? se perdi¨® y tuvo que ser sustituido por una copia) propiedad de un rico comerciante jud¨ªo, James M¨¦ndez, que se subastaron a su muerte. Trevor era un abanderado de la causa jud¨ªa, que aplaudi¨® la nueva legislaci¨®n (Jewish Emancipation Bill) destinada a otorgar una ciudadan¨ªa plena a los hebreos. Las revueltas populares obligaron a retirar la ley. Y ¨¦l opt¨® por colgar los cuadros en la sala principal de su residencia.
"Los cuadros son un poderoso s¨ªmbolo de unidad", dice Ruffer. "El noreste de Inglaterra est¨¢ padeciendo una grave crisis econ¨®mica, y el regalo de los zurbar¨¢n -y la apertura del castillo de Auckland- puede servir para elevar la moral". Hay adem¨¢s razones de ¨ªndole privada en su gesto. Su mujer, la doctora Jane Sequeira, es descendiente de Isaac Henriques Sequeira, "un jud¨ªo sefard¨ª de Portugal que fue el beneficiario (y la v¨ªctima) de la Ley de Emancipaci¨®n Jud¨ªa, cuyo retrato, pintado por Gainsborough, se exhibe en el Prado", se?ala el magnate.
?Servir¨¢ la filantrop¨ªa de Ruffer para lavar la mala imagen de los especuladores financieros de la City? "No soy quien para decirlo", responde, "pero ser¨ªa maravilloso que sirviera para animar a personas del mundo financiero a pensar de una forma m¨¢s imaginativa".
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