Muerte en Pakist¨¢n
Que el l¨ªder de Al Qaeda residiese en las cercan¨ªas de Islamabad hace pensar que el Gobierno paquistan¨ª, que conoc¨ªa el hecho, acept¨® protegerlo y despu¨¦s opt¨® por entregarlo a EE UU
Bin Laden ha muerto.
En cierto modo, ya estaba muerto.
Y hac¨ªa tiempo que ya nadie cre¨ªa en su perspectiva de un islamismo radical capaz de tomar el relevo del comunismo y sus ambiciones planetarias.
Esta vez est¨¢ muerto y bien muerto.
El peor asesino en serie de la historia contempor¨¢nea, el inventor de la nueva estrategia terrorista, el jefe de una ONG del crimen que, en los ¨²ltimos diez a?os, ha matado a miles y miles de civiles ha salido de la escena mundial.
Y, evidentemente, es una gran noticia.
A partir de aqu¨ª, se plantean las siguientes preguntas:
1. ?Qui¨¦n ha matado a Bin Laden? Un comando del Joint Special Operations Command estadounidense, por supuesto. Pero tambi¨¦n, claro est¨¢, la coalici¨®n antiterrorista que lo persegu¨ªa desde hac¨ªa diez a?os. Y esas masas ar¨¢bigo-musulmanas que se supon¨ªa iban a caer en manos de Al Qaeda pero, finalmente, se libraron mucho de hacerlo y a las que los recientes movimientos democr¨¢ticos en la regi¨®n han terminado de curar de esa posible tentaci¨®n. Bin Laden ha muerto porque la mayor¨ªa de los musulmanes reneg¨® de ¨¦l de inmediato. Y porque, diez a?os despu¨¦s, la primavera ¨¢rabe lo hab¨ªa condenado.
Le mat¨® un comando de Estados Unidos. Pero tambi¨¦n muri¨® porque la mayor¨ªa de musulmanes hab¨ªan renegado de ¨¦l
Bajo la influencia de sus terribles servicios secretos, Pakist¨¢n es uno de los lugares m¨¢s peligrosos del mundo
2. ?Qu¨¦ hizo posible la muerte a Bin Laden? La presencia de las fuerzas especiales norteamericanas cerca de Pakist¨¢n. O, hablando claro, en el territorio del vecino afgano. Lo que, para hablar m¨¢s claro a¨²n, significa que la coalici¨®n antiterrorista hizo bien en permanecer en Afganist¨¢n y que esta guerra tan denigrada, con tan mala prensa, esta guerra que se supon¨ªa perdida y que sol¨ªa meterse en el mismo saco que la absurda guerra de Irak era una guerra que hab¨ªa que hacer y que hoy da sus frutos de reconciliaci¨®n y de paz. El acontecimiento es la consecuencia de la presencia de soldados occidentales en Kapisa y Uzbeen. Es la victoria de quienes, desde 2001, se resisten a dejarse impresionar por el derrotismo circundante. Es un rev¨¦s para la mentalidad muniquesa y su insondable frivolidad.
3. ?Qu¨¦ va a pasar a partir de ahora? Naturalmente, esta ha sido una lecci¨®n para todos los terroristas del mundo y tambi¨¦n para los talibanes. A medio y largo plazo, provocar¨¢ adem¨¢s un inevitable debilitamiento del peque?o ej¨¦rcito del crimen que capitaneaba Bin Laden. Pero ?y antes de eso? ?A m¨¢s corto plazo? ?En la base de la Base? ?En esas c¨¦lulas que funcionaban como franquicias, que solo manten¨ªan unas relaciones lejanas con ¨¦l y acaban de perpetrar en Marrakech, en una de las plazas m¨¢s bellas del mundo, el ba?o de sangre que todos recordamos? ?No corremos el riesgo de ver una epidemia de peque?os califas intentando ser califas en lugar del gran Califa? ?Y no van a lanzarse a una competici¨®n para imaginar una revancha a la altura de su demencia? Esta muerte es una victoria. Pero, por desgracia, no es la derrota total del terrorismo.
4. ?Qu¨¦ hacer con el cad¨¢ver de Bin Laden? La cuesti¨®n puede parecer secundaria, pero, en el momento en que escribo estas l¨ªneas, apenas unas horas despu¨¦s del anuncio de su muerte, es simb¨®lica y pol¨ªticamente esencial. ?Sumergido en el mar de Om¨¢n? ?De veras? En ese caso, existe el riesgo de que florezcan las habituales fantas¨ªas complotistas: "En realidad no muri¨®, emir oculto, resurrecci¨®n, v¨¦ase la imagen trucada emitida ya por los paquistan¨ªes...". ?Inhumado, entonces? Pero ?d¨®nde? ?Para qui¨¦n el regalo envenenado? ?Y en qu¨¦ cementerio y de qu¨¦ pa¨ªs, el eventual lugar de peregrinaje? Un verdadero dilema. Y de nuevo la foto. ?Los estadounidenses habr¨¢n tomado la precauci¨®n de sacar una verdadera foto de los restos mortales? Ser¨ªa necesario. Indispensable para poner coto a esos otros rumores que no faltar¨¢n a la cita para privar a Obama de su ¨¦xito: "Muerte natural..., cortina de humo..., falsa operaci¨®n..., falsa victoria...". Pero es lo que hicieron anta?o, y por la misma raz¨®n, con el cuerpo del Che Guevara. Y al hacerlo lo convirtieron en el icono que todos conocemos. ?Entonces? Muy dif¨ªcil...
5. Y, finalmente, Pakist¨¢n. Comprendo que la operaci¨®n ha sido posible gracias a la cooperaci¨®n de este aliado de Estados Unidos que, no hay que olvidarlo, posee la bomba at¨®mica. Pero al mismo tiempo... ?C¨®mo no ver al mismo tiempo la otra cara de la verdad? Se dec¨ªa que el fugitivo se ocultaba en grutas. Que erraba de refugio en refugio. Se supon¨ªa que viv¨ªa como una fiera acorralada en no s¨¦ qu¨¦ "zona tribal". Pero ah¨ª estaba, en el coraz¨®n del pa¨ªs. Viv¨ªa a unas decenas de kil¨®metros de Islamabad, su capital pol¨ªtica, en un barrio que yo mismo visit¨¦ durante mi investigaci¨®n sobre Daniel Pearl y es una zona residencial para militares retirados. ?C¨®mo no concluir que los paquistan¨ªes lo sab¨ªan? ?Que primero aceptaron protegerlo y m¨¢s tarde decidieron entregarlo? ?C¨®mo no hacer la pregunta que yo plante¨¦ cada vez que, en el pasado, y en circunstancias siempre an¨¢logas, las agencias paquistan¨ªes soltaban a uno de los yihadistas que ten¨ªan en reserva? (desgraciadamente, los acontecimientos siempre me han dado la raz¨®n). ?Por qu¨¦ este cambio de opini¨®n? ?De acuerdo con los t¨¦rminos de qu¨¦ trato? ?Y qu¨¦ carta conserva uno cuando, en la partida de p¨®quer que es el juego diplom¨¢tico visto desde Islamabad, se descarta de semejante triunfo?
La desaparici¨®n de Bin Laden, por afortunada que sea, me reafirma en la idea de que este Pakist¨¢n nuclear, yihadizado y bajo la persistente influencia de esos terribles servicios secretos, es hoy, como ayer, uno de los lugares m¨¢s peligrosos del mundo.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva
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