En 'defensa' de Trinidad Jim¨¦nez

Alberto Ruiz-Gallard¨®n llevaba anoche su corbata roja de la suerte aunque parec¨ªa seguro de no necesitar a la fortuna. Debati¨® tranquilo y casi a medio gas, con tono de ganador. Empez¨® el bloque con un rejonazo a Zapatero y al paro: "Drama de miles de madrile?os y espa?oles". Se centr¨® en un par de alusiones a los recortes sociales del Gobierno de la naci¨®n -en los que tambi¨¦n se par¨® la presidenta Aguirre durante el debate del d¨ªa anterior, la consigna obliga- y vendi¨® gesti¨®n con retrovisor de largo alcance. Se remont¨® ocho a?os atr¨¢s, cuando comenz¨® la ampliaci¨®n del metro en su etapa de presidente regional.

El alcalde lleg¨® al atril con decenas de papeles y despleg¨®, no siempre con soltura, algunos gr¨¢ficos. Parec¨ªa llevar las respuestas preparadas para casi todo. Frente a la acusaci¨®n de Lissavetzky del cambio de ubicaci¨®n de las estaciones que miden la contaminaci¨®n, replic¨® que se modificaron con el visto bueno del Ministerio de Medio Ambiente en la ¨¦poca de la socialista Elena Espinosa. La r¨¦plica se transform¨® en sorna cuando Lissavetzky critic¨® el traslado del Ayuntamiento a Cibeles y ¨¦l record¨® que la idea fue de otra socialista, Trinidad Jim¨¦nez. Le acus¨® de "falta de elegancia" por "desautorizarla" despu¨¦s de su derrota en las primarias frente a Tom¨¢s G¨®mez.

Gallard¨®n, como los otros, pidi¨® pactos y agradeci¨® a sus oponentes el buen tono -casi monocorde- de la sesi¨®n. "Les necesito como les necesitan todos los madrile?os", se despidi¨®.